[Este post es parte de la serie Cómo Estudiar tu Biblia, Paso a Paso, que puedes encontrar completa aquí]

Algunos de ustedes que siguen este blog habrán notado una diferencia en las últimas temáticas: hay mucha menos Teología y Apologética (de hecho, en el momento en que escribo este post aún tengo pendiente continuar con la serie Introducción a la Apologética) y se han multiplicado los post sobre mensajes (sermones), estudios bíblicos y recursos para el estudio. La explicación de este cambio podría resumirse así: me he reencontrado con el estudio de la Biblia como algo de primera importancia.

Sí, antes de la Teología y antes que la Apologética, está la Biblia. Y dado que en varias plataformas hay hermanos realizando un excelente trabajo en estas áreas [1], quisiera darle un poco de espacio a esta otra área de la interpretación y el estudio de la Biblia, pensando en lo esencial que es para todos nosotros. Así que, en esa actitud, quiero ofrecerles esta nueva serie, donde comenzaremos desde un pasaje bíblico, para luego realizar distintas observaciones, entender mejor su significado, identificar sus enseñanzas y posibles aplicaciones a nuestra vida.

¿Para quién es esta serie?

Mi idea es que esta serie pueda beneficiar a cualquier cristiano que tenga interés en entender mejor la Biblia, sin importar si ha comenzado hace poco su vida como creyente. Pero, además, espero que estos consejos beneficien a cualquiera de ustedes que sirva como líder de algún grupo de estudio o incluso como predicador laico [2], ya que los pasos de este flujo de estudio pueden aplicarse perfectamente para desarrollar una lección bíblica o un sermón.

Dos razones para estudiar

Ahora, ¿por qué tenemos que estudiar, en primer lugar? ¿No basta con nuestra lectura (más o menos) periódica de la Biblia? Una primera respuesta es que la misma Biblia nos llama a comprender en profundidad lo que Dios ha dicho. Este es el énfasis del concepto bíblico de "meditar" que probablemente hayas encontrado alguna vez en tu lectura: constantemente se nos motiva a que dediquemos tiempo para reflexionar qué significan y qué implican las palabras de la Escritura (Josué 1:8; Salmos 1:1-2, 143:5; 145:5; 119:15, 23, 27, 48, 78, 97, 99, 148, etc.). Por eso, este proceso de estudio puede ser una forma de enfocarnos en el texto bíblico para meditar en él, entenderlo y así poder llevarlo a la práctica.

Por otra parte, en varios lugares la Biblia nos da a entender que es posible leerla de manera equivocada, en otras palabras, que es posible entender incorrectamente o interpretar mal la intención que Dios tuvo al comunicar Su revelación (2 Pedro 3:15-16; 2 Timoteo 4:2-3, etc.) [3] [4]. Dado lo importante que es la Escritura para nuestras vidas, vale la pena que "pausemos" de vez en cuando nuestra lectura habitual para profundizar nuestro entendimiento de un texto bíblico, especialmente si se trata de uno difícil de entender.

¿Cuál es el plan?

Cada entrada de esta serie tiene la intención de presentar un paso de un proceso de estudio, el cual nos ayudará a entender mejor lo que leemos. Por su parte, también tomaremos nota de los principios generales de interpretación que están detrás de cada uno de estos pasos [5].

Para tratar de aclarar lo más posible esta forma de estudio, trabajaremos tomando un pasaje bíblico como ejemplo, de modo de ver cada paso aplicado en forma concreta. Esta será además una buena forma de poner en práctica lo que hemos aprendido en la serie sobre recursos de estudio bíblico.

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Oro que esta serie pueda enriquecer el tiempo devocional y de lectura bíblica de aquellos hermanos con ánimo de aprender más, y de alguna manera pueda también contribuir para la preparación de aquellos que desean exponer la Escritura enseñando o predicando. ¿Comenzamos?

Referencias

[1] En Facebook, por ejemplo, pueden darle una mirada a las siguientes páginas: Teología Bíblica, Rincón Teológico, Bible Project (Español), Priscila Fonseca, El Peso de la Fe, Reasons for Hope (Español) y la Sociedad de Apologistas Latinos.

[2] Laico es alguien perteneciente a la hermandad, que no ha sido consagrado, como lo sería un pastor.

[3] Tal como lo explica Robert Plummer, estos textos dan a entender que es posible para una persona manejar incorrectamente o distorsionar el significado de la Escritura. Él también cita Salmos 119:18 y Efesios 4:11 para señalar que una comprensión correcta de la Biblia no es automática ni universal: se requiere la iluminación del Señor y muchas veces la instrucción de los maestros que Él ha establecido en la Iglesia para lograrla (40 Questions about Interpreting the Bible, 40 Questions Series [Grand Rapids, MI: Kregel Academic, 2010], pp. 96-98). Wayne Grudem afirma el mismo punto (que es posible entender mal la Biblia), en base a las diferencias de opinión que tuvo la Iglesia primitiva sobre enseñanzas del Antiguo Testamento, por ejemplo, como se ve en el debate de Hechos 15 (Teología Sistemática: Una Introducción a la Doctrina Bíblica [Miami, FL: Vida, 2007], pp. 111-112). Por último, podríamos agregar aquí las ocasiones en que Jesús reprendió a los fariseos o a Sus discípulos por no comprender la Escritura correctamente (Juan 5:36; Lucas 24:25–27, etc.).

[4] Dicho sea de paso, la Biblia admite la posibilidad de que una persona que la lea o la escuche no la entienda en absoluto (como uno de los casos en la parábola del sembrador; Mateo 13:4, 19, o el eunuco etíope, Hechos 8:27–31). Esto puede ser resultado de factores tanto intelectuales como espirituales, pero en esta serie trabajaremos casi exclusivamente en el área intelectual de nuestra comprensión de la Biblia.

[5] La razón de hablar de principios "generales" es que existen también principios de interpretación "específicos", que se aplican especialmente a ciertos géneros literarios dentro de la Biblia (narrativa, cartas, profecía, etc.), los cuales no consideraremos en esta serie.

Foto por John-Mark Smith en Pexels
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