27 de enero de 2020

Una Oración Balanceada

[Comparto con ustedes el mensaje que tuve la oportunidad de predicar hace algunos domingos. El texto base se encuentra en Mateo 6:9-13]

Cuando oramos, ¿qué parte de la oración es la que ocupa más de nuestro tiempo y atención? ¿La alabanza? ¿La gratitud? ¿La confesión? ¿La petición? Podríamos decir, sin tanto temor a equivocarnos, que esta última categoría es la respuesta que estamos buscando. No sólo porque es la oración natural que brota de nosotros en tiempos de dolor y problemas; también podríamos afirmarlo en base a ciertas evidencias del mundo que nos rodea. Si las redes sociales son indicadoras, al menos en cierto grado, del pensamiento de quiénes las publican, eso significa que como cristianos, actualmente estamos muy enfocados en nuestros sueños, deseos y necesidades. Prueba de eso es cada vez que llegan a nuestra pantalla oraciones y bendiciones, desde el sencillo "Que Dios te bendiga" hasta el temerario "declaro en el nombre de Jesús que este será tu día y Él te dará la victoria". Ponemos los ojos en nuestro bienestar, nuestra prosperidad y nuestra satisfacción como personas.

Ahora, esta preocupación natural por nosotros mismos no es necesariamente mala, ni digna de condenación. El pasaje que hemos leído nos lleva a lo que conocemos como el Padrenuestro, el modelo de oración que Jesús enseñó a Sus discípulos, y en esta oración existe un espacio para pedir lo que nos hace falta, e incluso para desear lo que queremos, aunque no sea absolutamente esencial. Pedimos por el pan de cada día, la bendición que Dios nos tenga reservada para cada jornada, reflejando el sustento -en todo sentido, material y espiritual- que podemos esperar con confianza de parte de Él.

Pero esta oración modelo, sin embargo, también nos enseña a adquirir un cierto balance en nuestras oraciones. ¿Cómo? Poniendo, antes de nuestras prioridades, las de Dios.

Si observamos con más calma, nos daremos cuenta de que el Padrenuestro posee una división de sus temas. De las seis solicitudes que contiene, sólo hay tres -las tres últimas- que hablan de necesidades humanas (provisión, perdón y protección) Las tres restantes, que ocupan el primer lugar, tienen que ver exclusivamente con Dios: "Santificado sea Tu Nombre", "Venga Tu reino" y "Hágase Tu voluntad". Dado que nuestras oraciones son un reflejo de nuestras prioridades, eso quiere decir que la oración que el Dios-hombre nos enseñó tiene mucho que ver con las prioridades de Dios mismo, las cuales Él desea comunicarnos.

¿Cuáles son las prioridades de Dios?


En primer lugar, Dios está interesado en ser conocido por las personas. La santidad es la cualidad de ser apartado (y por ende, especial), por lo tanto, "santificado sea tu nombre" implica pedir que el nombre de Dios sea tenido como algo valioso y sea honrado. Recordemos además que en el pensamiento judío, el nombre de una persona representa a la persona completa, su carácter, su reputación, su identidad. Por lo tanto, el deseo divino detrás de esta oración es que el mundo descubra quién es Dios y lo reconozca y lo honre como tal.

Por otro lado, "venga Tu reino" y "hágase Tu voluntad" son oraciones paralelas, que expresan el mismo deseo. El Reino de Dios es un concepto complejo, pero en su sentido más esencial, debemos saber que está definido, no por un lugar físico (expresiones como "el Reino de Dios de ha acercado" y esta misma oración "venga tu reino" no tendrían ningún sentido si el Reino fuera un lugar físico) sino por las personas que lo componen: allí donde hayan personas que crean en Dios y hagan Su voluntad reconociéndolo como Rey, ahí está presente el Reino de Dios. Actualmente existe como una realidad espiritual, moral e invisible que sólo es plena en el Cielo, mientras que aquí en la tierra es parcial; sin embargo, cuando lleguemos al final de la historia, el Reino será manifestado plenamente y en forma física en la nueva Tierra inaugurada por Dios.

