22 de diciembre de 2022

¿Rey, Sacerdote o Mago?


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"Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino
." (Mateo 2:1-12)

La historia es conocida por todos, ¿no es cierto? Tres reyes magos viajando desde oriente, guiados por una estrella, buscando al rey de los judíos, son dirigidos por el rey Herodes hacia Belén, donde encuentran a Jesús acostado en el pesebre y le adoran. Un clásico de cada Navidad.

Bueno, con la salvedad de que la Biblia no nos dice que fueran tres, ni que fueran reyes, ni que llegaron al pesebre, efectivamente, es una historia conocida. Sin embargo, con todo lo famliar que nos resulta, sigue representando un desafío para nosotros, porque nos habla sobre nuestro carácter y las decisiones que tomamos. En este pasaje ocurre el mismo fenómeno que veremos repetirse en el resto del Evangelio: la misma persona -Jesús- da origen a una variedad de sentimientos y respuestas diferentes, algunas de las cuales son aprobadas por Dios, y otras, rechazadas. Pensando en esta fecha tan especial, creo que reflexionar en este relato y tomar la actitud que Dios quiere que tomemos es una de las mejores formas de comenzar el nuevo año.


El anti-ejemplo de Herodes


El primer personaje mencionado después de Jesús, y que provee el contexto para la visita de los magos, es Herodes, también llamado “el Grande”. Curiosamente, aunque era el rey de los judíos, Herodes no era un judío, sino un extranjero de familia noble que fue nombrado rey por los romanos. Aunque tenía ciertas cualidades positivas y una gran capacidad como político y constructor, estas cosas fueron eclipsadas por su carácter: Herodes pasó a la historia como un tirano y fue especialmente famoso por su obsesión enfermiza por el trono, una obsesión tan intensa que llegó a ejecutar a dos de sus hijos por sospechar de ellos [1].

Es este Herodes el que recibe la noticia acerca de un grupo de sabios del oriente que anda siguiendo a una estrella, y ha llegado a Jerusalén buscando a un nuevo rey de los judíos. El Evangelio nos indica que al oir esto, “se turbó” (v. 3), y con justa razón: siendo muy cercano a la cultura de los gentiles [2], él sabía de la importancia que los eventos astronómicos tenían en la cultura de la su tiempo. Los cuerpos celestiales representaban el orden del universo, y cuando este orden se rompía, significaba que Dios o los dioses estaban anunciando algún acontecimiento especial [3]. En particular, se creía que cometas y estrellas fugaces indicaban el ascenso de nuevos gobernantes, y por implicación, la caída de los actuales [4]. Podemos entender, por lo tanto, el temor de Herodes, quién siendo un extraño al trono de Judea, se vería en grandes problemas frente a un rey legítimo de la dinastía de David. Por eso, fiel a su estilo, planeó discretamente encontrar a este nuevo rey, supuestamente para adorarlo, pero con una finalidad bastante más cruel, como encontramos más adelante.

Creo que ninguno de nosotros estaría preocupado de ser comparado con Herodes, pero miremos de nuevo, y prestemos atención, no tanto a la persona histórica, sino a la actitud que él tuvo: una mentalidad que reacciona frente a Jesús con rechazo, porque está enamorada del poder y no está dispuesta a cederlo a este “nuevo rey”; al contrario, está dispuesta a todo con tal de no hacerlo. Esta forma de pensar, lamentablemente, sí se parece a una que nosotros tenemos el riesgo de adquirir. No somos reyes sobre un país, pero sí podemos llegar a sentirnos gobernantes y dueños de nuestra vida, siendo autónomos, y tomando nuestras propias decisiones. Tal como nuestros antepasados Adán y Eva, los seres humanos nos podemos ver demasiado cómodos en el papel de Dios, conociendo y siendo capaces de evaluar el bien y el mal por nuestros propios criterios. La idea de tener nuestro propio proyecto de vida y nuestras propias prioridades sigue siendo atrayente. Es por eso que cuando este rey Jesús irrumpe en el paisaje, y nos dice que debemos rendirle el gobierno de nuestra vida a Su soberanía, puede que no nos guste y que sintamos la tentación de rechazarlo.

¿Es posible que esta mentalidad nos suene familiar en esta mañana? Si es así, este es un llamado de atención para enmendar el rumbo. Esta actitud de autonomía y de querer hacer nuestra propia voluntad no debería ser asumida por ninguno de los que nos llamamos cristianos, porque es la mentalidad del mundo que no conoce a Dios y que -de hecho- se opone a Él.


