9 de noviembre de 2023

Prepárate Para la Prueba


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Uno de las lecciones más interesantes del escritor C.S. Lewis la encontramos en el testimonio de su lucha contra el pecado. Él relata que en su combate contra su mal temperamento, frecuentemente se sentía inclinado a excusarse porque este mal carácter estallaba en respuesta a ciertas circunstancias difíciles que lo tomaban por sorpresa, que lo encontraban desprevenido. Sin embargo, después de reflexionar, él escribe, “¿No es lo que hace un hombre cuando es tomado por sorpresa la mejor evidencia de la clase de hombre que es? ¿No es acaso la verdad lo que salta antes de que el hombre tenga tiempo para ponerse un disfraz? Si hay ratas en la bodega, tienes más posibilidades de verlas si entras muy de repente. Pero lo repentino no crea las ratas: sólo impide que se oculten. De la misma manera, lo repentino de la provocación no me hace un hombre de mal carácter; sólo me muestra la clase de hombre de mal carácter que soy.” [1]

¿Quién no ha tenido, como Lewis, un día difícil que nos invita a explotar? ¿Qué nos pasa a cada uno en casos así, cuando somos llevados al límite? ¿Cómo reaccionamos nosotros cuándo nuestra obediencia se ve puesta a prueba en una circunstancia difícil? No sólo es una pregunta interesante; también es tremendamente crucial, porque a veces de la elección que tomemos dependerán cosas importantes. Basta que le preguntemos a Saúl, quién por la presión de las circunstancias ofreció un sacrificio que no debía ofrecer, y como resultado perdió el favor de Dios y dio el primer paso para ser desechado como rey (1 Samuel 13:1-14). La desobediencia puede tener un costo muy alto en nuestra vida natural y en nuestra relación con el Señor. ¿No sería bueno saber cómo afirmarnos en estos momentos, cómo hacer lo correcto? Dios tiene algo para enseñarnos al respecto, a través de Su Palabra.


La prueba está diseñada para ser difícil


Antes que cualquier otra cosa, debemos reconocer que estas circunstancias difíciles -que solemos llamar “pruebas”- vendrán inevitablemente, y vendrán con fuerza. ¿Por qué? Porque detrás de todas ellas, lo creamos o no, está el propósito de Dios. Él permite esas circunstancias complicadas toquen nuestra vida, y nos miren a la cara para preguntarnos si vamos a comportarnos como cristianos o no. ¿Cómo sabemos eso? Porque no somos los primeros creyentes en Dios que experimentan dificultades por este motivo. Él ha estado ejercitando a Sus hijos en este propósito desde hace mucho tiempo.

Fue Dios el que hizo pasar por el desierto, el hambre y la sed a Israel, para probar lo que había en su corazón (Deuteronomio 8:2, 15-16). Fue Dios el que permitió que Job perdiera su abundancia y su salud, para poner en evidencia su fidelidad (Job 1:6-12; 2:1-6). Fue el Espíritu Santo el que llevó a Jesús al desierto para que fuera puesto a prueba (Mateo 4:1). Es Dios el que, en las palabras de Pedro, permite pruebas y aflicciones para poner a prueba la fe de Sus hijos (1 Pedro 1:6-7).

La esencia de la prueba la encontramos en este último pasaje, en un concepto que frecuentemente acompaña al concepto de la prueba: el fuego. Las circunstancias difíciles que Dios permite son como el calor de un horno donde se purifican los metales preciosos (Salmos 66:10; Isaías 48:10; Zacarías 13:9); en nuestro caso, poniendo en evidencia la verdadera condición espiritual de las personas (Éxodo 16:4; Deuteronomio 13:3; Jueces 2:22; 3:4; 2 Crónicas 32:31). Tal como lo descubrió Lewis, en los tiempos de bienestar podemos “ponernos un disfraz”, ser motivados por distintas razones externas a actuar correctamente, pero los momentos difíciles queman todo lo externo hasta dejar el corazón al desnudo. Lo que nos toma por sorpresa, lo que no nos da oportunidad de afirmarnos, lo que nos enfrenta cuando estamos débiles, irritados, cansados y adoloridos, es lo que va a revelar quiénes somos en realidad. Hermano, hermana: piensa un poco en la última circunstancia difícil que enfrentaste, o que venga a tu mente al pensar en este tema. ¿Qué te reveló acerca de tu condición espiritual en ese momento?

Como si esto fuera poco, hay algo que hace este tema más complicado aún: como se puede ver en los ejemplos de Job y Jesús, la prueba muchas veces incluye la posibilidad de la tentación. La tentación es una forma de examen malintencionado promovida por Satanás, pero que Dios permite en muchos casos dentro de la vida del creyente precisamente para ponerlo a prueba (Santiago 1:12, 1 Corintios 10:13). [2]

¿Qué podemos hacer, entonces? Las pruebas y las tentaciones vendrán, y cuando lleguen será demasiado tarde para prepararse. Lo que nos queda a nosotros es tratar de estar listos de antemano para hacer lo correcto cuando eso suceda. Hay distintas formas en que podemos cultivar y alimentar nuestra vida espiritual, pero quiero dirigir su atención a dos conceptos que pueden ser especialmente útiles para estos momentos: decisión y visión.