Este tema del Reino es tremendamente relevante para nosotros. Debido a la salvación sólo por fe y sólo por gracia, podríamos pensar que -ya que estamos salvados- la vida cristiana se resume a esperar a que Cristo venga a buscarnos como Sus redimidos. Sin embargo, Jesús describe el Reino al que pertenecemos como una realidad que crece (como la semilla de mostaza - Mateo 13:31-32) y que transforma (como la levadura en la masa - Mateo 13:33) lo que tiene alrededor. Somos comparados con obreros que trabajan en un sembrado ("rueguen al Señor de la mies que envíe obreros su mies" - Mateo 9:35-38), con luces que deben alumbrar, con sal que debe dar sabor (Mateo 5:13-16) y con empleados que deben hacer crecer los bienes de Su Señor (parábola de los talentos - Mateo 25:14-30). "Venga Tu Reino" y "hágase Tu voluntad" implican, entre otras cosas, pedir que Dios actúe por medio nuestro en este mundo, utilizándonos como instrumentos de justicia, de paz y bendición para otros.


Implicaciones de las prioridades de Dios


Dios quiere ser conocido. Dios quiere establecer Su Reino entre nosotros. ¿Qué significa esto en la práctica para nosotros? La respuesta es que nos lleva a moldear de una forma diferente nuestras oraciones, y por extensión, nuestras acciones.

Si Dios quiere ser conocido, entonces debo dejar junto a mis peticiones un espacio para orar por dirección, para que Dios me ayude a saber cómo hablar de Él. Quizás algunos de nosotros necesitamos, en primer lugar, orar por valentía y gracia para hacerlo porque nuestros entornos -familia, llegar de estudios, trabajo, círculo de amigos, etc.- son hostiles o indiferentes al Evangelio. Necesitamos pedir, como Pablo lo hizo por los creyentes de distintas iglesias, que Dios nos ayude a conocerle en forma real, espiritual y profunda (Efesios 1:17; Filipenses 1:9; Colosenses 1:9) pues no podemos enseñar lo que no sabemos, ni entregar lo que no tenemos; dar a conocer a Dios requiere que nosotros le conozcamos en primera instancia. Específicamente, necesitamos pedirle al Señor que nos enseñe y nos recuerde cómo representarlo con un comportamiento que sea digno de Su Nombre. El pastor Charles Spurgeon escribió, en una de sus exhortaciones devocionales lo siguiente:


"Trabaja en forma práctica para mostrarle al mundo que tú eres el sirviente, el amigo, la novia de Jesús. Cuando seas tentado a pecar, responde 'no puedo hacer esta gran maldad, porque soy de Cristo'. Hay principios inmortales que prohíben pecar al amigo de Cristo. Cuando hay riqueza delante de ti que pueda ser ganada a través del pecado, di que eres de Cristo, y no la toques. ¿Estás expuesto a dificultades y peligros? Mantente firme en el día malo, recordando que eres de Cristo. ¿Estás en un lugar en donde otros están sentados ociosamente, sin hacer nada? Levántate a trabajar con todas tus fuerzas, y cuando el sudor aparezca sobre tu frente, y estés tentado a holgazanear, clama 'no, no puedo parar, porque soy de Cristo [...] Cuando el canto de la sirena del placer quiera tentarte y apartarte del camino del bien, repite 'tu música no puede encantarme; soy de Cristo'. Cuando la causa de Dios te invite, entrega tus bienes y a ti mismo, porque eres de Cristo. Nunca contradigas tu profesión. Sé tu siempre uno de aquellos cuyos modales son cristianos, cuyo discurso es como el del Nazareno, cuya conducta y conversación evocan tanto el Cielo que todos los que te vean puedan saber que eres del Salvador" [1].