El anti-ejemplo de los sabios


Si bien la reacción de Herodes a la noticia sobre Jesús no es sorpresa para nadie, el relato nos presenta una segunda reacción que sí es bastante sorprendente.

El primer paso del plan de Herodes para deshacerse del nuevo rey es encontrarlo, y con este fin él convoca a un consejo compuesto por los principales sacerdotes y escribas (estudiosos de la ley). El rey, astutamente, está asumiendo que si una señal celestial está anunciando a un rey en este tiempo (uno legítimo, que ha nacido para ser rey, como señalan los magos), este no podría ser otro que el Rey Prometido, el Mesías, y por eso les pregunta a los que mejor conocen las profecías donde nacería este personaje. Ellos entregan la respuesta correcta en base al profeta Miqueas: el Mesías nacería en Belén (Miqueas 5:2).

Todo parece bien, pero ese es precisamente el problema. Si los líderes espirituales sabían hace siglos cuál sería el epicentro del movimiento de Dios ¿por qué no había una observación permanente sobre Belén? ¿Por qué cuando el cielo parece entregar una señal de que finalmente el Rey prometido ha llegado, ellos sólo tienen una breve participación, y luego desaparecen de la escena? Esta estrella que se veía desde tan lejos como el Oriente, ¿no brillaba lo suficiente como para llamar su atención? ¿Por qué no hay peregrinajes siguiendo a los magos (cuando sí los hubo, por ejemplo, para escuchar a Juan el Bautista)? La realidad es que esta conformidad de los líderes espirituales con dar una respuesta correcta y nada más, revela que sus convicciones religiosas no eran tan reales como para moverlos a actuar. Les gustaba conocer la ley y los profetas por la identidad y los beneficios que eso les daba (como se los reprocharía el mismo Jesús más adelante) pero cuando llegó el momento esperado por todo creyente sincero, la oportunidad de reconocer al Hijo de Dios (su identidad está implícita en el mismo pasaje que ellos citaron), no se molestaron en intentarlo.

Esto nos habla, en cierto modo, de una mentalidad indiferente, que -aunque parece ser más inocente que la mentalidad autónoma de Herodes- es igual de dañina para la vida espiritual, y siendo cristianos, estamos aún más propensos a adquirir. La actitud de los líderes religiosos es una que, cuando se ve frente al anuncio de Jesús como Rey, lo reconoce como tal, pero sólo a un nivel superficial, sin un compromiso verdadero. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que estamos adquiriendo esta misma forma de pensar en nuestras vidas? Lo podemos ver en el hecho de que, si bien no nos molesta llamarnos cristianos y seguir algunos mandamientos del Señor, sólo lo hacemos mientras convenga. Tal como lo reflejan estos líderes religiosos, evidenciamos esta mentalidad cuando nos contentamos con el conocimiento bíblico y los beneficios que puede entregar, pero no nos molestamos en ofrecer devoción y obediencia ante la Persona que es el centro de la Biblia. Corremos el riesgo de adquirirla cuando nos sentimos orgullosos de hablar de fe y vestir una apariencia de fe, pero no tenemos interés en llevar la fe a la práctica, ni actuar consecuentemente. Debemos preocuparnos cuando nos llegan a agradar demasiado las bendiciones de la vida cristiana, pero esquivamos sus compromisos. La tentación de pensar así es más temible que la mentalidad de Herodes, porque es mucho más sutil y puede introducirse con más fácilidad en nuestro caminar. Sin embargo, si nos encontramos diciendo “Amén” al Señor sólo en lo que es sencillo, sólo cuando nos conviene y sólo cuando Su voluntad cuadra con nuestro proyecto de vida, entonces debemos ponernos en alerta, porque nos estamos pareciendo a estos líderes que comenzaron indiferentes a Jesús, pero que más tarde pedirían que fuera crucificado.


El ejemplo de los magos


La respuesta más sorpresiva frente a la aparición de Jesús en este relato es la de este número desconocido [5] de magos, estudiosos de las estrellas y de otras artes y ciencias. Aunque tenían buena posición al ser de una clase culta, no eran reyes [6], sino que usualmente estaban al servicio de ellos [7], lo que hace más increíble aún su actitud: al ver una mínima señal de que otro Rey diferente, pero más grande, podría haber nacido, empacaron sus cosas, reunieron sus tesoros y emprendieron un largo viaje, con pocas garantías y mucha incertidumbre, siguiendo a la estrella que podría llevarlos a su destino deseado. En este sentido, su actitud contrasta directamente y deja en vergüenza a los líderes espirituales de Israel: estos, teniendo la plenitud de la revelación, no estuvieron dispuestos a recorrer 9 km. desde Jerusalén a Belén para ver a Jesús, pero los magos, teniendo sólo una señal, emprendieron un viaje de cientos de kilómetros con la esperanza de darle ofrendas y adoración. Tal como Abraham, recibieron un mensaje divino, y salieron sin saber dónde iban, porque confiaban en ese mensaje y en que serían recompensados con el objeto de su búsqueda.

