4 de diciembre de 2018

La Bendición De Detenerse

[A continuación, les comparto el mensaje que tuve la oportunidad de predicar la semana recién pasada]

En el ritmo de nuestro día a día, siempre falta tiempo para seguir trabajando y dedicarnos a nuestras responsabilidades. Ya sea en los estudios, el empleo, el hogar, la crianza o los grupos y organizaciones de los que formamos parte, hay una exigencia constante de tareas sobre nosotros que a veces dura hasta terminar el día, o incluso más. El éxito de las bebidas energéticas, y el aumento de los casos de estrés son algunas evidencias que lo demuestran.

Entre toda nuestra lista de cosas por hacer, es probable que se nos haya olvidado que el descanso ocupa un lugar relevante en el plan de Dios para la vida humana. Cuando le damos una mirada a este aspecto en la Biblia, nos daremos cuenta de que estamos perdiendo algo muy importante.

El descanso es una bendición


Lo primero que debemos tener en mente es que el cansancio y el desgaste, como los experimentamos hoy en día, no eran parte del plan original de Dios. Entraron en la vida humana como consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva:

"Al hombre [Dios] le dijo: Puesto que accediste a lo que te dijo tu mujer, y comiste del árbol de que te ordené que no comieras, maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida [...] Comerás el pan con el sudor de tu frente" (Génesis 3:17, 19)

Frente a esta realidad es que nos damos cuenta que cuando Dios habla sobre descansar o reposar, habla de algo bueno, de una solución a esta carga. Una mirada rápida al contexto general de la Biblia nos mostrará que esta es la regla: siempre -excepto cuando la persona no está cansada, en otras palabras, cuando es una expresión de pereza (Proverbios 6:9-11)- el descanso tiene una connotación positiva. Es más: en varias ocasiones, el descanso es descrito como una bendición de Dios. Un conocido pasaje del Antiguo Testamento resume bien esta relación:


"Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará" (Salmos 23:1-2, RV60)

Hasta aquí todos estamos de acuerdo: en medio del cansancio, el descanso es una bendición similar a tomar agua cuando se tiene sed. Es algo que llegamos a anhelar, pero que pocas veces alcanzamos, porque nuestras responsabilidades y proyectos son demasiados y urgentes. Aparentemente, no hay más tiempo para descansar del que nos permite el sueño de la noche (suponiendo que tenemos el privilegio de dormir una cantidad decente de horas).

Sin embargo, hay otro punto que Dios nos presenta en la Biblia sobre el descanso que debe hacernos reflexionar.


El descanso es un principio y un mandamiento


Dentro del conjunto de leyes que Dios dio a Su pueblo Israel luego de sacarlos de Egipto, existe un grupo especial, esa especie de constitución que llamamos los "Diez Mandamientos", y que revelan los principios más generales de la voluntad de Dios. Dentro de este decálogo, se encuentra el mandamiento divino de descansar: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo" (Éxodo 20:8)

Antes de seguir adelante, sin embargo, resulta necesario que nos detengamos y hagamos un poco de trabajo teológico, porque la primera mención de este tema del "día de reposo" naturalmente dispara en nosotros el pensamiento de que este principio, a pesar de estar en los Diez Mandamientos, es uno dirigido únicamente al pueblo de Israel, y no a nosotros, la Iglesia de Cristo. Ya que no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 7:4-6), este mandamiento no nos toca, al igual que tampoco nos toca la prohibición de comer carne de cerdo o vestirnos con ropa de diferentes telas.

Sin duda, esto es cierto. Dios, de hecho, deja muy claro que el mandamiento acerca del día de reposo es una "señal" especial del pacto que hay entre Él y Su pueblo escogido:


"Ustedes deberán respetar mis días de reposo, porque es una señal entre ustedes y yo por todas las generaciones, para que sepan que yo soy el Señor, que los santifico [...] Así que los hijos de Israel respetarán el día de reposo y lo celebrarán por todas las generaciones como un pacto perpetuo." (Éxodo 31:13, 16)

No obstante, varios comentaristas llaman nuestra atención a la forma en que el Señor habla en este pasaje. "Acuérdate" en Éxodo 20:8 sugiere que la esencia del cuarto mandamiento no es algo nuevo, sino que ya tiene un precedente, y es algo que podemos comprobar cuando leemos estos pasajes en su contexto completo:


"Porque yo, el Señor, hice en seis días los cielos, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero reposé en el día séptimo. Por eso yo, el Señor, bendije el día de reposo y lo santifiqué" (Éxodo 20:11)

