19 de junio de 2017

Leyendo a los Testigos - Parte 12: Para Dar Su Vida en Rescate Por Muchos

(Este post es parte de la serie Leyendo a los Testigos, que puedes encontrar completa aquí)

Nos encontramos estudiando el libro de los Testigos de Jehová, ¿Qué Enseña Realmente la Biblia?, en un esfuerzo por conocer de primera mano sus enseñanzas, su forma de leer la Biblia y su forma de pensar acerca de Dios. En esta ocasión abordaremos el capítulo 5, titulado "El rescate, el mayor regalo de Dios", que se centra principalmente en el sacrificio de Jesús por nosotros, por qué se llevó a cabo y cuáles son sus consecuencias. Comencemos por resumir el contenido de esta parte del libro y destacar sus puntos positivos, para revisar en el próximo post aquellos que son cuestionables o incompletos.

(Recuerden que pueden seguir la lectura en línea o descargar el libro en esta dirección).

Capítulo 5: El rescate, el mayor regalo de Dios (pp. 47-56)


Los Testigos comienzan este capítulo reflexionando acerca de los regalos que recibimos en la vida cotidiana, y cómo un regalo es valioso si suple una necesidad o si nos produce felicidad. Esto, sostienen, es lo que hace del "rescate" -el sacrificio de Jesús- el regalo más valioso de parte de Dios para la humanidad, pues es el medio a través del cual Él suple la necesidad espiritual de cada uno y nos devuelve la alegria de la relación con Él. Especificamente, por medio de lo que Jesús hizo en la cruz, Dios puede liberar a la humanidad del pecado (p. 47).

A continuación, el libro señala la importancia de comprender la caída de los seres humanos en el jardín del Edén para poder comprender el rescate. Las bendiciones que Adán y Eva disfrutaban hasta ese momento (su comunión con Dios, su relación de hijos y su semejanza de carácter con Él, el tener libre albedrío, etc.) fueron dañadas por la desobediencia (p. 48). No sólo esto, sino que la muerte que vino por la desobediencia de la primera pareja nos alcanzó a todos nosotros, sus descendientes.

Frente a esto, Dios tomó la decisión de salvar a la raza humana mediante un rescate, esto es, un precio que se paga para a) recuperar algo que fue perdido o b) servir como compensación por haber causado un daño o pérdida (p. 49). En este caso -los autores señalan- lo perdido fue una vida humana perfecta, por lo que el rescate por el pecado de Adán debía tener un valor equivalente. Como prueba de esto, ellos citan la ley civil dada a Israel por Dios en Deuteronomio 19:21, que ordena que el castigo de un delito debe tener la misma magnitud que el daño o la pérdida causada. El libro pasa a explicar en este punto que la vida perfecta que se necesitaba fue entregada en Jesús, el hijo espiritual más amado de Dios, quien a través de la obra del Espíritu Santo fue "transportado" desde el cielo al vientre de María y nació como un ser humano libre de la condena del pecado. De la misma manera en que el pecado de Adán había dañado a muchos, Jesús podría bendecir a muchos por medio de su sacrificio (p. 50). Los Testigos citan Romanos 5:19 y 1 Corintios 15:21-22 en apoyo de este punto.

A Jesús se le conoce como el segundo Adán, pues en cierto sentido tomó su lugar al ofrecer a Dios la obediencia perfecta que Adán no ofreció, y entregó su vida como rescate para cubrir el costo del pecado de la primera pareja. De esta manera, dio esperanza a toda la raza humana (p. 51).

Frente al gran sufrimiento con que Jesús murió, los autores observan que esto fue necesario para demostrar que un hombre con libre albedrío puede obedecer fielmente a Dios al ser sometido a prueba. Cuando el Señor logró permanecer fiel hasta el final, respondió a este desafío que Satanás había puesto sobre la mesa (el libro nos dirige a un capítulo más adelante para mayor detalle sobre este asunto). Luego de su terrible muerte, Jesus fue resucitado por Dios como una "criatura espiritual" y presentó el rescate ante el Padre en los cielos (p. 51).

