24 de diciembre de 2021

Un Mensaje de Amor Encarnado


[Mensaje predicado en Navidad 2020]


"Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad a los hombres" (Lucas 2:13-14)

Hay algo curioso en en este pasaje clásico de Navidad, pensando en nuestra manera tradicional de verlo. Usualmente enfocamos este hecho -la Encarnación de Jesús- con los lentes de lo que significa para nosotros, y en base a su relevancia como un regalo de perdón y salvación. Esto es la esencia del mensaje del primer ángel, sin duda (Lucas 2:8-12). Sin embargo, el énfasis de todo el resto de los ángeles parece ser distinto. De hecho, el texto nos dice que ellos aparecen principalmente con el propósito de alabar a Dios, y de compartir esa alabanza con los pastores (v. 13), y en este contexto, la bendición para los hombres toma un papel secundario y adicional, frente a la primera declaración: "Gloria a Dios en las alturas" (v. 14). La pregunta es, ¿por qué este énfasis?

La respuesta -como lo podemos intuir- es que el acto de la Encarnación es digno de alabanza. Pero esto es una respuesta "en frío", podríamos decir; es correcta, pero nos falta la reflexión que nos permita darla con convicción. Por eso, para poder responder con plena certeza por qué los ángeles dan gloria a Dios por hacerse hombre, necesitamos sumergirnos en esta doctrina de la Encarnación.


El Verbo era Dios


Las palabras del autor C.S. Lewis en su novela Las Crónicas de Narnia: La Última Batalla, bien podrían ser el punto de partida de nuestra reflexión: "En nuestro mundo, una vez un establo tuvo dentro algo más grande que el mundo entero". La gloria de la primera Navidad comienza con la gloria de la Persona que nació en el establo de Belén esa noche.

¿Quién es Jesús? En la Biblia encontramos muchas respuestas, pero una de las mejores, concisa y contundente, la encontramos en el Evangelio de Juan, entre sus primeras líneas. "Jesús es el Verbo" es la respuesta de Juan. Pero, ¿quién es el Verbo? Esta respuesta viene con un cable de vuelta a Génesis, como lo han notado algunos comentaristas. Así como en Génesis 1:1, donde en el principio estaba Dios y Él creó todas las cosas, de la misma manera en Juan 1, el Verbo estaba en el principio con Dios, Él mismo era Dios y por medio Suyo todas las cosas fueron creadas (Juan 1:1-3). Jesús es el mismo Dios que está presente en Génesis formando el universo, ni más ni menos, en toda la intensidad de la palabra.

Por si esto fuera poco, el hecho de que Jesús sea el Creador nos conduce a las doctrinas que los teólogos denominan la auto-existencia y la trascendencia de Dios. Auto-existencia se refiere a que, como Dios creó todas las cosas, Él no necesita de ninguna de ellas para existir; al contrario, es Él "quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25) “y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder"(Hebreos 1:3). Él no depende de nada, pero todo depende de Él. Tal como lo dijo a Moisés, y tal como le diría a los judíos más tarde, Él es Yo Soy (Éxodo 3:14; Juan 8:58), el que existe y tiene vida en Sí mismo (Juan 5:26), y el que "desde el siglo y hasta el siglo" es Dios (Salmos 90:2), sin necesitar de nada ni nadie.

Trascendencia, por otra parte, significa que como Dios es Creador de todo, Él existe independientemente, y por encima de todo lo que ha creado. El tiempo y el espacio fueron creados por Dios, lo que nos dice que Él no está limitado de manera alguna por estas cosas. "En el principio era el Verbo" significa que antes de que el reloj de la creación entera y de la historia visible e invisible comenzara, diera su primer paso, Jesús ya estaba ahí, existiendo en Su propia eternidad junto al Padre y al Espíritu. Esto es lo que también hace que tenga sentido cuando Pablo nos dice que Dios "habita en luz inaccesible" (1 Timoteo 6:16): como toda la creación está sujeta al tiempo y al espacio, existe una dimensión en la que Dios y sólo Dios puede estar, la misma dimensión en la que Él estaba antes de crearlo todo. Toda criatura es limitada, pero Dios es ilimitado, y eso hace que aún el ser celestial más majestuoso tenga que mirar Su gloria "desde lejos", porque Dios es por naturaleza inalcanzable e inaccesible. És es verdaderamente el Altísimo, Dios "en las alturas", no uno que simplemente está muy alto, sino el que está en lo más alto; Aquel que tiene un grado superlativo de altura y grandeza [1]. Es en vista de esta trascendencia de Dios que el famoso teólogo Karl Barth lo denominó el "completamente Otro", el Ser Supremo que tiene una diferencia tan abismante con Su creación que no hay punto de comparación posible.