Por otra parte, Dios quiere extender Su Reino, así que eventualmente tendremos que orar por sensibilidad y compasión, para poder distinguir quién necesita que Dios obre en su vida, o cómo podemos hacerlo nosotros en Su nombre, demostrando con nuestras acciones que el Reino es real y poderoso. Debemos orar, por la oportunidad de ser evangelistas, por sabiduría y valor para ser pacificadores en donde hay conflictos, por ser buscadores de justicia en donde hay abusos, compasivos donde hay necesidad, quienes llamen a la santidad donde hay pecado. Debemos orar por gracia para ser ejemplos de palabra en nuestras conversaciones, ejemplos de amor en nuestros hogares, modelos de ética cristiana en nuestros estudios y trabajos, representantes de Cristo delante de un mundo que no cree.

En la práctica, por lo tanto, las implicaciones de ambas oraciones convergen en un mismo punto. Damos a conocer el carácter de Dios y acercamos Su Reino a las personas cuando nos comportamos como hijos Suyos.


Las consecuencias de orar por las prioridades de Dios


Por último, cuando damos lugar a las prioridades de Dios en nuestra oración, no sólo cumplimos con ajustarla al modelo que Él estableció; también cosechamos ciertos beneficios de ello, como siempre ocurre cuando seguimos Su voluntad. Terminemos considerando dos de estos beneficios

Consecuencia #1: Oraciones más efectivas

Utilizar menos tiempo para orar por nosotros, y más para orar por las prioridades de Dios resulta, paradójicamente, en que las oraciones que hacemos por nosotros sean más efectivas. ¿Por qué? Porque Dios ha establecido en Su Palabra Su deseo de ser prioridad para nosotros; cuando respondemos a ese deseo -orando por las prioridades de Dios, por ejemplo- Él se encarga de bendecirnos en todo lo demás:


"Deléitate asimismo en Jehová y Él concederá las peticiones de tu corazón" (Salmos 37:4, RV60)

"Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y [...] os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." (Malaquías 3:10
, RV60)

"Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." (Juan 15:7
, RV60)

"Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas serán añadidas" (Mateo 6:33, RV60).

Cuando abrazamos las prioridades e intereses de Dios en nuestra vida, Él nos asegura que velará por los nuestros, mientras estén en línea con Su buena voluntad. Si asumimos el Reino de Dios como un proyecto de vida propio, podemos tener certeza que el resto de nuestras oraciones por necesidades y anhelos será escuchada por el Padre que sabe exactamente aquello que necesitaremos (Mateo 6:32), y se agrada en dar buenas cosas a Sus hijos que le piden y dependen de Él (Mateo 7:11).

Consecuencia #2: Oraciones más trascendentes

Finalmente, la voluntad de Dios también es más fructífera y logra mayores cosas que la nuestra. Generalmente nuestras peticiones están demasiado centradas en el aquí y ahora, mientras que las prioridades de Dios se extienden a cosas duraderas y eternas. ¿Quién de nosotros puede medir el impacto de una oración para que Dios se dé a conocer a una persona, o acerque Su Reino a una familia? Por eso, una de las mejores maneras de aprovechar nuestro tiempo de oración sea precisamente orar para que la voluntad de Dios sea hecha.


En una forma muy práctica, las prioridades de Dios nos enseñan que nosotros los cristianos vivimos para un propósito más grande que nosotros mismos. Sigamos pidiendo, y sigamos deseando, sin duda, pero traigamos este balance santo a nuestras oraciones en el cual abrazamos la perspectiva de Dios con respecto a lo que Él quiere lograr en el mundo por medio de nosotros. Este balance nos librará además del gran riesgo de tratar a nuestro Padre celestial como un genio de los deseos, o una máquina vendedora de bendiciones, que funciona con "monedas" de oración. Tenemos el increíble privilegio de ser Sus hijos y recibir a manos llenas Su favor, pero eso no significa que Él exista para nosotros; más bien es al contrario, como lo señala la Biblia: nosotros, así como todo lo que ha sido creado, "es de Él, por medio de Él, y para Él" (Romanos 11:36). Por ese motivo, es saludable que junto con pedirle que Él haga cosas por nosotros, no nos olvidemos de preguntarle lo mismo que le preguntó el apóstol Pablo camino a Damasco: "Señor, ¿qué quieres que yo haga por ti?" 




Referencias

[1] Charles Spurgeon, Morning and Evening, Mañana del 12 de Enero


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)


¡Comparte este post!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario