5 de octubre de 2018

¿Qué Camino Estás Trazando?

[A continuación, les comparto el mensaje que tuve la oportunidad de predicar hace algunas semanas]

Cuando leemos los libros históricos, en particular los libros que relatan la época de los reyes de Israel y de Judá (1-2 Reyes y 1-2 Crónicas), hay dos frases especiales que frecuentemente se utilizan para hacer un balance del reinado de cada rey. La primera, "hizo lo bueno/malo delante del Señor", es bastante clara: difícilmente un rey que haya hecho lo malo delante del Señor prosperó y tuvo un buen reinado; en general este indicador se explica solo. Pero la segunda frase, "anduvo (o no) en los caminos de...", es un poco más profunda, porque nos habla de la influencia particular que siguió este rey para hacer lo malo o lo bueno. En este sentido, los reyes de Israel siguieron cada uno el ejemplo de su predecesor en sus malas obras, mientras que los reyes de Judá a veces tomaban esta mala influencia, y otras veces seguían el buen ejemplo de sus padres, especialmente David. Es interesante, de hecho, que el primer rey de Israel luego de la división, Jeroboam, recibió de parte de Dios la promesa de bendecir su reino si seguía el ejemplo de David (1 Reyes 11:38).

De esta manera, podemos darnos cuenta de que cada nuevo rey, al ascender al trono, tenía delante de él varios caminos trazados para seguir, varias referencias de cómo podía ser un rey. Para la ruina de los reyes de Israel, cada nuevo rey cargaba con todo un historial de idolatría y crueldad de parte de sus antecesores, una herencia contra la cual nadie salió adelante. En el caso de los reyes de Judá, la situación era distinta: ellos eran la casa de David, el rey por excelencia, y la referencia inevitable. Cada nuevo rey podía fijarse en el camino trazado por David e intentar seguirlo, o seguir el camino de su padre, bueno o malo. Lo que vale la pena notar es que ninguno de estos reyes comenzó a reinar en un vacío: siempre había un camino trazado, que podía ser seguido o abandonado, para bien o para mal.

Ahora, como podemos imaginarnos, esto no solamente sucedía con los reyes. Esta idea de seguir los caminos trazados por otras personas es una que vemos aparecer más de una vez en la Biblia, especialmente en el plano religioso. La vemos en los patriarcas, con Abraham trazando un camino de fe que fue seguido por Isaac y Jacob (Génesis 48:15), a tal punto que Dios asumió el nombre ellos como su propio nombre ("Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob"). La vemos también como la razón por la cual Dios sacó a las naciones que habitaban Canaán, para evitar que los israelitas hicieran alianzas y matrimonios con ellos y siguieran su ejemplo (Éxodo 34:15-16). Más tarde, en medio de una época de pecado e idolatría, Dios incluso recomendaría a Su pueblo por medio del profeta Jeremías que ellos buscaran en el ejemplo de las generaciones pasadas la manera correcta de vivir:


"Así ha dicho el Señor: Deténganse en los caminos y pregunten por los senderos de otros tiempos (RV60: 'sendas antiguas'); miren bien cuál es el buen camino, y vayan por él.” (Jeremías 6:16)

Estos y otros casos nos ayudan a ver el poder que tiene un camino, un estilo de vida, para influenciar a las próximas generaciones.


Nosotros también estamos trazando caminos, buenos y malos


Cuando nos damos cuenta que esta tendencia de seguir los ejemplos de otras personas es una característica común a todos los seres humanos, hay un par de cosas que rápidamente deberían llamar nuestra atención: primero, que cada uno de nosotros, lo quiera o no, está trazando un camino para las siguientes generaciones, y segundo, lo importante que resulta el hacerlo bien. Ninguno de nosotros vive para sí mismo únicamente: todo lo que hacemos puede repercutir en las vidas de otras personas que decidan o se vean impulsadas a andar en nuestro camino. La Historia es un testigo particularmente impactante de este hecho: grandes filósofos, líderes de movimientos sociales, conquistadores, revolucionarios y gente como los apóstoles del Señor nunca imaginaron el grado en que sus historias y sus vidas serían expuestas, estudiadas y tomadas como referencia. Cada uno de nosotros está trazando un camino, que no sabe con certeza cuánto bien, o cuánto daño, podrá llegar a hacer a las siguientes generaciones.

Tres puntos breves en que creo que debemos reflexionar:

  1. Trazar un buen camino no es sólo para los padres: La responsabilidad es evidente para aquellos de nosotros que somos padres: sabemos que hay un pequeño(a) que está cada día siguiendo nuestros pasos, pero el panorama que nos muestra la Biblia sugiere que otras personas también pueden trazar un camino que afecte a los que vendrán después. Sin duda abuelos, tíos, primos y hermanos mayores también están entre las primeras referencias que cada uno tiene para la vida, pero incluso profesores, amigos, compañeros de trabajo y otras relaciones pueden convertirse en una influencia para el camino de quienes los admiran. La verdad es que cuando estamos en roles como estos no sabemos quién nos está observando o quién seguirá nuestro ejemplo, por lo tanto, vale la pena que tomemos en serio trazar un buen camino.

  2. Trazar un buen camino no se hace sólo con las palabras: Sin duda, es necesario indicar, señalar y enseñar el camino correcto a otras personas, pero el principio que hemos visto habla principalmente del poder del camino trazado a través del ejemplo. Creo que todos estaremos de acuerdo al decir que los hechos hablan más fuerte que las palabras. Incluso desde el punto de vista bíblico, nuestras acciones son el reflejo y la mejor evidencia de nuestras verdaderas convicciones y pensamientos (por ejemplo, ver Mateo 7:16-20; 12:33; Santiago 2:14-26). Por eso, tengo que darle la razón a mi esposa: nuestra hija probablemente no va a entender que leer es bueno cuando se lo digamos, sino cuando nos vea leyendo.

  3. Trazar un buen camino no se hace sólo en un sentido: Hace algunas semanas, encontré una imagen en Facebook con la siguiente frase: "Si un padre no puede mirar a los ojos a su hija y decir: 'Encuentra a un hombre que siga mi ejemplo', no ha sido el hombre que Dios le ordenó que sea." Le encuentro totalmente la razón al hermano que escribió tales palabras. Si bien mi esposa es quién está trazando principalmente el camino que le dirá a nuestra hija cómo debe ser una mujer -algo que yo obviamente no podría hacer- soy yo quién está trazando el camino para que ella aprenda cómo debe ser un hombre. Ella no caminará por este camino, pero posiblemente mida a otros hombres por esta medida (y eso ya significa bastante responsabilidad para mí). El punto es que el camino que estamos trazando va a influir incluso en personas que no lo sigan; no afectará su comportamiento, pero sí sus ideas y expectativas.

La vida que llevamos está trazando un camino, y uno de gran potencia. La forma en que yo vivo le está hablando a todas las personas que lleguen a conocerme acerca de cómo debe ser un cristiano, pero también cómo debe ser un hombre, un padre, un esposo, un trabajador, un hijo, un hermano, un yerno, etc. Les hablará del lugar y las prioridades que debe tener el matrimonio, la paternidad, el dinero, los pasatiempos, la oración y la lectura de la Biblia, y afectará sus conceptos de lo que significa amor, fe, confianza y honor, entre muchas otras cosas.

¿Qué camino estás trazando para las siguientes generaciones? Ellos, por decirlo así, ya tienen en el mundo muchos ejemplos del "camino de los reyes de Israel", muchas referencias de cómo vivir mal, cómo vivir sin Dios, la vida en las áreas que hemos mencionado. La forma en que estás viviendo ¿les mostrará un camino diferente?


Malos caminos que dejar, buenos caminos que seguir


La buena noticia para nosotros es que siempre tenemos la oportunidad de cambiar nuestros caminos, porque alguien ya trazó un buen camino que podemos seguir.

"Por tanto, imiten a Dios, como hijos amados." (Efesios 5:1)

Dios no sólo nos enseña el camino a través de Sus mandamientos y Sus palabras, Él mismo también lo traza a través de Sus actos, de la forma en que Él se relaciona con nosotros los seres humanos. Jesús recalcó, por ejemplo, en el Sermón del Monte: "Sean compasivos, como también su Padre es compasivo" (Lucas 6:36). Obviamente, el punto en donde esto se ve más claro es en la vida del mismo Señor, quién a través de toda Su vida anduvo en el camino de Su Padre, y nos trazó el camino en el que debemos andar. De Él aprendemos cómo debe ser un ser humano; la Biblia lo llama a Él, de hecho, el "hombre perfecto", a cuya estatura todos los cristianos deberíamos intentar llegar (Efesios 4:13).

La decisión, por lo tanto, es nuestra. Podemos andar en el "camino de los reyes de Israel", la forma de vivir que aprendemos del mundo alrededor nuestro, y los malos ejemplos de vida que hemos normalizado de parte de nuestra familia. Una segunda opción sería seguir andando en nuestros propios caminos; lamentablemente, tenemos una capacidad increíble para empezar a trazar malos caminos por nuestra propia cuenta, sin que haga falta mucha inspiración de nadie. Bien describe Isaías este potencial humano natural: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino" (Isaías 53:6). Pero también podemos ser como aquellos reyes que anduvieron "en el camino de su padre David", al tomar el ejemplo que nos dejó el Señor, y aquellos que a lo largo de la historia han seguido Su camino (Filipenses 3:17; 1 Corintios 11:1).

En realidad, Él no nos deja mucho espacio para elegir. Cuando creímos en Él, al mismo tiempo aceptamos Su invitación a aprender de Él (Mateo 11:29) y seguir Sus pasos (Mateo 16:24). Pero bien sabemos que este es el camino de la bendición y de la vida eterna; es el mejor ejemplo que podemos seguir, y que podemos dejar a las generaciones que vendrán.


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)


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