Y el Verbo se hizo carne


¿Por qué traer a colación estos datos tan técnicos y aparentemente tan "fríos"? La respuesta es que solamente cuando retomamos un sentido de asombro frente a Jesús, y adquirimos una vaga idea de la distancia infinita que hay entre el cielo y la tierra, que empieza a cobrar sentido el milagro más extraordinario de toda la historia: "Y el Verbo se hizo carne" (Juan 1:14, LBLA).

Creo que es claro para nosotros que el significado de una acción está determinado por la naturaleza de la persona que la realiza. No es lo mismo decir "el presidente dio mil pesos de ofrenda" que decir "el mendigo, el que busca comida en la basura, dio mil pesos de ofrenda". Aunque la acción es la misma, la condición del mendigo la hace tremendamente más significativa. En la Encarnación sucede exactamente lo mismo. No es cualquiera, sino el Verbo, el que se hizo carne. Fue el Eterno, el Inaccesible, el Trascendente, el Alfa y la Omega, el Dios Altísimo, Yo Soy, el que se hizo un ser humano. Lo Infinito se volvió pequeño, el Soberano se hizo siervo, el Incomparable se hizo frágil. Este contraste no debería menos que abrumar nuestro entendimiento y maravillarnos.

Desde el momento de la creación, y a lo largo de todo el Antiguo Testamento, vemos a este Dios trascendente limitándose a Sí mismo, acercándose, entrando en el tiempo y en el espacio para darse a conocer a Sus criaturas, para tener una relación real con ellas. Pero nunca hubo nada como esto que sucedió la primera Navidad en Belén.

"En rudo y prestado pesebre nació,
Cristo, mi Cristo
Ni cama ni almohada Su cuerpo gozó,
Jesús mi Señor
Dueño era Él de las Pléyades mil
Suyos los mares y montes sin fin
Ricos tesoros Él puede contar
Más pobre vivió, mi ser por salvar"

Esta forma en que lo expresa una antigua canción de Navidad es una de las aproximaciones más hermosas que conozco a este momento único. Nos recuerda que el Verbo, "siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:6-7) y "por amor a [nosotros] se hizo pobre, siendo rico, para que [nosotros] con Su pobreza [fuésemos] enriquecidos" (2 Corintios 8:9). Si quisiéramos describirlo con imágenes, el regreso del hijo pródigo puede pintarnos esa escena. En la parábola (Lucas 15:11-24), el padre (que representa a Dios) no sólo está esperando al hijo rebelde (lo cual por sí solo ya es digno de admiración) sino que al verlo en el horizonte, asume la actitud más extravagante posible para un padre de familia oriental: dejando de lado su dignidad [2], él toma sus vestidos y corre a su encuentro para abrazarlo y besarlo. Esa primera Navidad, Jesús hizo lo mismo: se despojó de Su dignidad, y dejó de lado "Su trono y corona", como dice el himno, para correr a nuestro encuentro. La Encarnación, de esta manera, no sólo es importante por sus efectos en relación con nosotros, porque hace posible nuestra salvación. También es importante porque nos habla poderosamente del carácter de Dios. Su entrega nos deja ver Sus pensamientos y Su corazón.

