14 de marzo de 2014

Conociendo al Jesús histórico - Parte 1: La Biblia también cuenta


(Este post es el primero de la serie 'Conociendo al Jesús histórico'. Puedes encontrar la segunda parte aquí, la tercera aquí y la cuarta parte aquí)

En el mundo cristiano, estas próximas semanas son un tiempo especial. Es el período en que se anticipa la celebración de Semana Santa, el recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Es también la ocasión de las películas bíblicas, las referencias cristianas en las distintas redes sociales, y a raíz de estas cosas, una que otra conversación crítica respecto al tema.

Es por esto que quiero aprovechar el impulso de estos días, como les comenté la última vez, para iniciar una nueva serie sobre Jesús y responder a algunos de los cuestionamientos que surgen con respecto a Él, especialmente en esta época. No es mi idea hacer un tratamiento exhaustivo, así que por ahora trataré de sintetizar los temas de la mejor forma posible. Más adelante retomaremos cada aspecto con más detalle.

Así que, aquí vamos.

Primera parada: El Jesús inexistente


Cuando hablamos de Jesús, quizás la objeción más fundamental que podría realizar un escéptico seguiría la línea de que Él nunca existió como una persona real, o que no podemos comprobar Su existencia (una idea bastante reciente). Ahora bien, un detalle interesante es que el simple hecho de hacer esta pregunta ya deja una tarea en el lado escéptico: la persona que está cuestionando la existencia de Jesús debe entregar una explicación suficientemente convincente para la siguiente pregunta: ¿Cómo es que nace el cristianismo, con todas sus características históricas, en torno a una persona ficticia? Por esta vez, nos concentraremos sólo en el tema de la historicidad, y dejaremos estas posibles explicaciones para la próxima parte.

(PD: Trataremos este tema a pesar del hecho de que varios estudiosos a lo largo de la historia consideran que esta objeción no tiene fundamento y está lejos de ser considerada seriamente en el plano académico. ¡Incluso Bart Ehrman -un agnóstico que ha escrito varios libros atacando la confiabilidad del Nuevo Testamento- comparte la misma opinión!)

Para poder responder a esta pregunta, tenemos que entrar en el ámbito histórico, ya que no es posible comprobar que Jesús vivió, como lo describe el cristianismo, en el sentido usual. Este no es un evento repetible que pueda volverse a observar o examinar: es un evento único. Por lo tanto, su veracidad debe deducirse de la evidencia disponible que haya dejado. Y para eso, apuntamos a la fuente primaria de información que lo registra: el Nuevo Testamento.

Es en este punto donde -eventualmente- surge una segunda objeción.


"La Biblia no cuenta como historia"


Para muchos, esto está fuera de discusión. La Biblia (en este caso, específicamente el Nuevo Testamento) no cuenta como evidencia histórica válida, pues hace referencia a milagros, apariciones, resurrecciones, etc. Como ninguno de estos hechos es verídico (pues lo sobrenatural no existe), obviamente los relatos son completamente falsos.

Espero que hayan notado cuál es el problema aquí. Cuando un escéptico rechaza el Nuevo Testamento como historia, no lo hace en términos históricos, sino filosóficos. La posibilidad de que exista lo sobrenatural se ha descartado a priori; en otras palabras, se ha examinado la evidencia asumiendo de antemano que sólo existe el mundo natural (materia, energía, etc.). Por esto no debe extrañarnos que estas personas lleguen a la conclusión de que el Nuevo Testamento no es historia, pues eso ya lo tienen decidido desde antes en su mente.

Más aun, el descartar completamente un registro debido a un detalle dudoso o controversial tampoco es propio de un investigador cuidadoso de la evidencia, alguien que está interesado en conocer la verdad. Como Jim Wallace nos indica desde su experiencia como detective, durante un juicio un testigo puede ser considerado confiable aún cuando algunas partes de su testimonio sean poco precisas o no correspondan a lo que sucedió en realidad.

