18 de abril de 2014

Conociendo al Jesús histórico - Parte 4: El testimonio más allá de la Biblia


(Este post es el cuarto de la serie 'Conociendo al Jesús histórico'. Puedes encontrar la primera parte aquí, la segunda parte aquí y la tercera parte aquí)

A lo largo de esta serie, hemos considerado algunas de las objeciones que se presentan a la imagen de Jesús que encontramos en el Nuevo Testamento. Para esto, he recurrido a un conocimiento general de las características de la época donde nace el cristianismo, y he intentado mostrar cómo la Biblia es confirmada cuando es vista a la luz de este conocimiento (bueno, mi éxito en estas tareas dependerá de qué tan bien recuerden sus cursos de Historia en el colegio, jeje). Sin embargo, aún no hemos tocado el tema específico de la evidencia fuera de la Biblia: ¿Hay alguna otra fuente antigua que confirme la existencia de Jesús o sólo contamos con las cartas de Pablo y los Evangelios?

La respuesta es afirmativa. Además del valor histórico de los escritos del Nuevo Testamento, existen distintas obras de escritores no cristianos del mundo antiguo, que en algunos pasajes hacen referencia a un Jesús relacionado con los primeros cristianos. En este post, examinaremos los testimonios de dos de estos autores.

El testimonio de Josefo (37-101 d.C)


Flavio Josefo fue un historiador judío, nacido sólo cuatro años después de la crucifixión. Fue un testigo visual de mucho de lo que ocurrió en el primer siglo, y en el año 93 d.C, bajo el reinado del emperador Domiciano, escribió un tratado de historia llamado “Antiguedades de los Judíos”. Esta obra resulta relevante para el cristianismo porque Josefo describe en ella, con mayor detalle que cualquier otro historiador extra-bíblico, a Jesús y el mundo que lo rodeaba.

Uno de los pasajes más notables es el que registra la condenación de Santiago por parte del Sanedrín (la reunión de los principales sacerdotes y líderes religiosos). En él, Josefo describe al apóstol como el "hermano de Jesús, el así llamado Cristo[1]. Estas breves palabras ya nos entregan una confirmación realmente importante para el Nuevo Testamento: a) Jesús fue una persona histórica; b) como Santiago, vivió en Palestina durante un período específico del primer siglo; c) era considerado el Cristo por algunas personas, y d) esta creencia ya era de conocimiento popular en el momento de escribirse el texto, si no antes.

El extracto más famoso de Josefo se refiere específicamente a Jesús, y es llamado conmúnmente "Testimonium Flavianum". Sin embargo, se cree que varias de las versiones disponibles hoy en día han sido editadas, porque en ellas Josefo parece hacer una confesión directa de que Jesús es el Cristo, y que apareció vivo a sus apóstoles, algo muy extraño para un judío practicante. Por esta razón, se considera que la raíz del pasaje es original, pero que estas versiones son modificaciones posteriores, hechas por cristianos “entusiasmados” que querían resaltar su contenido y hacerlo explícito.

A pesar de las variaciones, los estudiosos han podido encontrar y "reconstruir" aproximadamente el texto original mediante distintas disciplinas, dando origen a versiones más moderadas, pero que todavía siguen testificando acerca de la historicidad de Jesús. El "Testimonium" que les presento a continuación proviene de una versión árabe del siglo décimo de las Antiguedades, la cual está libre de elementos cuestionables y es menos probable que haya sido alterada:


"En este tiempo hubo un hombre sabio que fue llamado Jesús. Su conducta fue buena y fue conocido por ser virtuoso. Mucha gente entre los judíos y las otras naciones se volvieron sus discípulos. Pilato lo condenó a ser crucificado y morir. Pero aquellos que se habían vuelto sus discípulos no abandonaron su discipulado. Ellos anunciaron que Él se les había aparecido tres días luego de Su crucifixión, y que estaba vivo; de acuerdo a esto, Él quizás era el Mesías, con respecto a quien los profetas han contado maravillas." [2]