Esto es especialmente cierto en el contexto de otro de Sus atributos divinos, que es la omnisciencia. Recordemos que como Él lo sabe todo, es imposible tomarlo por sorpresa, o hacer que tome una decisión "en el momento". Todo lo que Él ha hecho, siempre lo ha querido hacer, desde antes de la fundación del mundo. Hacerse humano, por lo tanto, nunca fue el "plan B" de Dios ni una decisión de último minuto; muy por el contrario, esta idea siempre estuvo en Su mente por toda la eternidad. Desde antes de que el universo existiera, a Él le plació que fuera así, y quiso hacerlo por nosotros. Eso es, como dijimos, lo que nos lleva a pensar en la clase de amor que Él tiene por nosotros, un amor que se agrada en descender de la majestad y la gloria para venir y alcanzarnos. La enorme distancia que Él recorrió entre el cielo y la tierra nos habla del enorme grado de Su amor. Lo que estuvo dispuesto a hacer, todo lo que tuvo que dejar, nos habla de cuán interesado está en nosotros. Por esto tiene sentido que los ángeles den gloria a Dios: no es sorpresa que exista tal admiración celestial frente a esta clase de entrega, del Dios que desciende por amor.


¿Qué nos dice la Encarnación a nosotros?


La Encarnación, de esta manera, deja de ser simplemente una verdad doctrinal, y se vuelve un mensaje personal para nosotros acerca del amor de Dios. El cantante Jesús Adrián Romero escribió los siguientes versos:

¿Qué es lo que sueñas tú, qué mueve tu interior?
¿Qué te llevó a la cruz, cómo es tu corazón?
¿Por qué dejaste el cielo? ¿Cuál es tu pasión?
Quiero entenderlo y conocer tu corazón

Y al conocer tu corazón
Mi mundo se hace pequeño
Se desbaratan mis sueños
Y al descubrir tu gran amor
Cobra sentido mi vida
Todo problema se olvida
[3]

Tal como recuerda esta canción, descubrir el amor de Dios expresado por medio de lo que ha hecho por nosotros tiene la capacidad de transformar nuestra vida. Si has luchado con sentir que la vida no tiene propósito, puedes recordar en esta Navidad que no eres un accidente, sino que desde la eternidad Dios pensó en crearte para tener una relación contigo, y te ama tanto como para dejar el cielo por tu salvación. Si has creído en algún momento que Él está lejano y no escucha tus oraciones, observa al Hijo de Dios dejar Su gloria para vestirse de humanidad y limitaciones, y te darás cuenta de que Él está verdaderamente interesado en ti, y en tu bien. En nuestros momentos de soledad y prueba, el hecho de que el Verbo se haya despojado a Sí mismo para estar con nosotros nos hace crecer en confianza con Él, porque Su entrega nos demuestra que Su amor es real y permanente. Aunque el día sea gris, aunque el dolor toque nuestra puerta y el mundo comience a derrumbarse, podemos mirar con los ojos de la fe al Rey de la creación dejar Su trono para dormir en un pesebre, y darnos cuenta de que pase lo que pase, podemos gozarnos en ser los objetos de Su amor incomparable. Verdaderamente, como dice la canción, cuando logramos vislumbrar un poco del corazón de nuestro Salvador, cuando nuestra mente logra percibir un destello de ese "amor que excede a todo conocimiento" (Efesios 3:19), el resto de los honores, de las glorias y de los sueños que podríamos alcanzar en este mundo palidecen en comparación.

¿No es nuestro Jesús digno de recibir nuestro agradecimiento, nuestra confianza y nuestra adoración? Los ángeles así lo creyeron, y por eso cantaron la gloria del Dios que está en lo más alto, pero que es capaz de bajar hasta lo más pequeño, para ser Emanuel - Dios con nosotros.




Referencias

[1] "húpsistos" en W. E. Vine, Merrill F. Unger y William White Jr., Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words (Nashville, TN: T. Nelson, 1996).

[2] Craig S. Keener, The IVP Bible Background Commentary: New Testament. Second Edition. (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2014), Luke 15:20.

[3] Jesús Adrián Romero, “Se Desbaratan Mis Sueños” en el disco Ayer te Vi (Vástago Producciones, 2008).


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60)
Imagen por Faithlife / Logos Bible Software


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