Es bueno estar de vuelta en el blog después de esta nueva y larga ausencia. Quiero retomar compartiendo algunas citas de un libro que terminé hace poco, el cual -aunque es posible que no les suene familiar- es uno de los clásicos de la literatura cristiana. Son las Confesiones de Agustín de Hipona, mejor conocido como "San" Agustín.
Quizás algunos de ustedes que son cristianos evangélicos como yo estarán mirando con extrañeza lo que escribo, ya que Agustín es considerado un creyente católico. Sin embargo, él también es un pensador muy importante en nuestra tradición protestante, y a través de estas citas espero mostrarles por qué. Personalmente, fui sorprendido por la sabiduría y el amor por Dios que se evidencian en sus palabras, a pesar de que en momentos profundiza tanto sus ideas que uno puede confundirse fácilmente.
Por eso, hoy quiero compartirles a través de algunas citas de este libro algo del pensamiento de Agustín, esperando que también sea de inspiración para ustedes. Si se dan cuenta que necesitan leer más de una vez para poder entender el sentido, no se preocupen... estamos todos en el mismo tren, jeje.
"Todas las cosas buenas vienen de Ti, oh Dios. Todo lo que es completo en mi viene de Ti. He aprendido desde mi infancia que todo lo que es bueno, ya sea dentro o fuera de mí, es Tu regalo. Todo buen don me proclama quién eres Tú".
"Quienquiera que busque de parte de Dios cualquier otra recompensa distinta de Dios, y que con ese fin sirva a Dios, estima aquello que desea recibir más que Aquel de quien lo recibiría. ¿Qué pasa, entonces? ¿Acaso Dios no tiene recompensas? Ninguna, excepto Él mismo. La recompensa de Dios es Él mismo."
"La promesa de satisfacción en los placeres del mundo [no-cristianos] es un engaño permanente que mueve el alma a serle infiel a su amante legítimo."
"Las cosas a las cuales estamos aferrados se van dónde quieren, y luego dejan de ser, dejando al amante [de ellas] desgarrado con anhelos rotos. El amor anhela algún objeto para poder ser, el amor ama descansar sobre la cosa amada. Pero en las cosas no existe un lugar duradero para quedarse. Ellas no duran. Ellas se van. ¿En qué se fijarán entonces nuestros sentidos carnales? ¿Quién puede detener a esos placeres cuando se escapan? Los sentidos carnales son lentos y torpes, ligados al gusto, y al olfato, y a tocar cosas materiales. Ellos funcionan suficientemente bien para el propósito para el que fueron hechos. Pero ellos no pueden encerrar una experiencia y evitar que escape a su fin determinado."
"La Palabra Encarnada ha sido hablada. Llama al alma de vuelta a su lugar de paz, el cual no puede ser perturbado, y a un amor que nunca será defraudado. Date cuenta que las cosas dejan de existir, y son reemplazadas en este universo físico, que se mueve hacia la terminación de todas sus partes. Pero la Palabra de Dios pregunta '¿Me ves yendo a alguna parte?'. Así que, cualquier cosa que hagas, alma mía, construye tu casa en este lugar firme".
"Si hallas placer físico en las experiencias terrenales, usa la ocasión para alabar a Dios por estos dones. Vierte tu amor, no en los placeres, sino en Aquel que los creó. De lo contrario, esas cosas que te agradan harán que tú seas desagradable."
"Sé consciente de que una cosa es buena y agradable sólo porque está conectada con Él [Dios]. Úsala aparte de su Fuente, y llegará a saber amarga. Ya que lo verdaderamente bueno es Él, ¿cómo puede esa cosa seguir siendo digna de afecto si lo abandonas a Él para obtenerla?"
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