Esta objeción revela dos características de la persona que descarta el Nuevo Testamento: a) una presuposición filosófica fundamental, llamada Naturalismo, y b) un escaso interés por examinar la evidencia y separar los detalles confiables de los dudosos. Aún cuando se descarte el testimonio de eventos sobrenaturales de la Biblia, se puede llegar en términos históricos a la conclusión de que Jesús existió, como lo hizo Bart Ehrman.


Un examen justo de la evidencia


Luego de que una persona se propone estudiar este tema con una perspectiva más abierta, la evidencia para la existencia de Jesús comienza a aparecer. A pesar de que los cristianos conocemos el Nuevo Testamento como una unidad, en su sentido más básico es una colección de escritos antiguos. Cada uno es un registro independiente de los demás, y responde individualmente por su confiabilidad (incluso los que son muy similares, como los evangelios de Mateo y Marcos, incluyen ciertos materiales originales que los hacen únicos). En términos históricos, el Nuevo Testamento no es un único testimonio: son muchos testimonios.

En ese sentido, el hecho de tener más de 25 registros antiguos mencionando a Jesús, escritos por lo menos por 8 autores distintos (si aceptamos las autorías tradicionales) en distintos lugares y momentos, es algo realmente notable. Para mostrar este punto, tomemos como ejemplo a Julio César, uno de los personajes más destacados de la historia romana, y realicemos una comparación. En el caso de sus conquistas militares (de las cuales nadie duda), sólo existen 5 registros que dan testimonio de ellas durante los 150 años siguientes a su muerte (Cicerón, Livio, el Decreto de Salona, Apiano y los escritos del mismo César) [1]. Este ejemplo debería indicarnos cuán significativa es la cantidad de evidencia que hay para Jesús, el carpintero de Galilea... y sólo estamos considerando el registro bíblico.

Otro punto que debe considerarse es que entre los autores tradicionales del Nuevo Testamento encontramos a personas "en posición de saber", cercanas a los hechos, ya sea en forma directa (Mateo, Juan, Pedro, Judas y Santiago -dos hermanos de Jesús) o indirecta, al tener contacto con testigos directos (Marcos, Lucas y Pablo). En la antigüedad, no todos los historiadores tenían una posición tan cercana a los hechos que narraban, por lo que esto es otra cualidad notable de la evidencia.

Finalmente, los testimonios de los autores del Nuevo Testamento han probado ser confiables al ser examinados a la luz de lo que se conoce actualmente sobre el contexto histórico en que se encuentran (siglo I d.C, Asia Menor, Imperio Romano, etc.). Como ya he mencionado antes, Lucas destaca entre ellos como un autor sumamente preciso con la información que nos entrega, de tal manera que es reconocido como uno de los mejores historiadores antiguos:

"Lucas es un historiador de primera categoría; sus declaraciones no son meramente confiables... [él] debería ser ubicado entre los más más grandes historiadores" -- (William Ramsay, The Bearing Of Recent Discovery On The Trustworthiness Of The New Testament, p. 222)

"Por precisión de detalle, y por evocación de atmósfera, podemos ubicar a Lucas, de hecho, junto a Tucídides. Los Hechos de los Apóstoles no son el producto defectuoso de una imaginación devota, sino un registro digno de confianza" (E.M. Blaiklock, The Archaeology of the New Testament, p. 96)

Cuando somos capaces de dar una mirada sincera a lo que el Nuevo Testamento tiene que decir sobre el Jesús histórico, nos encontramos con que existe una cantidad considerable de evidencia dando testimonio de Él, a tal grado que pocas dudas se han levantado al respecto, incluso entre quienes no son cristianos.




Referencias

[1] Gary Habermas, Michael Licona, The Case for the Resurrection of Jesus, pp.127-128

Lecturas recomendadas

"You Can’t Use the Bible to Prove the Bible” ... And Other Stupid Statements - Michael Patton 

The Evidence for Jesus - William Lane Craig 



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