(Este post es el último de una serie de tres sobre Fe y Razón. Puedes encontrar el primero aquí y el segundo aquí)
Hace algunas semanas, empezamos a tratar el tema de la separación entre fe y razón, y las consecuencias negativas que puede traer el mantener esa posición. Aunque les parezca extraño, esto está muy lejos de ser un tema superado.
Durante estos días, he estado leyendo comentarios acerca de un libro publicado a fines del año pasado titulado "A Manual for Creating Atheists", escrito por el profesor Peter Boghossian. Su objetivo central es intentar desacreditar la fe como algo indigno de confianza, debido al abismo que existe entre ella y el conocimiento "verdadero". (Para los interesados, Tom Gilson ha realizado un completo seguimiento al pensamiento de Boghossian en su blog Thinking Christian). Curiosamente, la definición de Boghossian cuadra con este concepto de fe ciega que hemos estado discutiendo:
"‘Fe’ es la palabra que uno utiliza cuando no tiene suficiente evidencia para justificar una creencia, pero sigue adelante y cree de todas maneras" (A Manual for Creating Atheists, p.23)
Así que, como ven, la pregunta de si la fe es ciega o no sigue siendo materia de discusión en la actualidad. Por eso, no deja de ser importante que tratemos el tema.
La semana pasada les presenté algunas de las razones que encontramos en la Biblia para cambiar nuestro concepto de fe ciega a fe razonable. Pudimos llegar a la conclusión de que Dios efectivamente promueve una forma de pensar inteligente y espiritual, y está interesado en entregarnos bases y evidencias para que creamos en Él y lo conozcamos. A continuación, les ofrezco otros dos fundamentos a los cuales la Biblia hace referencia, y que están en contraposición con una fe ciega.
Dios ha escrito en la historia
Una de las características que hacen a la Biblia tan interesante, frente a los textos sagrados de otras creencias, es que tiene un interés especial por mostrar a Dios dejando huella en la historia humana. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento juegan peligrosamente con lugares, nombres, fechas, acontecimientos relevantes, características culturales y otros aspectos que la sustentan como el testimonio fidedigno de hombres y mujeres a lo largo de la antigüedad. Hasta donde alcanza mi conocimiento, no hay una revelación en otras creencias que se compare a la Biblia en este punto.
Quiero tratar de moderar un poco mi entusiasmo diciendo que la historia antigua y la arqueología no son disciplinas en donde todo calza a la perfección y se obtienen "montañas" de evidencia. Debido al vasto período de tiempo entre los hechos y el presente, los rastros de ciertos acontecimientos son escasos. Por el uso y otras circunstancias, los originales de ciertos manuscritos probablemente se han perdido para siempre. Pero a pesar de los problemas, hallazgo tras hallazgo, la evidencia ha respaldado al registro bíblico como confiable.
De hecho, en varias ocasiones la Biblia se ha adelantado por siglos al estado del arte de estas disciplinas como el único testimonio histórico de ciertos acontecimientos hasta que un descubrimiento llega a validar sus declaraciones (por ejemplo, con respecto a la existencia de los Heteos o Hititas). Y no sólo ha demostrado una solidez general, sino una precisión notable en esta tarea. Son famosas las declaraciones de Sir William Ramsay, un destacado arqueólogo escocés del siglo 19, que viajó a Asia Menor en un intento por desacreditar el registro de Lucas en el libro de Hechos. Luego de su trabajo, concluyó lo siguiente:
"Puedes poner bajo presión las palabras de Lucas en un grado mayor que las de cualquier otro historiador, y soportarán el escrutinio más atento, y el tratamiento más duro" (The Bearing of Recent Discovery, p.89)
A diferencia de lo que algunos creen, la evidencia es parte integral de la Biblia. Sus escritores humanos no tuvieron reparos en incluir detalles en sus testimonios, pues tenían la certeza de estar registrando lo que ocurrió realmente. Esta actitud de los autores bíblicos está lejos de ser un llamado a la aceptación ciega; más bien, parece ser la característica de quienes están interesados en que sus lectores comprueben y comprendan con la mayor claridad posible lo que Dios ha hecho. Estas personas se mostraron confiadas en estar diciendo la verdad, y con el pasar del tiempo, los nuevos estudios y descubrimientos parecen darles la razón.
