5 de octubre de 2013

“Apologética”, esa palabra desconocida

(Largo receso… ¡es bueno estar de vuelta por aquí!  jeje…)

No suelo escuchar acerca de este término en mi día a día. Sin embargo, sí veo, escucho, y leo frecuentemente cosas como estas:

“Dios no existe / es un mito / es una invención humana”

“Jesús nunca existió / nunca dijo ser Dios / nunca resucitó”
 
“La Biblia se corrompió al pasar el tiempo / fue editada por conveniencia”
 
“Los cristianos son ignorantes / irracionales / intolerantes / estúpidos / [inserte burla aquí]”
… y la lista sigue.

Es a estos desafíos que la disciplina de la apologética responde. Ahora, para varios de ustedes quizás sea la primera vez en su vida que la escuchen, pero les aseguro, no es algo nuevo. Es tan antiguo como la Iglesia misma. El apóstol Pedro escribe en su primera carta:

“Pero también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia,  bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos [quienes los persiguen], ni os inquietéis. Al contrario, santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” (1 Pedro 3:14-15, RV95)

La palabra defensa es la que se traduce de la palabra griega “apologia”, que se usa precisamente en ese contexto: una defensa verbal, como la que llevaba a cabo la persona acusada en un juicio (ver por ejemplo, Hechos 22:1 o Hechos 25:16).

Es de ahí que aparece este término: Apologética es, básicamente, la defensa del evangelio y de la verdad, ante todo el que pida razones de nuestra esperanza en Dios. Y en esta tarea, me parece, estamos en deuda. No hay muchos que estén dispuestos a ofrecer una defensa, y me atrevería a decir, los que están preparados para hacerlo son menos aún.

Creo que podríamos mencionar por lo menos dos áreas donde la apologética trabaja:


Edificación

La apologética es una herramienta espiritual poderosa dentro de la comunidad cristiana. Aunque muchos piensan “¿para qué hacen falta evidencias o razones si tengo fe?”, la fe de una persona puede fortalecerse al considerar las evidencias presentes en la naturaleza o en la historia a favor de la verdad de Dios.

Por ejemplo, una persona que sólo lee la Biblia sin considerar la historia alrededor de ella, no llegará a saber que la profecía de Jesús acerca de la destrucción del templo de Jerusalén en Mateo 24:1-2 se cumplió (con lujo de detalles) en el año 70 d.C.


Predicación

Cuando un creyente sólo cree en base a su experiencia personal (esto es lo que llamamos subjetividad), suele encontrarse con dificultades para articular las razones de su fe a otros. El conocer las evidencias y las razones a través de la apologética nos permite sostener la afirmación objetiva (independiente de si una persona lo experimenta o no) de que Dios existe, y que el cristianismo es la fe verdadera, mientras que las demás creencias no lo son.


En mi entorno, y probablemente en el de ustedes también, los desafíos no son escasos. Como dice Pedro, santificar a Cristo, prepararnos, para presentar defensa y dar razones, y hacerlo con mansedumbre y reverencia, son tareas que debemos cumplir para presentar el Evangelio y poner a Dios en alto entre las personas que nos rodean.

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