19 de agosto de 2022

Un Arsenal para el Estudio de la Biblia - Un Último Consejo Acerca del Arsenal


[Este post es parte de la serie Un Arsenal para el Estudio de la Biblia, que puedes encontrar completa aquí]


Antes de concluir esta serie sobre recursos de estudio bíblico, hay un último consejo que me gustaría dejarles, y del cual no puedo exagerar lo importante que es: resulta esencial que estudiemos por nuestra propia cuenta antes de hacer uso de nuestro arsenal de recursos. ¿A qué me refiero con esto? La idea es que antes de tomar un libro (o un software, como vimos anteriormente) donde un experto nos guiará en el estudio de la Biblia, nosotros mismos hagamos todo lo que podamos para avanzar en lo que deseamos aprender.

Hay tres motivos principales para este consejo:


1. Las limitaciones de los autores y maestros


Vale la pena indicar aquí que las debilidades que mencionaré a continuación son más propias de los recursos de estudio elaborados (tales como diccionarios bíblicos, manuales, introducciones y -especialmente- comentarios) que de los recursos básicos (referencias cruzadas, concordancias, etc.). El punto es que, en la medida en que más dependemos del contenido de un autor, más nos exponemos a "heredar" sus limitaciones en nuestro estudio bíblico.

¿Cuáles son estas limitaciones? Bueno, por más experto que sea un pastor o un académico, siempre estará sujeto a límites básicos como el conocimiento (ninguna persona lo sabe todo acerca de un tema), el tiempo y el espacio (generalmente, los autores tienen un cierto plazo para escribir y un cierto tamaño límite para sus obras, definido por las editoriales). Todo esto limita la cantidad de contenido que nos pueden entregar para nuestro estudio.

Más aún, a eso debemos sumarle los sesgos -las distintas opiniones y posiciones respecto a varios temas- de los autores. Idealmente, un experto tratará de ser objetivo y justo en su forma de enseñar, pero en la práctica es casi inevitable que escriba asumiendo que lo que él cree es verdadero. Un académico cristiano no escribirá en la misma manera en que lo hace un colega judío o agnóstico (sí, los eruditos bíblicos vienen en toda clase de formas y colores; no todos son cristianos). Tampoco pastores metodistas y presbiterianos comentarán el mismo pasaje bíblico de la misma manera. Y aún expertos de la misma tradición cristiana pueden escribir de forma diferente dependiendo de sus convicciones teológicas.

En resumen: no es bueno que dependamos exclusivamente de maestros y expertos, porque -con todo lo valiosos que son para el pueblo de Dios- son limitados y parciales. Si lo primero que hacemos es ir a ellos por ayuda, estaremos limitando el provecho que podemos obtener de nuestro estudio.


2. La necesidad del estudio propio


Además de este primer problema, existe otro fenómeno curioso que ocurre cuando evitamos hacer nuestro propio esfuerzo: la ayuda que pueden entregarnos los expertos y estudiosos se ve doblemente limitada por nuestra falta de preparación. ¿Cómo es eso posible? Bueno, esto sucede porque la mejor forma de aprovechar nuestros recursos de estudio es comenzando desde una base, no desde cero. Un estudioso bíblico recuerda de esta manera su primera experiencia con un comentario:

"Recuerdo la primera vez que tomé un comentario en la biblioteca de mi universidad. Había usado una Biblia de Estudio antes, pero no tenía idea de lo que era un comentario, excepto que era un 'requisito' para las clases. Tomé [el ejemplar de] J. N. D. Kelly sobre Hechos... y no obtuve nada de él. No había mirado el texto [bíblico] con suficiente cuidado como para saber qué preguntas debería estar haciendo". [1]

Sólo cuando hayamos hecho "nuestra propia parte del trabajo" estaremos preparados para leer otras perspectivas, porque sabremos en qué aspectos de nuestro pasaje bíblico tenemos dudas (lo que le faltó al estudioso de la cita), dónde estamos abiertos a opiniones distintas, y en qué partes la interpretación del autor no es muy convincente. Por sobre todo, seremos capaces de hablar "el mismo idioma" con el autor, en lugar de que toda la información que recibamos sea algo totalmente nuevo y desconocido. [2]


3. El valor del estudio propio


La última razón para motivarles a estudiar por su propia cuenta antes de utilizar el "arsenal" es lo que el profesor Howard Hendricks llamó "la ley de la actividad": "el máximo aprendizaje siempre es el resultado del máximo involucramiento" [3]. Este principio, en palabras simples, establece que cuando tomamos un rol activo en nuestro aprendizaje, aprendemos más que siendo puramente "espectadores". En nuestro caso específico, aprendemos más y mejor resumiendo ideas y sacando conclusiones que sólo leyendo las opiniones de un autor. Todo esto, sin mencionar que una actitud dispuesta a estudiar por cuenta propia le da lugar al Espíritu Santo para que nos ilumine en forma personal y específica, en lugar de limitarnos a la iluminación que le ha dado a otros antes.

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Estudiar por nosotros mismos, por lo tanto, nos permite aprender más y aprender mejor. Requiere esfuerzo, pero ya que estamos tratando con la Palabra transformadora de Dios, el tiempo y la energía que invirtamos en entenderla será bien recompensado.




Referencias

[1] Mark Ward, "9 Reasons I Use Logos for Sermon Preparation", traducción propia. Disponible en línea, https://blog.logos.com/9-reasons-logos-for-sermon-preparation/

[2] Si lees inglés, el post de Matthew Boffey, "How to Use Bible Commentaries as Tools for Discovery" (https://www.logos.com/grow/how-to-use-bible-commentaries/) explica muy bien este punto en relación a los comentarios bíblicos.

[3] Howard Hendricks, Teaching To Change Lives: Seven Proven Ways to Make Your Teaching Come Alive (Colorado Springs, CO: Multnomah Books, 1987; reimpr. 2011), p. 55. Este principio es el reflejo del que fue expresado primero por John Milton Gregory: "El conocimiento no puede ser pasado como una sustancia material de una mente a otra, porque los pensamientos no son ideas que puedan ser tomadas y manejadas... Las ideas deben ser repensadas, las experiencias deben ser re-experimentadas" (p. 54, traducción propia)



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