21 de septiembre de 2013

"Teología", esa palabra incomprendida

En mi (no tan vasta) experiencia de vida, he encontrado personas (incluso uno que otro pastor) que suelen asociar el término “teología” a una especie de disciplina fría, distante de las cosas espirituales, y que en algunos casos puede llegar a dificultar la devoción verdadera. Tengo la impresión que, para muchos, suena demasiado ordenado, demasiado intelectual para ser algo espiritual.

Dejemos para más adelante la discusión de si Dios nos exige o no decidir entre fe y razón. Por ahora, es suficiente decir que esta palabra tiene mucho de espiritual en su origen. Básicamente, es la unión de las palabras griegas para Dios (theos) y palabra, expresión o razón (logos). Teología, es en esencia, “hablar” o “expresar” las cosas de Dios. O, como la RAE la define, es la “ciencia que trata de Dios y de sus atributos y perfecciones”. Es la búsqueda de entender y conocer a Dios a través de lo que Él ha revelado (específicamente, la Biblia), algo que califica perfectamente como espiritual.

Por eso, si vemos a la teología desde este punto de vista esencial, quizás deje de tener esa connotación negativa que se le da con frecuencia, y podamos utilizarla como la herramienta espiritual que debe ser.

Algunas razones más para tener en cuenta esta disciplina:

(Simplemente) Conocer más a Dios

¿No debe ser esa una de las metas continuas de todo cristiano mientras esté en esta tierra? Cuando Jesús vino a este mundo, dar a conocer a Dios fue uno de Sus propósitos principales:
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3)

Esta era también la meta de Pablo:
a fin de conocerle [a Cristo], y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10)

Si Dios nos ha dado herramientas para conocerle más, como lo es la disciplina del estudio de Su Palabra… ¿por qué no hacer uso de ellas? Aún si en algunos momentos se ha enfocado mal esta disciplina ¿no tenemos acaso el llamado a examinarlo todo y retener lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21)?


Aprovechar la sabiduría que Dios ha entregado a la Iglesia

La teología no es algo nuevo: la Iglesia primitiva ya se encontraba dedicada a estudiar y a reflexionar en las enseñanzas de las Escrituras. Más aún, el oficio de maestro en relación a las cosas de Dios existía desde mucho antes de que la Iglesia comenzara. Cuando tomamos en cuenta la imagen de la Iglesia como un cuerpo que recibe edificación de Dios a través de la acción de cada miembro (Efesios 4:11-16), vemos que la enseñanza de los miembros que se dedican al estudio, la reflexión y la discusión de la Biblia es una de las formas que Dios usa para darnos crecimiento espiritual. 


Evitar ideas y conceptos que pueden causarnos daño en la práctica

No hace falta reflexionar demasiado para darnos cuenta de que nuestras creencias afectan nuestras acciones. Es por esto, especialmente en el plano de la vida espiritual, que es relevante examinar nuestras creencias. Dentro de la fe cristiana, existen varios temas que no están completamente claros, y dan lugar a una cierta discusión saludable, ya que sus consecuencias prácticas no son tan importantes. Sin embargo, existen otros temas en los cuales un concepto erróneo puede llegar a ser dañino. El apóstol Pedro escribe:

Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” (2 Pedro 2:1).

Pedro habla de “herejías destructoras”, conceptos y enseñanzas que llevados a la práctica terminan en consecuencias negativas fuertes para la vida. Es por esto que vale la pena examinar nuestras creencias y acercarnos en lo más posible a lo que la Biblia enseña.


Razones como estas son las que hacen de la teología, la disciplina del estudio de la Biblia, una herramienta espiritual útil que debiéramos considerar, o por lo menos, dejar de rechazar como si fuera algo meramente intelectual y carente de fe. El legado de muchos que fueron discípulos de Jesús antes de nosotros puede ser algo que Dios efectivamente ocupe para provecho y crecimiento en nuestras vidas.

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