2 de diciembre de 2022

Tres Actitudes Para Crecer con la Palabra de Dios


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"Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación" (1 Pedro 2:2)

El obispo anglicano John Ryle escribió, “crecimiento gradual en la gracia, crecimiento en conocimiento, crecimiento en fe, crecimiento en amor, crecimiento en santidad, crecimiento en humildad, crecimiento en mentalidad espiritual -todo esto lo veo claramente enseñado y exhortado en la Escritura, y claramente ejemplificado en las vidas de muchos santos de Dios. Pero saltos repentinos, instantáneos desde la conversión hasta la consagración, esto no lo logro ver en la Biblia” [1]

Después de meditar en estas palabras por un momento, me parece que puedo ver el punto del obispo Ryle. Aunque uno podría pensar en ejemplos como el de Pablo (donde pareciera que él se convirtió al Señor e inmediatamente se volvió un gran apóstol, un hombre completamente maduro en la fe) la verdad es que el patrón del diseño de Dios no hay saltos instantáneos hasta la madurez: toda la vida cristiana es un camino de crecimiento. Sin duda hay crecimientos más rápidos -como el de Pablo- pero todos sin excepción son un proceso, un proceso que es gradual porque Dios nos involucra a nosotros a ser parte de él. Nuestra salvación es completamente obra de Dios, pero nuestro crecimiento es en buena parte nuestra responsabilidad.

¿Cómo es que uno crece en la vida cristiana, exactamente? Pedro nos da su respuesta en esta exhortación en su primera carta: debemos desear (y obviamente, tomar) la “leche espiritual” para crecer por medio de ella (1 Pedro 2:2). Si examinamos el contexto de este versículo (1 Pedro 1:22-25), descubriremos que esta “leche” es la palabra de Dios, que para los cristianos de este tiempo estaba presente tanto en las Escrituras del AT como en el Evangelio predicado por los apóstoles (1 Pedro 1:25). El argumento de Pedro es el siguiente: una vez que hemos nacido de nuevo por la Palabra de Dios, el siguiente paso es emprender el proceso de crecimiento, mediante la misma Palabra de Dios.

Esta sencilla verdad nos traza un camino a seguir: si hemos decidido seguir al Señor, entonces debemos crecer. Y parte integral de crecer es alimentarnos (para tomar la metáfora de Pedro) de la Palabra de Dios, que en nuestro tiempo está contenida en la Biblia. La pregunta práctica, por tanto, es… ¿cómo está nuestra relación con la Biblia? ¿Hemos podido encontrar en ella esta alimentación que describe Pedro, o hay alguna complicación que no nos deja obtener el crecimiento esperado?

La Escritura misma nos puede ayudar a mejorar nuestra relación con ella. Pensando en este pasaje y en otros, podemos llegar a 3 actitudes importantes que deben estar presentes en nuestra lectura bíblica para que ella abunde para nuestro crecimiento: debemos aprender a leer con detenimiento, con disposición y con deseo.


Actitud #1: Detenimiento


En el mundo natural, el que un bebé tenga leche disponible no hace ninguna diferencia en su crecimiento. Ni siquiera el hecho de ingerirla es garantía de que este alimento va a producir crecimiento. Es necesario que el proceso digestivo del pequeño se lleve a cabo correctamente para que los nutrientes de la leche puedan volverse parte de la materia prima para el crecimiento. De igual manera, ni la cercanía de la Biblia, ni siquiera su misma lectura pueden hacernos crecer si no llegamos a entenderla. Esto es bastante claro, por ejemplo, a la luz de la parábola del sembrador contada por Jesús: la persona que no oye con entendimiento es ilustrada como un terreno que no es fértil, que no puede producir vida ni mucho menos fruto (Mateo 13:4, 19). Probablemente todos hemos podido comprobar este mismo principio en la práctica, cuando en nuestra formación escolar nos han hecho preguntas profundas para evaluar algún contenido que sólo hemos leído o memorizado sin entenderlo: los resultados no son para nada buenos. De la misma forma, de poco sirve que leamos rápidamente la Biblia o en grandes porciones; si no entendemos lo que estamos leyendo, esta forma de lectura difícilmente podrá producir crecimiento en nosotros.

