19 de julio de 2018

Leyendo a los Testigos - Cap. 7 - Parte 2: En Esperanza y Victoria, Aprobados

(Este post es parte de la serie Leyendo a los Testigos, que puedes encontrar completa aquí)

Una vez más, regresamos a nuestro estudio de los Testigos de Jehová y su libro, ¿Qué Enseña Realmente la Biblia? para saber si lo que ellos enseñan es -efectivamente- lo mismo que enseña la Biblia. En esta ocasión, como de costumbre, nos corresponde ser justos con los Testigos y destacar los distintos pasajes del libro que sí tienen un fundamento bíblico apropiado. Específicamente, hoy revisaremos los puntos fuertes de su capítulo acerca de la resurrección final de los muertos.

(Recuerden que pueden seguir la lectura en línea o descargar el libro en esta dirección).

El Dios que vence a la muerte


Lo primero que podemos notar en esta sección del libro es que las imágenes que se nos muestran, de la muerte como enemiga por un lado, y de Dios como libertador por el otro, son bastante acertadas. Si continuamos leyendo un poco más adelante en la cita de 1 Corintios de los autores, encontraremos otro pasaje donde la muerte también es vista desde esta perspectiva "personal". Hablando del cuerpo humano, el apóstol Pablo expresa:

"Y cuando esto, que es corruptible, se haya vestido de incorrupción, y esto, que es mortal, se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: 'Devorada será la muerte por la victoria' ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Corintios 15:54-55, RVC)

Apocalipsis también hace eco de esta victoria, mostrándonos que el final de la historia humana tiene como uno de sus temas centrales la certeza de que Dios ha terminado con la muerte. En un hermoso pasaje al final de este libro, Dios nos promete que Él...


"...enjugará las lágrimas de los ojos de ellos [los creyentes], y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor" (Apocalipsis 21:4, RVC)

Palabras de consuelo


Otro punto que los Testigos expresan correctamente es cómo Dios nos entrega consuelo en las circunstancias más difíciles por medio de Sus palabras. Ellas -como señalan los autores- sin duda nos dejan ver su actitud hacia nosotros en esos momentos: la Biblia nos habla de un Dios bueno (Salmos 100:5), que conoce perfectamente nuestros corazones (1 Samuel 16:7), nos ama (Juan 3:16) y se compadece de nosotros (Salmos 103:13). Podemos encontrar paz en el hecho de que Dios mismo está presente con nosotros en medio del dolor:

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones" (2 Corintios 1:3-5, RVC)

Pero aún más, nuestro Dios nos da la grandiosa esperanza que hemos visto: no todo acaba con la muerte, sino que existe una resurrección y nueva vida en un mundo nuevo para todo aquel que cree. Fue Jesús, en el mismo episodio de la muerte de Lázaro que los Testigos consideran, quien declaró:


"Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25)

Es lamentable que los Testigos no alcancen a comprender el peso real de esta afirmación, debido a su creencia de que Jesús es sólo una criatura poderosa de Dios. La realidad es que estas palabras son tan potentes y trascendentes que sólo hay uno capaz de calzar con semejante descripción, de ser la personificación real de la vida y la victoria sobre la muerte: Dios mismo. Todos aquellos que hemos puesto nuestra fe en el Hijo, quien es la Vida (Juan 1:1,4; 14:6), podemos tener plena confianza en que la muerte no será nuestra parada final, sino sólo una breve detención antes de la vida eterna. No obstante, aunque los autores pierden de vista este importante detalle, vale la pena destacar su esfuerzo al mostrarnos lo esperanzador que es tener estas promesas de vida eterna de parte del Señor.


En lo general, bien


Para terminar, sólo resta decir que el capítulo sigue el patrón usual que hemos visto de parte de los Testigos: ellos tienen la capacidad de captar correctamente los conceptos generales de una doctrina bíblica (en este caso, el hecho de que habrá una resurrección futura que involucrará a justos e injustos), además de comentar cada acontecimiento en forma simple y expresiva (como lo hacen aquí con la resurrección de Lázaro). Esto último es algo que probablemente muchos lectores agradecen.


Habiendo concedido a los autores que la "estructura exterior" de este capítulo está más o menos aprobada, pasemos en la próxima entrada a revisar el centro mismo de la doctrina que nos presentan. Es en el contenido -las características importantes- en lo que ellos fallan, y para ponerlos a prueba, veremos si lo que nos han dicho concuerda con los datos bíblicos (o, al menos, es respaldado de alguna forma por ellos).




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