(Hay artículos más detallados en otros lugares que lo que yo podría escribir sobre este tema. Aunque lo haré de todas maneras, por el momento pueden revisar sitios como Biblical Archaeology o Associates for Biblical Research, por ejemplo).
Dios ha escrito en la naturaleza
Otro de los motivos que Dios nos ha dado para pensar es la creación. Al contrario de lo que sería un llamado a creer ciegamente, encontramos en la Biblia que todo lo que nos rodea es -literalmente- un universo de pistas y señales que apuntan hacia Dios, y que reflejan Sus atributos y Su carácter:
"El cielo proclama la gloria de Dios; de su creación nos habla la bóveda celeste. Los días se lo cuentan entre sí; las noches hacen correr la voz. Aunque no se escuchan palabras, ni se oye voz alguna, su mensaje llega a toda la tierra, hasta el último rincón del mundo." (Salmos 19:1-4, DHH)
"Porque las cosas invisibles de Él [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que [los seres humanos] no tienen excusa." (Romanos 1:20)
La complejidad de las células, la belleza de los atardeceres, la inmensidad del espacio alrededor son expresiones de Dios para llamar nuestra atención, para llevarnos a reconocer Su poder, Su creatividad y Su majestad. Quizás esta es la razón por la que muchos creyentes a lo largo de la historia se han interesado en descubrir el universo, su estructura y las leyes que rigen su comportamiento. Copérnico, Kepler, Boyle, Galileo, Descartes, Euler, Pascal, Newton y Pasteur, por nombrar sólo algunos, están en la lista de aquellos para quienes la fe no fue una limitante (como postulan muchos ateos), sino la motivación de su búsqueda. Para ellos, investigar no era una ofensa a sus creencias; era la consecuencia de creer que había un orden y una inteligencia superior detrás de todo lo que existe (Proverbios 3:19-20). Mirar hacia atrás en el tiempo, y encontrar a hombres y mujeres brillantes como ellos resulta una sencilla demostración de que el creer en Dios está lejos de ser irracional o falto de inteligencia.
Luego de considerar este post junto al anterior, ya podemos tener un concepto más completo de la fe que promueve la Biblia: una fe que incluye la mente, que es sustentada por un Dios dispuesto a entregar evidencias para darse a conocer, y que se considera a sí misma consistente con lo que vemos en la naturaleza y en la historia de la humanidad. Creo que tiene sentido concluir que esta fe, como la describe la Biblia, no es ciega ni infundada. Es una fe razonable.
Lecturas recomendadas:
List of Christian thinkers in science - Wikipedia
The Reasonable, Evidential Nature of Christian Faith - Jim Wallace
"Su objetivo central es intentar desacreditar la fe como algo indigno de confianza" ... nops, no lo leeré, la fe por definicion es la creencia absoluta en algo que no puedes probar (resumido en una linea por supuesto), ya por eso no es digno de confianza, y no merecerá la confianza de nadie que necesite algo de razón para sus creencias (incluido tu, que dices tener tanta razon para aceptar un dios)... la duda, es la escencia del descubrimiento, sino seguiriamos recolectando carroña y comiendo frutitas.
ResponderBorrarErwin, bienvenido por acá.
ResponderBorrarTengo la duda (jeje, efectivamente, una buena herramienta para el descubrimiento): Cuándo dices "la fe, por definición...", ¿de dónde proviene esa definición? ¿es la única definición posible?
Pregunto, porque ese es precisamente el punto de Tom Gilson contra Boghossian: este último intenta definir la fe autoritativamente, pero se equivoca al ignorar el significado clásico e histórico del concepto de la "fe". Ese concepto es el que he tratado de argumentar aquí: la fe, como la describe la Biblia, no es aceptación ciega, sino confianza razonable.
Saludos!