"Será una señal para siempre entre los hijos de Israel y yo, porque yo, el Señor, hice en seis días los cielos y la tierra, y el séptimo día reposé" (Éxodo 31:17)

Ambos apuntan a lo que nos cuenta Génesis 2:2-3: después de crearlo todo, Dios reposó. La palabra que se usa -heb. shabath, "detenerse"- hace mucho sentido aquí; ya que Dios no se cansa (Isaías 40:28), Su reposo no significa otra cosa que simplemente dejar de hacer. Y por más extraño que sea eso, Dios bendijo y santificó el momento en que se detuvo. ¿Por qué? Probablemente tiene que ver con lo que Jesús nos dijo acerca del día de reposo: aunque Dios no necesitaba descansar, Él pensó en el hombre y apartó un día para detenerse; el día de reposo fue hecho por causa -o para el bien- del ser humano (Marcos 2:27). Dios dejó Su propio ejemplo para que nosotros estableciéramos una separación entre el trabajo y el descanso que fuera de bendición. Y todo esto, antes de que fuera un mandamiento para Israel; en otras palabras, el principio de descansar que Él quería comunicar está más allá de la ley, pues fue establecido antes que ella.

Ahora, eso no significa que los cristianos deben volver a quedarse el día sábado en sus casas limitando la cantidad de esfuerzo físico que hacen. Pero sí significa que el descanso es algo importante, lo suficiente como para que Dios lo quiera para nosotros.


"No tengo tiempo para descansar"


Una vez que hemos identificado este principio divino, llegamos a la parte complicada: la aplicación en nuestras vidas. Se hace difícil, pues nos encontramos con el mismo problema de siempre: tenemos demasiado que hacer, y muy poco tiempo. ¿Cómo descansar si aún nos queda la mitad de nuestras tareas pendiente?

Este conflicto, no obstante, revela algunas cosas más profundas sobre nosotros que no están bien y que necesitamos solucionar.

En primer lugar, nuestra resistencia al descanso revela que no entendemos el diseño de Dios para la vida. Actuamos cada día pensando que más trabajo siempre es mejor, y siempre equivale a mayor éxito, pero eso no es verdad. Dios estableció un tiempo para el día y uno para la noche -uno para trabajar, y otro para detenernos, como asume Juan 9:4- para ayudarnos a sobrellevar el cansancio y el desgaste. Cuando no respetamos este diseño, en lugar de ir avanzando, retrocedemos. Cuando el estudiante sigue estudiando sin dormir, su cerebro deja de captar información nueva y tampoco puede retener la que ya tiene, pues esto ocurre durante el sueño. Cuando el padre o la madre siguen trabajando en el hogar cuando deberían estar acostados, su mente empieza, literalmente, a entrar en una "economía de guerra", en un estado de estrés que favorece los malos entendidos, las frustraciones y los enojos. Cuando el trabajador excede su límite, su cuerpo tarde o temprano se resentirá y revelará lesiones y enfermedades. Ignorar el ritmo de Dios para la vida -el ritmo de trabajo y descanso- es contraproducente.

En segundo lugar, resistirnos a la idea de descansar revela nuestra falta de fe. Si pensamos que nuestro éxito en la vida depende exclusivamente de nosotros, por supuesto que nos desgastaremos por lograr nuestras metas; nuestra capacidad es todo lo que tenemos. Sin embargo, tal mentalidad de independencia es totalmente ajena a la vida cristiana, pues no le da lugar a la confianza en Dios. Es bueno esforzarse, pero esta forma de pensar de "si no lo hago yo, no se hace" ignora que Dios es nuestro ayudador y Él es de quien depende el éxito de todo proyecto y trabajo. Es más, cualquier esfuerzo que hagamos sin Su bendición es en vano:


"Si el Señor no edifica la casa, de nada sirve que los edificadores se esfuercen. Si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que los guardias la vigilen. De nada sirve que ustedes madruguen, y que se acuesten muy tarde, si el pan que comen es pan de sufrimiento, y el Señor da [durante] el sueño a los que él ama." (Salmos 127:1-2)

En tercer lugar, resistirnos al descanso muestra que nuestras prioridades están mal ordenadas. Una persona que está dispuesta a consumirse física, mental y espiritualmente por conseguir bienes materiales muestra que su vista no está puesta en las cosas de arriba, sino en las de la tierra, al contrario de lo que nos indica el apóstol Pablo (Colosenses 3:1-2). El mismo Señor Jesús -después de contar la parábola del rico insensato, que ya es suficiente lección- concluye diciéndonos que no deberíamos vivir preocupados ni siquiera por las cosas básicas, porque la vida es mucho más que eso. Hay otra prioridad que es aún mayor:


"Por eso les digo que no se preocupen por su vida ni por lo que han de comer, ni por su cuerpo ni por lo que han de vestir. La vida es más que la comida, y el cuerpo es más que el vestido [...] Busquen ustedes el reino de Dios, y todas estas cosas les serán añadidas." (Lucas 12:22-23, 31)

En resumen, la mentalidad que dice "no puedo detenerme a descansar, tengo demasiado que hacer" no sólo no es sana, al punto de ser contraproducente; también revela que le hemos dado una importancia desmedida a cosas pasajeras, incluso por encima de aspectos esenciales como nuestra salud, nuestras relaciones personales y nuestra relación con Dios.


Priorizar es la respuesta


Esta lucha con nuestra agenda es una que todos compartimos. Nuestras obligaciones y deberes no se harán a un lado sólo porque necesitamos descansar. Van a competir por nuestro tiempo y atención. En medio de todo eso, la respuesta es priorizar.

Dios lo hizo así para que Su pueblo se detuviera. El día de reposo era sagrado, y por lo tanto, tenía la mayor prioridad. Toda tarea, toda responsabilidad debía ser ajustada dentro de los seis días de trabajo, porque el séptimo había sido apartado por el Señor para que las personas descansaran y tuvieran comunión con Él.

Si queremos seguir este principio divino, la respuesta es la misma: como toda cosa que vale la pena hacer en la vida, si la consideramos importante, entonces debemos darle prioridad. Y esa prioridad en la práctica se ve reflejada en un espacio dedicado, apartado y santificado en nuestra agenda diaria o semanal. Quizás parezca una misión imposible, pero si hemos entendido que el descanso es parte de la buena voluntad de Dios para nuestras vidas, tenemos que esforzarnos por haber lo que deberíamos hacer para cada cosa verdaderamente importante: darle prioridad y dedicarle tiempo exclusivo.


Beneficios eternos


Dejar de lado tareas y quehaceres por descansar puede parecer irresponsabilidad, en algunos casos, y un sacrificio, en otros. Pero en realidad, en medio del cansancio de la vida, es lo más productivo que podemos hacer. Es una inversión para las cosas importantes.

Detenernos renovará nuestras fuerzas físicas, para que podamos ser más efectivos cuando retomemos nuestras tareas. La escritora María Goff lo pone de esta manera: "El trabajo duro y el buen descanso no son mutuamente excluyentes: se complementan el uno al otro" [1]. Nuestra mente también se verá beneficiada cuando tomemos tiempo para detenernos: será más fácil razonar, escuchar y comprender, tener paciencia y fuerza de voluntad. Reposar en la Biblia es sinónimo de tranquilidad y renovación.

Pero el beneficio más importante resulta cuando nos detenemos para dedicarnos a tener comunión con Dios. Ese es el sentido más profundo y más renovador que puede tener el reposo.

Los estudiantes de la aplicación de idiomas Duolingo periódicamente son recordados que alguien puede aprender un idioma practicando 15 minutos al día, mientras que no hay ningún beneficio en invertir esos 15 minutos en redes sociales. Es lo mismo con el descanso. ¿Qué pasaría si aparto 15 minutos de mi mañana para detenerme, y tener comunión con Dios de alguna manera? Quizás perderé 15 minutos de avance en algún proyecto o responsabilidad -suponiendo que nunca me distraiga ni me detenga en mi trabajo- pero habré ganado muchísimo más, pues dedicar tiempo para descansar en el Señor es lo que puede impactar mi vida de la forma más profunda. Es lo que fui creado para hacer, y es tomarle el gusto a lo que haré por toda la eternidad

Sí, por culpa de su hermana, Marta quedó mal delante de su invitado importante. Quizás el almuerzo se retrasó, el piso estaba sucio o la mesa no estaba lista para comer. Había demasiado que hacer, y poco tiempo. Pero la persona que había priorizado, la mujer que estaba detenida, reposando a los pies de Jesús, era la que estaba logrando más en la vida:


"Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada" (Lucas 10:41-42, RV60)



Referencias

[1] Maria Goff, Love Lives Here

A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)


¡Comparte este post!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario