Muy bien, ya descubrimos que la Apologética comienza en la Biblia. En las páginas del Nuevo Testamento somos testigos de cómo los apóstoles y otros cristianos ofrecieron razones para creer en Jesús a la gente de su tiempo, fueran ellos judíos o extranjeros. Pero ¿es necesaria la Apologética hoy? Seguir aprendiendo sobre estas cosas ¿lo hacemos por seguir una tradición, o hay otros motivos?
A un nivel de intuición, podemos comenzar a inclinarnos por esta segunda opción, pues no existe un motivo evidente -alguna acción de Dios, o algún cambio en la naturaleza de las personas- que nos haga pensar que esta práctica fue necesaria antes, pero ya no lo es. Pero no tenemos que quedarnos con esta intuición solamente: Dios, en Su palabra, nos entrega indicaciones de que la defensa de la fe es algo que llegó para quedarse. Tenemos al menos tres razones para seguir aprendiendo sobre ella:
Porque Dios lo desea
Si existe en la Biblia algún texto áureo (dorado) con respecto a la Apologética, este es 1 Pedro 3:15:
"Al contrario, honren en su corazón a Cristo, como Señor, y manténganse siempre listos para defenderse, con mansedumbre y respeto, ante aquellos que les pidan explicarles la esperanza que hay en ustedes"
Recordemos un poco nuestras clases de lenguaje: "manténganse" es un verbo que está en modo imperativo, el cual se utiliza para entregar solicitudes (pedir) u órdenes (mandar). Esto es algo que Dios quiere que los lectores de Pedro hagan. ¿Quiénes son estos lectores? La iglesia. El mensaje aquí es que todos los cristianos debemos estar capacitados para presentar una defensa razonable -apologia- ante las preguntas y cuestionamientos de otros.
En otra carta dirigida a la Iglesia en general, el apóstol Judas exhorta:
"Amados hermanos, yo he tenido un gran deseo de escribirles acerca de la salvación que tenemos en común, pero ahora me encuentro en la necesidad de escribirles para rogarles que luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos" (Judas 1:3)
¿A qué viene este llamado? Por lo que podemos aprender de la carta, las congregaciones estaban siendo asaltadas por falsos maestros, de modo que el propósito de Judas es animar a los cristianos a defender la verdad de las enseñanzas de Jesús y los apóstoles frente a otras doctrinas. Si hay enseñanzas falsas que pueden acarrear un riesgo para la vida espiritual de otros, entonces es el deber de un creyente presentar una defensa contra ellas.
Estos pasajes, como vemos, no nos presentan alguna barrera temporal o de rango para la práctica de la Apologética; no hay indicaciones de que fuera una misión exclusiva para los primeros cristianos, ni sólo para apóstoles y líderes. Es más bien todo lo contrario: ellos extienden la misión a la Iglesia en general, lo cual nos incluye también a nosotros, aquí y ahora. Todos los cristianos tenemos el mandato de Dios de estar listos para dar razones de nuestra fe y defenderla, cuando sea necesario.
Porque los no creyentes lo necesitan
Observemos nuevamente el pasaje en 1 Pedro 3:15. ¿Qué está anticipando Dios que harán algunas personas frente a nuestras creencias y nuestro mensaje? Nos "demandarán razones" (RV60). Querrán saber por qué creemos lo que creemos. Y esto, si revisamos lo que la Biblia tiene que decirnos sobre el ser humano, está muy bien.
Como consecuencia de haber sido creados a Su imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27) tenemos una capacidad única de pensar y razonar que nos distingue de los demás seres creados (en contraste, por ejemplo, con los animales, que son considerados sin razón o entendimiento, ver Judas 1:10 y Salmos 32:9). Por esto, ya que esta habilidad tiene su origen en Dios, podemos asumir con cierta seguridad que Él espera que hagamos uso de ella en nuestra vida. En palabras del famoso astrónomo Galileo Galilei, "no me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado de sentido, razón e intelecto quiere que dejemos de utilizarlos" [1]
Esta capacidad hace comprensible que una persona espere algún tipo de evidencia antes de poner su fe en Jesús. Y si bien podríamos pensar en la Biblia como la herramienta ideal para esta labor, la realidad es que muchos no la reconocen como una autoridad válida o una fuente de verdad, por lo cual se hace necesario armarnos de otro tipo de razones. Aquí es cuando la Apologética entre en acción, investigando y desarrollando argumentos a favor de la fe cristiana. Después de todo, la misma Biblia establece que existen otros medios para comprobar que Dios existe, como la creación (Romanos 1:20) y el sentido del bien y el mal -la ley moral- en nuestro corazón (Romanos 2:15). Cuando la gente de Atenas (que no conocía la Escritura) le pidió explicaciones al apóstol Pablo sobre su predicación, este tuvo que recurrir precisamente a una combinación de razón y observación para llamarlos a creer en Jesús (Hechos 17:19-31). Siglos después, el teólogo Tomás de Aquino se encontró en la misma posición:
"Por lo tanto, contra los judíos somos capaces de argumentar por medio del Antiguo Testamento, mientras que contra los herejes somos capaces de argumentar por medio del Nuevo Testamento. Pero los mahometanos [musulmanes] y los paganos no aceptan ni uno ni el otro... Debemos, por lo tanto, recurrir a la razón natural, a la cual todos los hombres están obligados a dar su asentimiento" [2]
Dios nos creó como seres racionales, y por eso anticipa que otros nos preguntarán por las razones que justifican nuestra fe. Aquí es donde la Apologética es necesaria, pues nos convertirá en evangelistas capaces de compartir la verdad del Cristianismo, incluso con quienes no creen en la Biblia.
Porque los creyentes son beneficiados
Por último, los no creyentes no son los únicos que necesitan una justificación racional para tener fe. Nosotros los creyentes, de acuerdo al diseño de Dios, también necesitamos razones para creer. Hace varios años, escribí una pequeña serie con respecto a la relación entre la fe y la razón, pero el punto esencial es este: la fe a la cual nos llama el Cristianismo está lejos de ser "ciega" u opuesta a la razón. Muy por el contrario, nuestra fe funciona en coordinación con nuestra capacidad de pensar, la cual es un ingrediente esencial en ella. ¿No dijo Jesús que el primer y gran mandamiento era amar a Dios -entre otras cosas- con toda nuestra mente? (Mateo 22:37). Sí, tal como se lee en el encabezado de este blog. Alimentar la vida de la mente con verdades acerca de Dios es alimentar nuestra propia adoración. Cuando descubrimos las muchas razones y evidencias que apuntan hacia Él, nuestras dudas son resueltas, nuestra fe es fortalecida y nuestra propia confianza para servir en el Reino es aumentada.
En resumen, tenemos como Iglesia un llamado general y divino a conocer las razones que sustentan nuestra fe, para beneficio de otros y de nosotros mismos. Ahora, si este mandato es general, y ha estado en vigencia desde el momento en que se escribió el Nuevo Testamento hasta nuestros días, eso significa que no estamos solos en esta misión. Efectivamente, durante toda la historia del Cristianismo, otros creyentes como nosotros han cumplido su responsabilidad de hacer Apologética, y nos han dejado una increíble herencia de conocimientos y herramientas para que hagamos nuestra parte. En la próxima entrada, veremos cómo ellos le dieron forma a la Apologética que conocemos actualmente.
Referencias
[1] Galileo Galilei - Carta a la gran duquesa Cristina (1615)
[2] Tomás de Aquino - Summa Theologica, 1a.2.2
Fuentes y recursos utilizados
William Lane Craig - Clase "Defenders" - Foundations of Christian Doctrine (Part 2): Why Study Christian Apologetics?
Norman Geisler - The Big Book of Christian Apologetics, entradas "Faith and Reason" y "Need for Apologetics"
Theologetics.org - Theologetic Table
A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)
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