El poder de una decisión


Un monje medieval llamado Tomás de Kempis escribió en uno de sus libros sobre la vida espiritual, “si el que hace firmes propósitos desmaya muchas veces, ¿qué hará el que no se propone algo sino raramente ó con poca firmeza?” [3] La idea de este autor es que un propósito firme es casi indispensable para mantenernos firmes en la vida espiritual. Y, efectivamente, la Biblia parece confirmar esta observación.

A diferencia de la sabiduría del mundo, que aconseja a las personas que “sigan su corazón”, la vida cristiana es un caminar donde nosotros dirigimos a nuestro corazón por medio de resoluciones. El autor del Salmo 119, por ejemplo, se propuso atesorar la palabra de Dios en el corazón para no pecar contra Él (Salmos 119:11); Daniel tomó la decisión de no contaminarse con la comida del rey (Daniel 1:8) y Josafat dispuso su corazón para buscar a Dios (2 Crónicas 19:3). Josué desafió a su generación a decidir a quién iban a servir como su dios, porque él y su familia ya habían tomado la decisión de servir al Señor (Josué 24:15). El mismo Señor Jesús nos enseña que la vida cristiana implica tomar una decisión diaria de negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirle (Lucas 9:23). [4]

¿Cómo nos ayuda una decisión a enfrentar la prueba? Nos ayuda porque no permite que lo repentino y fuerte de las situaciones nos abra la posibilidad de decidir entre lo bueno y lo malo: al tomar una resolución, ya hemos decidido hacer lo bueno, y esa será nuestra línea de acción. Es como plantar una bandera en un terreno del cual no nos moveremos, como llegar a una isla y quemar los barcos. Es un compromiso al cual lucharemos por serle fieles.

Por el contrario, si no decidimos, nos podemos encontrar dialogando con la tentación hasta el punto en que es demasiado tarde para resistirla, o deliberando en medio de la prueba cuando la presión tiene más probabilidades de derrumbarnos. Hacernos el propósito de seguir al Señor es ganar la batalla antes de pelearla. El pastor Oswald Chambers da testimonio de este mismo principio: “No hay nada que tenga poder contra el hombre que ha peleado la batalla delante de Dios y ha ganado ahí [...] La razón por la que la batalla no es ganada es porque trato de ganarla primero en el mundo exterior. Entra a solas con Dios, pelea la batalla delante de Él, y decide el asunto de una vez por todas” [5]

¿Cuál es la parte de tu vida que es más asediada por la prueba y la tentación? ¿Son tus manos, tus ojos, tus pies? Toma la decisión de usar tu cuerpo de acuerdo a la voluntad de Dios. ¿Son tus palabras, tu carácter? Haz el compromiso de agradar a Dios con tu forma de ser. ¿Son tus pensamientos? Tal como Esdras, toma la resolución de renovar tu mente de acuerdo a la Palabra de Dios. ¿Es tu voluntad, tus prioridades, tus afectos? Haz el propósito que Dios sea el primer lugar en tu vida, tu lealtad más importante y tu más grande amor. Si damos ese paso hoy, cuando llegue el momento de la prueba no quedará mucho espacio para vacilaciones: ya hemos decidido nuestro camino, y sólo nos quedará depender de la gracia de Dios para mantenernos firmes y hacer Su voluntad.


El poder de una visión


Hoy en día uno de los consejos más frecuentes para aquellos que quieren mantenerse firme en una resolución (ya sea hacer ejercicio, comer saludable, formar un hábito de lectura, etc.) es acompañarse de alguien ante quien ser responsable, de manera de rendirle cuentas de lo que se hizo o no se hizo. Pareciera que esto le diera más peso a nuestras decisiones, porque sabemos que después tendremos que responder por ellas.

Creo que este mismo sentido de responsabilidad fue una de las claves del éxito del rey David. Una de las facetas más especiales de su carácter es que, desde el principio de su carrera, podemos ver que él tenía una visión, una conciencia constante de la presencia de Dios en su vida. En su oficio de pastor, ¿quién lo libró del oso y el león? Dios (1 Samuel 17:37). Cuando todo el pueblo miraba el poderío de Goliat, ¿donde estaba puesta la mirada de David? En Dios (1 Samuel 17:24, 26). Cuando se le presentó la oportunidad de matar a Saúl que lo perseguía, ¿por qué no lo hizo? Porque no quiso tocar al ungido de Dios (1 Samuel 24:6). Aún después de su momento más grande de debilidad, donde pareció que se había olvidado de Dios, David volvió quebrantado, y reconociendo a Dios antes que cualquier otra cosa: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos" (Salmos 51:4). David tenía una visión llena de Dios.