Posteriormente, los Testigos nos enumeran las grandes bendiciones que podemos disfrutar gracias a este rescate ofrecido por Cristo. En primer lugar, tenemos una promesa y una provisión para el perdón de nuestros pecados. Todos todos luchamos constantemente por hacer el bien, pero siempre terminamos pecando a través de nuestras palabras y acciones, y necesitamos reconciliarnos con Dios. El rescate es la respuesta a esa necesidad, pues por medio de él Dios pone a nuestra disposición Su perdón si nos arrepentimos y confiamos humildemente en lo que ha sido hecho por nosotros. En segundo lugar, el rescate que fue pagado hace posible que tengamos una conciencia limpia para presentarnos con libertad delante de Dios, sin sentirnos culpables. Finalmente, el rescate nos da la esperanza de alcanzar la vida eterna, con salud y bienestar perfectos, en un paraíso terrenal (p. 53-54)

Para concluir, los autores reflexionan sobre el valor del rescate, y lo mucho que debería impactarnos. El supremo sacrificio que fue necesario para obtenerlo lo hace el regalo más valioso, y la más grande y sincera prueba de amor de parte de Dios para los hombres. ¿Cómo podemos agradecerlo? Ellos nos señalan 3 formas: a) Esforzarnos por conocer más a Dios, pues así le amaremos más y buscaremos complacerlo más, b) Tener fe en Jesús e imitar Su actuar en palabras y obras, c) Asistir a la celebración anual de la Cena del Señor, la cual Él instituyó para conmemorar Su sacrificio y entrega por nosotros.

La línea final termina reflexionando sobre el incalculable valor de este regalo que Dios nos ha hecho, y el hecho de que sus beneficios son tan grandes que incluso pueden alcanzar a aquellas personas que han fallecido.


Lo Bueno


Este capítulo contrasta fuertemente con el anterior en el sentido que sus declaraciones controversiales son muy pocas. Los autores presentan correctamente las características generales del sacrificio del Señor, lo que en realidad es un testimonio a la claridad de la enseñanza de la Biblia en en este sentido. La misión de Jesús, efectivamente, fue venir al mundo para dar Su vida como rescate por muchos (Mateo 20:28).

En forma particular, los Testigos están en lo correcto al recalcar el valor incalculable del envío del Padre y del sacrificio del Hijo (p. 47); no hay dudas en que lo que Dios ha hecho por nosotros es una prueba increíble de amor y compasión. Otro punto destacable es su interés por comprender el primer pecado para poder entender el rescate (p. 48), ya que es difícil saber lo que fue recuperado si no conocemos lo que se perdió en primer lugar. La Biblia nos ayuda en este punto mostrándonos cómo se relaciona el pecado de Adán con el rescate conseguido por Jesús en Romanos 5:12-21.

Un tercer punto positivo es la disposición de los autores a reconocer que todos fallamos constantemente en todo lo que hacemos, ya sean acciones o pensamientos (p. 53). En este sentido, el saber que la cruz de Jesús nos permite acercarnos a Dios con confianza, aún siendo como somos, es una gran alegría y una gran fuente de tranquilidad. Finalmente, es interesante la forma en que ellos presentan la conmemoración de la Cena del Señor como una muestra de agradecimiento por Su sacrificio (p. 55). Al celebrar esta tradición ordenada por Jesús, creo que es algo totalmente positivo cuando nos presentamos, no sólo en una actitud de reverencia y reflexión, sino también de gratitud.


Esto es lo que se puede decir en el sentido positivo acerca de este capítulo. En el próximo post, discutiremos los pocos -pero no pequeños- puntos cuestionables acerca de la enseñanza de los Testigos sobre el sacrificio del Señor y su relevancia para nosotros.




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