Pensando en esto ¿hay algo que podamos hacer para poder entender mejor? La verdad es que Dios siempre ha estado, y está constantemente edificando a Su Iglesia en el conocimiento de Su Palabra por medio de pastores, maestros y hermanos con experiencia, pero más allá de aprovechar estos medios de bendición, hay otra cosa que podemos hacer en relación con nuestra lectura personal para crecer en entendimiento: podemos meditar en la Palabra, es decir, detenernos para reflexionar y llegar a una mejor comprensión de ella. La relación entre lectura, meditación y crecimiento la podemos ver ejemplificada en el mandamiento que Dios le da a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito" (Josué 1:8). Para poder seguir la voluntad de Dios, se asume que Josué tenía que entenderla, y para esto no sólo tenía que leer, sino que también estar constantemente meditando en la Escritura, trayéndola de nuevo a su mente y a su boca para considerarla. Esta misma relación es evidente en el Salmo 119:97-99: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación”. De hecho, el valor espiritual de esta práctica está reflejado en la gran cantidad de referencias que los Salmos contienen acerca de ella (Sal 1:2; 19:14; 63:6; 104:34; 119:15, 23; 143:5, etc.).

Una primera forma de cultivar nuestro crecimiento en base a la Palabra, por lo tanto, es leer con detenimiento, con dedicación, meditando, dando tiempo y espacio mental para interiorizar y entender la misma Palabra. Pensando en tu relación actual con la Biblia ¿está teniendo ella espacio en tu agenda, y en tus pensamientos? Si no es así, ¿qué decisiones deberías tomar para asegurar que fuera así?


Actitud #2: Disposición


Escuchando la entrevista realizada a un pastor sobre el tema del estudio de la Biblia, una frase se quedó grabada en mis oídos: "Dios no revela Su Palabra para fines de entretenimiento" [2]. Al revisar la enseñanza bíblica acerca del estudio de la Palabra (que, recordemos, en ese tiempo consistía no tanto en leer, sino en escuchar la exhortación del AT y la predicación apostólica) nos daremos cuenta de que efectivamente esto es así. Dios desea que nos acerquemos a Su Palabra con una actitud de disposición, que va más allá de la meta de obtener nuevo conocimiento.

Las palabras de Moisés al pueblo en Deuteronomio 29:29, por ejemplo, son muy iluminadoras: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.” La oración del salmista en el Salmo 119:33-34 también refleja esta misma verdad: “Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad". Estos pasajes y otros semejantes [3] nos recuerdan que, efectivamente, Dios no revela Su Palabra para fines de entretenimiento: lo hace para que ella tenga efectos concretos en nuestra vida. Él nos enseña Su verdad para que nosotros la apliquemos. Por lo tanto, el crecimiento en la Palabra es inseparable de una lectura con esta disposición a poner en práctica lo que vamos a leer.

Ahora, esto no significa que todo lo que está en la Biblia deba tener una acción visible como resultado. A veces, lo que Dios desea que hagamos es tomar una decisión o adoptar una actitud en el interior, como, por ejemplo, creer o aferrarnos a una verdad, cambiar de perspectiva, motivarnos a la admiración y la alabanza, llevarnos al arrepentimiento o crecer en confianza. Pero ya sea en lo externo o en lo interno, si queremos crecer por medio de la Palabra, debemos mantener en nosotros constantemente la intención de reducir la distancia que existe entre el ideal de vida que encontramos en la Biblia y la forma en que caminamos cotidianamente. La Palabra de Dios no es una idea hermosa para ser apreciada una vez a la semana; es una verdad para ser vivida todos los días.

Hace algún tiempo escuché la historia de un hombre que visitó una iglesia afroamericana. Durante el servicio, el pastor se sentó y comenzó a tocar el piano, y a decir “Sí, Señor. Sí, sí, Señor.” El visitante naturalmente no entendió lo que sucedía, y su confusión fue mayor cuando vio que otras personas comenzaron a unirse al pastor con las mismas palabras: “Sí, Señor. Sí, sí, Señor.” Al final, toda la iglesia era un coro que repetía, “Sí, Señor, sí”. Luego de un rato, las voces bajaron, y el pastor dirigió la oración, diciendo “Señor, ya escuchaste nuestra respuesta. Ahora dínos lo que quieres que hagamos” [4]. Esto se llama disposición, y es la actitud de una persona que está lista para crecer a través de la Palabra de Dios. Como el apóstol Santiago nos recuerda, la bendición del crecimiento es para quienes están dispuestos a aplicar lo que leen: “El que mira atentamente en la perfecta ley [...] no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:25). Si la primera actitud -detenimiento- nos recuerda que debemos leer para entender, esta segunda actitud -disposición- nos llama a entender para practicar.


