Hace poco más de seis años, y con bastante timidez, escribí mi primera entrada sobre Apologética aquí en Pensamientos en Alto. Hoy, con un poco más de confianza y experiencia, pero con mucho que aprender todavía, quiero dar el siguiente paso e invitarlos a iniciar una nueva serie, que servirá como un curso de introducción a esta disciplina.
La intención de estos posts es principalmente invitar a la Apologética a aquellos de ustedes que no saben qué es, o que han oído sobre ella y les gustaría aprender, pero no saben por dónde empezar. Mi idea es hacerlo siguiendo los principios de este blog: en primer lugar, "bajar" los conceptos al nivel más accesible que sea posible, y segundo, involucrar no sólo nuestra mente, sino también nuestro carácter en lo que vamos a aprender. ¿Comenzamos?
Definiendo Apologética
En su definición más estándar, la Apologética es la disciplina que estudia la defensa racional de la fe cristiana. A veces es considerada como una rama de la Teología, pero debemos tener en cuenta que la Apologética no sólo se nutre de la Escritura (como lo hace principalmente la Teología) sino también de un abanico de áreas que incluye a la Historia, la Filosofía y la Física.
Ahora, eso no implica que la Apologética sea una disciplina originada fuera del Cristianismo. Muy por el contrario, encontramos sus orígenes precisamente dentro de la Biblia. La palabra griega apologia, traducida por lo general como "defensa", aparece unas 17 veces en el Nuevo Testamento (ya sea como sustantivo o en su forma verbal, apologeomai), y se relaciona con el derecho a defenderse que tenía una persona al ser acusada en un juicio. Luego de que los cargos eran presentados, se le permitía a ésta ofrecer una apologia, un discurso para refutar (rechazar) por medio de argumentos (apo-"lejos", logia-"discurso") la acusación. Esta es la clase de uso que podemos ver, por ejemplo, en los siguientes pasajes bíblicos:
"Cuando estaban por meter a Pablo en la fortaleza, éste le dijo al tribuno: '¿Me permites decirte algo?' [...] El tribuno se lo permitió. Entonces Pablo, de pie en las gradas, hizo una señal con la mano al pueblo, para que se callaran. En cuanto hubo silencio, les dijo en arameo: Padres y hermanos míos, escuchen ahora lo que tengo que decir en mi defensa [apologia]." (Hechos 21:37, 40; 22:1)
"Festo le expuso al rey el caso de Pablo. Le dijo: Félix dejó preso a cierto hombre, contra el cual los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos presentaron acusaciones. Cuando fui a Jerusalén, éstos se presentaron y me exigieron que lo condenara. Yo les respondí que los romanos no acostumbran condenar a muerte a nadie, si quienes lo acusan no están presentes. Es decir, para que el acusado pueda defenderse [apologia]'" (Hechos 25:14-16)
La Defensa del Evangelio
Pero ¿qué relación tiene esta defensa judicial con la fe cristiana? La respuesta es que en varios lugares los autores del Nuevo Testamento nos indican claramente que ellos han estado involucrados en una defensa razonable -apologia- de las verdades cristianas. Por ejemplo, el apóstol Pablo testifica a los creyentes filipenses:
"Tanto en mis prisiones como en la defensa [apologia] y confirmación del evangelio, todos ustedes participan conmigo de la gracia." (Filipenses 1:7)
"Unos anuncian a Cristo por pelear, y no con sinceridad, pues creen que así añaden aflicción a mis prisiones; pero otros lo hacen por amor, y saben que estoy aquí para defender [apologia] al evangelio." (Filipenses 1:17)
El libro de Hechos nos da testimonio de que efectivamente fue así. Pablo fue uno de los apologistas (defensores) más grandes que ha tenido el Cristianismo, exponiendo, debatiendo y convenciendo por medio de buenas razones tanto a judíos como a gentiles/no judíos (Hechos 13:14-42; 14:1; 17:1-4; 22-34; 18:4-5; 19; 19:8-10; 19:26). Este apóstol, sin embargo, no es un caso aislado: en Hechos, Lucas también dedica espacio para narrar cómo otros discípulos como Pedro, Felipe o Apolos predicaron la fe cristiana, entregando razones para creer en el Señor (Hechos 2:14-42; 3:11-26; 4:1-4; 8:26-38; 18:27-28).
En general, podríamos decir que las primeras predicaciones cristianas fueron casi totalmente apologéticas, porque estaban destinadas a promover la fe de Jesús entre un público que naturalmente tenía dudas y objeciones. Entre las principales razones que los discípulos utilizaron para esta tarea destacan a) la realidad de la resurrección de Jesús, y b) Su cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento que anunciaban al Mesías. También los milagros que eran realizados por medio de los apóstoles servían como evidencias que confirmaban su predicación .
Podríamos notar que el caso de los primeros discípulos es distinto al de la situación judicial: mientras que el acusado respondía a las críticas a modo de defensa, los discípulos funcionaron de manera activa, tomando la iniciativa de predicar y anticipando las dudas y los cuestionamientos que podrían existir en la mente de sus oyentes. Más que responder a las críticas (al menos en esta primera etapa) ellos se concentraron en entregar razones para creer. No obstante, es este mismo principio de entregar una justificación razonable por medio de las palabras, el que es común en ambos casos y el que le da su nombre a la Apologética.
Muy bien, ya sabemos que la Apologética es bíblica, y que los discípulos la utilizaron de alguna manera en su predicación. La siguiente pregunta sería ¿es necesario que nosotros, los cristianos actuales, lo hagamos también? Exploraremos la respuesta en la siguiente entrada de la serie.
Fuentes Utilizadas / Lecturas Recomendadas
Kenneth Boa, Robert Bowman - Faith Has Its Reasons: Integrative Approaches to Defending the Christian Faith, cap. 1
A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC) Todos los enlaces fueron accesados correctamente al día de la publicación de este post
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