[Comparto con ustedes una breve reflexión devocional preparada hace algunas semanas]
La presencia del sufrimiento en la vida humana, también llamado formalmente el problema de la maldad ("¿Por qué un Dios bueno y amoroso permite que nos sucedan cosas malas?") es un desafío y una pregunta clásica que los cristianos en general nos hemos hecho desde que la Iglesia es Iglesia, y antes. Sin embargo, algunas veces formulamos mal esta pregunta.
La existencia de tiempos como esta situación de pandemia y cuarentena que estamos viviendo, la experiencia de una enfermedad, un problema financiero o una ruptura familiar pueden ser un golpe fuerte para un cierto grupo de cristianos que lee la Biblia, pero sólo para alimentarse de las promesas de bendición. "¿No se supone que todo estaría bien?" - se preguntan ellos. ¿No se supone que seríamos cabeza, y no cola, estaríamos encima, y no por debajo (Deuteronomio 28:13)? ¿No se supone que deberíamos habitar en lugares de pastos delicados y aguas de reposo (Salmos 23:2)? ¿No se supone que siempre deberíamos vivir en triunfo (2 Corintios 2:14)?
La razón por la cual nuestra creencia cristiana choca con nuestra experiencia humana es porque a veces hemos caminado demasiado cerca de la equivocada doctrina del Evangelio de la prosperidad, creyendo que la fe garantiza abundancia material, salud, bienestar y éxito en todo momento. Sin embargo, Dios mismo a través de Su Palabra nos anticipa la existencia de estos altibajos, que Él permite en Su soberanía y redime para Su gloria y Sus propósitos. No hay muchas páginas en la Biblia donde haya un creyente libre de complicaciones: es más frecuente encontrarse con compañías como la de Job, José, David, Daniel, Jesús y los apóstoles.
"¿No se supone que todo estaría bien?" La respuesta correcta no es "no", más bien es "sí, pero no en la forma que esperamos". No en la forma que esperamos, porque –como hemos visto– las dificultades existen, son reales y duelen. Pero sí, porque aún en medio de esas cosas, la gracia de Dios es suficiente (2 Corintios 12:9). Su poder nos libra de ellas (Salmos 121:1-2), Su consuelo nos devuelve la paz en medio de ellas (2 Corintios 1:3-4), Su presencia nos fortalece para enfrentarlas (Filipenses 4:12-13) y Su salvación nos da la esperanza de mirar hacia el tiempo donde ya no existirán (Apocalipsis 21:4).
"¿No se supone que todo estaría bien?" Desde el punto de las circunstancias, no, no siempre estará todo bien. Pero, ya que el Señor está con nosotros en medio de ellas, sí, todo estará bien.
A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)
Foto por Donald Tong en Pexels
¡Comparte este post!
¡Excelente, hermano! Dios nunca nos prometió que estaríamos sin tribulaciones en este mundo.
ResponderBorrarAsí es! Como el Señor anunció "en el mundo tendrán aflicción" pero siempre tendremos la promesa "confíen, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33)
BorrarDe acuerdo a como yo interpretó (y espero a través del Espíritu Santo..), la doctrina de salvación, Dios nos promete una vida feliz y sin tribulaciones... Pero no aquí... En medio de lobos, sino en su precencia cuando nos venga a buscar... Mientras tanto todo lo que nos pase será de acuerdo a su propósito (no el mio), y su voluntad porque así lo he querido al reconocerlo como mi único Salvador.
ResponderBorrarCreo que hay una mezcla, o una tensión en nuestra vida presente. Si bien nuestro camino no es fácil en algunos sentidos, en otros es plenamente bendecido. Por ejemplo, pese a todos los salmos donde David se lamenta, aún así él escribe en el Salmo 23 "Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida". Pablo tuvo la misma experiencia de circunstancias adversas y felicidad interna =)
Borrar