Actitud #3: Deseo


Hay una última actitud con la que debemos trabajar, que probablemente es la más importante de todas porque es la que finalmente nos moverá a encontrarnos con la Palabra: el deseo. Mientras que la actitud del detenimiento se trata de nuestra mente, y la disposición involucra nuestra voluntad, el deseo nos va a llevar a examinar nuestros afectos. ¿Por qué? Porque si bien nuestras dificultades con la Biblia pueden provenir de circunstancias más prácticas como que el no nos guste leer o nos cueste concentrarnos, la verdad es que hay un problema más de fondo, que es el de nuestra actitud hacia Dios. Nuestro deseo de acercarnos a la lectura bíblica (y a cualquier disciplina espiritual, en realidad) refleja nuestro deseo de acercarnos a Dios. En el caso ideal, dado que Dios se nos revela a través de Su Palabra escrita, nuestro amor hacia Él debería producir necesariamente una alta estima por Su Palabra, y un deseo de conocerla para conocer más y mejor a Dios. Por eso, si nos encontramos luchando - o, sinceramente, fallando- en el area de nuestro crecimiento en la Escritura, una de las primeras preguntas que debemos hacernos es, ¿Estoy deseando conocer al Señor en Su Palabra? ¿Realmente creo que esto es una forma de acercarme a Dios, un acto de adoración?

El deseo por la Palabra es un tema complejo, porque hoy en día existe una creciente disposición en nuestra cultura cristiana a menospreciar la Escritura. Esta tendencia viene de creyentes sinceros, pero que han sido heridos por otros miembros de la iglesia que se han aprovechado de la Escritura y la han utilizado como excusa para maltratarlos o beneficiarse a costa de ellos. Desde este punto de vista, ya que los creyentes que estudian la Escritura terminan siendo críticos, legalistas, hipócritas, soberbios y poco espirituales, como lo fueron los fariseos, la solución debe ser concentrarse más bien en cultivar una relación con Jesús, pero dejando de lado la Escritura. “La letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6) es un texto favorito de ellos (sacado de contexto, como podríamos esperar). La triste consecuencia de esta decisión es que su vida espiritual empieza a debilitarse, porque al dejar de lado la lectura bíblica ellos pierden de vista parte esencial del camino de conocer al Señor, y pierden este medio de gracia que Él mismo ha provisto como el alimento necesario para el crecimiento.

Las personas que caen en este falso dilema de elegir entre Jesús y la Escritura, se desconectan -paradójicamente- de la actitud del propio Jesús, quién demostró Su aprecio por la Escritura desde muy joven al quedarse a estudiar con los doctores de la ley en el templo (Lucas 2:41–49). Lo que algunos cristianos consideran hoy una tarea fría, demasiado intelectual y de segunda importancia, el Señor lo llamó “estar en los negocios del Padre” (Lucas 2:49). Vio en el estudio de la Palabra un camino hacia la relación con Su Padre, algo tan importante como para apartarse de la cercanía de Su familia terrenal. Lo vio como un acto de devoción y adoración, como una necesidad. Jesús amaba la Palabra, porque es Su propia Palabra, y nosotros haríamos bien en renovar nuestra mente para hacerlo también, de la misma forma que deberíamos hacerlo con cada una de las cosas que Dios ha provisto para nuestro crecimiento.

* * *

¿Hay algo que esté deteniendo tu crecimiento en este día? ¿Una agenda llena de otras prioridades, una falta de tiempo para meditar? ¿Una lectura liviana y con poca fe, que no alcanza a afectar tus acciones cotidianas? ¿Un concepto equivocado de la Escritura? Si es así, que el Espíritu Santo pueda ayudarnos a cada uno a corregir estas deficiencias, y crezca en nosotros el anhelo de estudiar Su Palabra detenidamente, con un corazón dispuesto a vivirla, y con el deseo de nunca separarnos de ella, para conocer a Dios.





Notas

[1] J. C. Ryle, Holiness: Its Nature, Hindrances, Difficulties and Roots (London: William Hunt and Company, 1889), p. xxiv.

[2] Logos Bible Sofware, “Applying the Bible in Bible Teaching with H.B. Charles - Bible Study Magazine Podcast”. Youtube.com. https://www.youtube.com/watch?v=RQB9dB6x_CA

[3] Aquí podríamos incluir el mismo pasaje de 1 Pedro 2:1-2, observando que la exhortación a “desear” el alimento de la Palabra viene acompañada de una exhortación a dejar de lado lo malo (“desechando… desead”). Lo mismo sucede en el caso de la exhortación similar de Santiago (Santiago 1:21, “desechando… recibid”): al mismo tiempo que buscamos crecer en la Palabra, debe existir una decisión paralela de cambiar nuestra forma de vivir.

[4] George Guthrie, “How to Read Your Bible - Lecture 3: Basic Tools For Reading Your Bible”. BiblicalTraining.org. https://www.biblicaltraining.org/learn/foundations/nt102-how-to-read-your-bible/nt102-03-basic-tools-for-reading-your-bible#class--transcript


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60), y todas las citas desde fuentes en inglés han sido traducidas por el autor del blog
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