Lutero y otros reformadores tenían una frase especial para estas situaciones. Ellos dirían que David vivía una vida coram deo. Esta es una frase en latín que quiere decir “delante de Dios” o “en la presencia de Dios”. Vivir coram deo significa tener conciencia de que toda nuestra vida, hasta el más mínimo detalle, la vivimos en presencia de Dios y está abierta a Su mirada [6]. En efecto, David mismo proclamó esta verdad en el Salmo 139. Él tenía la convicción -y la cultivaba, seguramente a través de la oración y la alabanza- de que en todo tiempo, y en todo lugar, Dios estaba presente, y eso tenía ejercía una influencia poderosa sobre su vida: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido" (Salmos 16:8).

¿Por qué no buscar esta misma visión, esta misma conciencia que tenía David? ¿Por qué no hacer el esfuerzo de vivir una vida ‘coram deo’? Hacerlo será una poderosa fortaleza en medio de la prueba, no sólo porque tendremos una fuerte conciencia de nuestra responsabilidad delante del Señor, sino también porque recibiremos aliento y gracia para estar firmes. Como los Salmos testifican, la conciencia de David de la presencia de Dios no sólo infundía en él esa reverencia que llamamos el “temor de Dios”, sino que lo alentaba e inflamaba su deseo de agradarle. ¿Cómo se superan las pruebas y las tentaciones? La respuesta del autor de Hebreos es precisamente esa: teniendo una visión de fe. Los cristianos debemos vivir “con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2) [7], nuestro ejemplo, nuestra inspiración, nuestra razón de vivir.

Por eso, hermano, hermana, esfuérzate constantemente por mantener tus ojos espirituales abiertos en tu vida cotidiana, para que cuando llegue la prueba o la tentación, sepas que tu Señor está presente, y espera que sigas Su camino.

Cuando estás discutiendo con tu esposo(a) y estás a punto de perder la paciencia y responderle mal... recuerda que estás en la presencia de Dios.

Cuando la última desobediencia de tu hijo(a) sea la gota que rebalsó el vaso... recuerda que estás en la presencia de Dios.

Cuando en el trabajo existe la opción de tomar un atajo provechoso, pero deshonesto... recuerda que estás en la presencia de Dios.

Cuando tus amigos o tu familia te presionen para hacer algo que no es correcto... recuerda que estás en la presencia de Dios.

Cuando en una situación es más fácil mentir o quedarse en silencio que decir la verdad... recuerda que estás en la presencia de Dios.

Cuando te sientas tentado(a) a ceder un poco en tu estándar moral sólo porque nadie te está mirando o porque nadie va a saber lo que hiciste... recuerda que estás en la presencia de Dios.


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La prueba y la tentación vendrán, sin falta. Pero podemos prepararnos para ellas. Podemos ser hombres y mujeres que marquen su rumbo tomando una decisión por Dios, y que graben una visión de Dios en su mente y corazón para no fallarle. Que Dios nos capacite en estas herramientas de Su gracia, para que en nuestro próximo encuentro con la prueba nos mantengamos firmes, le seamos fieles y le glorifiquemos con nuestra obediencia y nuestra fe.




Notas

[1] C.S. Lewis, Mere Christianity (New York: HarperOne, 2001), p. 192.

[2] La tentación está estrechamente relacionada con la prueba en el sentido de ser una forma particular de prueba. Prueba de esto es que el griego -peirazó- es el mismo para ambos conceptos, y sólo se distingue su sentido en base al contexto del pasaje en que se encuentra (ver, por ejemplo, J. I. Packer, “Temptation”, en New Bible Dictionary, ed. D. R. W. Wood et al. [Leicester, England; Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996], p. 1161)

[3] Tomás de Kempis, De la Imitación de Cristo y Menosprecio del Mundo, ed. P. Juan Eusebio Nieremberg, Séptima edición (Barcelona: Eugenio Subirana, 1908), p. 73.

[4] En esta misma categoría tenemos la exhortación de Pablo a que nos presentemos como un sacrificio vivo en ofrenda a Dios, y continuamente experimentemos la transformación de nuestra vida (Romanos 12:1-2).

[5] Oswald Chambers, My Utmost for his Highest: Selections for the Year (Grand Rapids, MI: Oswald Chambers Publications; Marshall Pickering, 1986). Diciembre 27.

[6] Donald K. McKim, “Coram Deo” en The Westminster Dictionary of Theological Terms, Second Edition, Revised and Expanded (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 2014), p. 69.

[7] Así como los santos del AT hicieron grandes hazañas por una visión de fe, estando convencidos del Dios y las promesas que no se veían físicamente (Hebreos 11:1-35), los cristianos son llamados a vivir de la misma manera, con su vista y su fe puestas en el Señor (“Por tanto, nosotros también...”, Hebreos 12:1).


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60), y todas las citas desde fuentes en inglés han sido traducidas por el autor del blog
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