En la película “Después de la Tierra” (After Earth, en su título en inglés) protagonizada por Will Smith y su hijo, ellos interpretan a dos soldados espaciales, que por un accidente de la nave en que viajaban se ven atrapados en un planeta extraño y hostil. Debido al accidente, el personaje de Will Smith queda gravemente herido, y sólo le queda enviar a su joven hijo a buscar provisiones y suministros médicos al otro lado del planeta, asistiéndolo por radio. Dada la situación, no obstante, cuando el chico se siente amenazado por los estímulos del ambiente o por alguna posibilidad de peligro, éste comienza a perder el control de sí mismo. Pero cada vez su padre lo nota, y lo obliga al instante a detenerse y a arrodillarse. Lo lleva a enfocarse en su situación esencial, más que todos los estímulos alrededor, y así lo devuelve a la calma.
Creo que Dios hace algo similar con nosotros. Cuando nos encontramos en ciertos momentos de nuestra vida de frente al futuro, y empezamos a considerar cada situación y cada desafío que tenemos que enfrentar, las voces que señalan todo el esfuerzo que hay que invertir, todas las tareas pendientes, todas las cosas a las que debemos prestar atención, todo lo que podrían salir mal, todo lo incierto y todo lo que está fuera de nuestro control, no es extraño que una situación de vértigo parecida a la de esta escena nos invada. Pero si prestamos atención, vamos a escuchar que el Señor, al igual que el padre en esta película, nos detiene en seco, y nos obliga a enfocarnos en el aquí y en el ahora: “No se preocupen [afanen] por el día de mañana". Precisamente, el original para afanarse (gr. merimnao) tiene relación con tirar algo en diferentes direcciones, o distraer [1][2]. Afanarse es tener una ansiedad, una preocupación que nos distrae y nos tira en diferentes direcciones.
El problema del afán y la ansiedad es el mismo que ilustra la escena de esta película: cuando tratamos de seguir todos estos estímulos, todas estas direcciones en las que somos llamados a poner atención, rápidamente somos abrumados, invadidos por el cansancio, por la duda y el temor. El gran problema es que esto no sólo nos paraliza a nivel de planes y metas personales, sino que también lo hace en el sentido de nuestra vida y nuestro servicio para el Reino. Cuando Jesús nos da este mandato de “arrodillarnos y enfocarnos” en Mateo 6:34, Él lo hace en el contexto de las preocupaciones cotidianas de sustento y abrigo, y nos llama -en lugar de preocuparnos por ellas- a preocuparnos por el Reino de Dios. Este contraste nos indica que esta elección es una disyuntiva, y que si nuestra atención está totalmente invertida lidiando con el vértigo del mañana, no podremos preocuparnos por el Reino de Dios en el día de hoy. En otras palabras, o Dios nos quita los ojos de la preocupación, o la preocupación nos quitará los ojos de Dios.
El Señor señaló que esto es lo que sucede con muchas personas que escuchan la Palabra de Dios, pero están tan invertidos en el vértigo de esta vida que el afán ahoga el mensaje, e impide que dé fruto (Mateo 13:22). Estar ansiosos por el mañana nos hace inefectivos para la causa de Dios, al paralizarnos y cargarnos con un peso innecesario. Una cita, atribuida a la escritora Corrie Ten Boom, parece resumir esta idea: “La preocupación no le quita al futuro su tristeza, le quita al presente su fuerza”. El vértigo del mañana nos roba la energía para vivir para Dios hoy.
¿Cuál es la solución para este vértigo del mañana, esta ansiedad que provoca el futuro? Si regresamos al contexto de Mateo 6:34, veremos que Jesús presenta a Su Padre como la respuesta: “vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas" (Mateo 6:32). Confiar en que Dios lo tiene todo previsto, lo tiene todo bajo control, nos hace soltar el volante de nuestra vida y poner atención al aquí y al ahora. Esto es algo que es bien ilustrado por el maná en el AT: los israelitas no tenían que gastar sus fuerzas recogiendo grandes cantidades de alimento para varios días, ni desvelarse pensando formas de dónde obtener el sustento en caso de que se acabase, sino que sólo tenían que encargarse de recoger la ración de cada día, pues sabían que Dios proveería otra vez al día siguiente (Éxodo 16:14-21). La solución para el vértigo del mañana es escuchar la voz del Padre, en una forma similar a esta escena ficticia, cuando Él nos dice que no nos preocupemos del futuro, porque Él cuidará de nosotros allí. Él nos proveerá, nos protegerá, nos sostendrá y estará en control de todas las cosas. Lo que nos corresponde a nosotros, por lo tanto, es respirar, enfocarnos e invertir nuestras energías en vivir para Él hoy.
Referencias
[1] “Care” en W. E. Vine, Merrill F. Unger, y William White Jr., Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words (Nashville, TN: T. Nelson, 1996).
[2] “Merimnáō” en Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, y Geoffrey William Bromiley, The Theological Dictionary of the New Testament, Abridged in One Volume (Grand Rapids, MI: W.B. Eerdmans, 1985).
A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60)
Foto por Ricardo Esquivel en Pexels
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