Esta mentalidad de fe, sin duda, es la que Dios desea que nosotros asumamos: una devoción sencilla e intensa al mismo tiempo. La mentalidad de los magos es una que, al estar frente a este rey Jesús, busca reconocerlo y adorarlo, contrastando así con la mentalidad de Herodes. Por otro lado, mientras la actitud de los líderes religiosos se contenta con su posición y sus beneficios y prefiere mantener a Jesús a distancia el resto del tiempo, la forma de pensar de los sabios paganos está llena de sencillez y asombro, y está dispuesta a invertir bienes, tiempo y esfuerzo por conseguir acercarse al Señor.


Conclusión


Este tiempo, por lo tanto, introduce un desafío a nuestra vida. En Navidad celebramos a Jesús como el Salvador que bajó del cielo, pero la lectura de hoy nos recuerda que Él también es el Rey, y como tal, establece ciertas demandas sobre nuestras vidas. Desea hacernos libres, pero al mismo tiempo quiere que seamos parte de Su Reino. Nos ama tal como somos, pero también nos llama a seguir Sus pasos e imitar Su estilo de vida. La pregunta es, ¿cómo responderemos a este Rey? ¿Qué decisión tomaremos, ahora que Él se ha manifestado?

Una opción es tomar el camino de Herodes, la mentalidad de la autonomía, de definir nuestro propio destino y de aferrarnos con todas nuestras fuerzas al trono de nuestra vida. Está también delante de nosotros el camino de los sacerdotes y escribas, la mentalidad de la indiferencia, de preferir el título de cristiano antes que la vida de cristiano, de reconocer a Jesús sólo cuando nos conviene. Finalmente, y en forma tremendamente paradójica, está el camino de los magos, de estos sabios que son paganos, pero que al descubrir la verdad se entregan de todo corazón a la búsqueda del Rey; la mentalidad que reconoce a Jesús plenamente, y se goza de honrarlo, aun cuando ofrecer adoración no sea fácil, ni rápido ni económico.

¿Qué camino es el que mejor describe nuestra vida actual? Si no es el de los magos de Oriente, pidamos a Dios que nos ayude con Su gracia a adquirir su forma de pensar, y a ver a Jesús en la forma en que ellos lo vieron: como un rey digno de adorar. ¿Cómo llegar a cumplir el primer y gran mandamiento del Reino, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas”? Los magos nos han marcado el camino en esta mañana, y haríamos bien en seguir su ejemplo. En este nuevo año que comienza, tomemos la misma decisión, de reconocer al Rey comprometiendo toda nuestra vida en adoración.




Notas

[1] Melton B. Winstead, "Herod the Great" en The Lexham Bible Dictionary, eds. John D. Barry et. al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2016).

[2] “El rey Herodes, quien estaba al tanto de amplias corrientes de pensamiento en el Imperio Romano, y auspiciaba templos paganos entre las ciudades gentiles de su dominio, pudo haber estado especialmente propenso a considerar la misión de los magos como importante” (Craig S. Keener, The IVP Bible Background Commentary: New Testament. Second Edition. [Downers Grove, IL: IVP Academic, 2014], p. 49).

[3] Michael
Green, The Message of Matthew: The Kingdom of Heaven. The Bible Speaks Today (Leicester, England; Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2001), p. 68.

[4] Craig S.
Keener, Matthew. The IVP New Testament Commentary Series. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1997), Mateo 2:1-12.

[5] La idea de que eran tres magos en total se debe probablemente a la cantidad de regalos ofrecidos (tres: oro, incienso y mirra).

[6] Se hizo esta asociación entre reyes y magos debido a algunas profecías que hablan de reyes trayendo ofrendas al Mesías, como Salmos 72:10-11 o Isaías 60:1-6.

[7] Keener, Matthew,
Mateo 2:1-12.


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60), y todas las citas desde fuentes en inglés han sido traducidas por el autor del blog
Imagen: "Christmas: Purple Wise Men Reference" (Logos Bible Software)  


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