13 de agosto de 2019

Cinco Principios que Pueden Ayudarte a Ser un Cristiano Más Productivo - Parte 2

(Este post es parte de la serie Cinco Principios que Pueden Ayudarte a Ser un Cristiano Más Productivo, que puedes encontrar completa aquí)

Hace algunos días comenzamos una nueva serie acerca de la productividad cristiana, la idea de que podemos ocupar mejor los recursos que tenemos para beneficio de nuestra vida espiritual. El primer principio que vimos es uno absolutamente fundamental: la administración del tiempo. Hoy veremos otros dos que también pueden resultarnos muy útiles.

Principio 2: Planificación


Planificación, a grandes rasgos, es el proceso que nos permite hacer realidad nuestros objetivos y cumplir con nuestras prioridades. Cuando hacemos un plan, definimos qué es lo que queremos hacer (objetivos) y pensamos formas de poder lograrlo (estrategias), utilizando nuestras capacidades y oportunidades (recursos).

Este concepto suena un poco técnico, pero todos hacemos planes sin darnos cuenta cada día. Cuando Jesús enseñó en los Evangelios acerca de calcular el costo del discipulado (Lucas 14:27-29), por ejemplo, Él habló indirectamente sobre este principio. El hombre de la historia quería construir una torre (objetivo), y conocía el proceso de construcción (estrategia), pero corría un riesgo: si no calculaba bien los materiales (recursos) que necesitaba, fracasaría y quedaría en ridículo. Cada día, en nuestras mentes, creamos y ponemos en marcha planes para las tareas más simples de la vida: qué hacer, cómo hacerlo y si es posible o no de acuerdo a los medios de los que disponemos.

Este segundo principio va de la mano con el primero que aprendimos sobre administrar el tiempo. El tiempo cuenta como un recurso vital dentro de una planificación; básicamente no podemos hacer nada si no dedicamos algún tiempo para ello. Por lo tanto, una vez que hemos identificado aquello que deseamos o necesitamos hacer (nuestro objetivo), y tenemos alguna idea de cómo llevarlo a cabo (nuestra estrategia) el siguiente paso es administrar nuestro horario, ya sea identificando los momentos que tenemos disponibles actualmente, o -si nuestro objetivo es realmente importante para nosotros, es decir, una prioridad- disminuyendo intencionalmente el tiempo de otras ocupaciones para invertirlo en esta nueva meta.

Toqué de alguna manera este tema en un mensaje sobre la importancia de tener propósitos en la vida cristiana. Puedes revisarlo aquí.


Principio 3: Administración de la energía


¿Qué tan productivo serías si tuvieras todo el tiempo del mundo, pero sólo lo pudieras dedicar a trabajar? Correcto, no mucho. Sin la posibilidad de descansar, se agotarían nuestras fuerzas y quedaríamos detenidos.

Al igual que nuestro tiempo, nuestra energía (nuestra capacidad mental y física para tomar decisiones, razonar y funcionar normalmente) es un recurso limitado; mientras más disminuye, más fácil resulta desconcentramos y se nos complica más realizar las mismas actividades. Hoy en día muchas personas tratan de llenar su tiempo de quehaceres, sólo para quedarse a la mitad de sus planes, y peor aún, terminar enfermos por causa del cansancio. Han intentado administrar su tiempo sin administrar su energía.

Es un tanto difícil establecer un patrón único de cómo debemos organizarnos para administrar bien nuestra energía. Todos tenemos diferentes trabajos, diferentes horarios, distintas responsabilidades personales y hasta distintos grados de resistencia al cansancio. Sin embargo, la idea es muy simple: podemos planificar nuestras tareas más exigentes para los momentos en que nos sentimos más atentos y capaces, y reservar las más sencillas para aquellos momentos en donde nuestra energía es menor.

En este punto, además, es fundamental no quitarle importancia al descanso. El razonamiento es tan sencillo como este: sin descanso no podemos recuperar energía; sin energía, no podemos ser productivos. Puedes revisar este mensaje acerca del papel del descanso en la vida cristiana.


Aunque esta serie es sólo la "punta del iceberg" en cuanto a conceptos de productividad, espero estarles convenciendo de la utilidad de estos principios y despertando en ustedes el interés de aplicarlos a su rutina diaria. En la próxima entrada, daremos una mirada a los dos últimos que nos quedan por aprender.




Foto por rawpixel.com en Pexels



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