De estos dos textos de Josefo obtenemos una imagen de Jesús muy similar a la que nos entrega el Nuevo Testamento: a) Fue un judío que vivió en el siglo primero, b) fue conocido por ser sabio y virtuoso, c) fue maestro de muchas personas, d) fue condenado y crucificado por Poncio Pilato, e) Sus seguidores dijeron haberlo visto vivo después de tres días de su ejecución y f) desde ese momento fue identificado con el Mesías (Cristo) anunciado por los profetas. Este simple testimonio de Josefo nos da buenas razones para descartar las teorías miticistas y legendarias sobre Jesús.

El testimonio de Tácito (56-120 d.C)


Cornelio Tácito es uno de los historiadores más confiables de la antigüedad. Fue un senador bajo el gobierno del emperador Vespasiano, y también fue procónsul de Asia. En el 116 d.C, Tácito escribió su obra "Anales", la cual cubre un período de tiempo que comienza con la muerte de Augusto en el 14 d.C y termina con Nerón en el 68 d.C. En ella, encontramos el siguiente párrafo que describe la reacción de Nerón al gran incendio de Roma en el 64 d.C:


"En consecuencia, para librarse de la noticia, Nerón culpó e infligió las torturas más exquisitas a un grupo odiado por sus abominaciones, llamados 'cristianos' por el populacho. Cristus, de quien este nombre toma su origen, sufrió la pena máxima durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y una superstición muy maliciosa, que se había detenido por el momento, se expandió nuevamente no sólo en Judea, la primera fuente de la maldad, sino incluso en Roma, donde todas las cosas horribles y vergonzosas de todas partes del mundo encuentran su centro y se vuelven populares." [3]

Lo primero que podemos notar de este informe es que no sólo es imparcial, sino que hasta hostil hacia los cristianos. Esto lo vuelve una muestra importante de evidencia, porque nadie puede culpar a Tácito de mantener "intereses comprometidos" al escribir su registro.

Aunque el pasaje no menciona a Jesús, sí menciona a una persona llamada "Cristus", que es simplemente el paso al latín de la palabra griega para Cristo. Por esto, podemos deducir razonablemente que está hablando del Jesús del Nuevo Testamento. Por otra parte, lo describe de una manera muy similar a la que conocemos: a) Fue una persona histórica, b) vivió en Judea durante el período de Poncio Pilato, bajo el reinado del emperador Tiberio, c) fue ejecutado por crucifixión (la pena máxima romana), d) tuvo un grupo creciente de discípulos llamados 'cristianos' y e) este grupo siguió masificándose hasta expandirse a Roma. Incluso, la extraña declaración de Tácito sobre una "superstición maliciosa" podría ser un testimonio indirecto de la creencia de los discípulos de que este hombre era el Mesías. Esta convicción "se había detenido" cuando Él fue ejecutado y "se expandió nuevamente" luego de pocos días, cuando Jesús eventualmente se levantó de entre los muertos. Sólo esta explicación nos puede ayudar a entender el rápido crecimiento de una fe cuyo fundador es un hombre ejecutado como un criminal.

En resumen, tenemos a dos historiadores no cristianos, uno judío y otro romano, ambos escribiendo dentro de un período de menos de 100 años luego de la muerte de Jesús, algo poco común incluso en las biografías de grandes personajes. Los testimonios que nos entregan no sólo comprueban la existencia de un Jesús histórico, sino que son consistentes con el Jesús que presenta el Nuevo Testamento. Aunque esta es sólo parte de la evidencia, la valiosa información que nos entregan Josefo y Tácito justifica nuestra confianza en lo que leemos en la Biblia.




Referencias

[1] Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos, XX, ix, 1

[2] Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos, XVIII, iii, 3. La versión citada aparece en el libro de James H. Charlesworth, Jesus Within Judaism, p.95.

[3] Cornelio Tácito, Anales, 15.44



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