13 de septiembre de 2019

Cinco Principios que Pueden Ayudarte a Ser un Cristiano Más Productivo - Parte 3

(Este post es parte de la serie Cinco Principios que Pueden Ayudarte a Ser un Cristiano Más Productivo, que puedes encontrar completa aquí)

Ya hemos aprendido lo útiles que son los principios de planificación, administración del tiempo y de la energía. Todo se trata de conocer y aprovechar de la mejor manera las capacidades naturales que Dios nos ha dado como seres humanos. En este sentido, hay dos principios más que pueden ayudarnos a ser productivos en nuestra vida en general, y especialmente si los aplicamos a nuestra práctica cristiana.

Principio 4: Retorno de la inversión


Si han leído sobre presupuesto, ahorros, inversiones u otros temas económicos, es posible que se hayan topado alguna vez con la sigla ROI. Esta viene del inglés Return On Investment ("Retorno de la inversión"), un principio que simplemente señala que debemos poner nuestros esfuerzos en donde sean mejor recompensados. Si al invertir una misma cantidad de dinero en las cuentas de ahorro A y B vamos a terminar obteniendo el doble de lo que invertimos en A, y tres veces la cantidad invertida en B, eso quiere decir que B tiene un mejor ROI que A. B, por lo tanto, sería una mejor opción de ahorro que A, porque recompensa mejor nuestra inversión.

Este principio, aunque nos parezca sorprendente, no era extraño en el tiempo de Jesús. Una cosecha, por ejemplo, era clasificada de acuerdo a cuánto fruto entregaba por cada semilla sembrada (Mateo 13:8). Igualmente, en la parábola de los talentos, el señor criticó al siervo temeroso por no tener provecho de su inversión (Mateo 25:27).

En la práctica, el principio del ROI nos puede ayudar a escoger qué actividades realizar y cuáles evitar para tener una vida cristiana provechosa. ¿Cuál es la mejor forma de invertir 15 minutos, leyendo la Biblia o revisando memes en nuestras redes sociales? La respuesta es bastante obvia: el ROI de las disciplinas espirituales es mucho mayor que la de otras tareas. Ahora, después de estudiar la Biblia seriamente por una hora, es posible que esos 15 minutos sean mejor invertidos descansando que continuando el estudio (de acuerdo al principio de administración de la energía). ¿Buscar nuevos libros cristianos o leer los que ya tenemos apilados? El ROI tiene la respuesta. En resumen, esta es una herramienta muy útil para saber cómo utilizar los recursos que tenemos de la manera más sabia en cada ocasión.


Principio 5: Hábitos


El último principio es algo que es muy útil, pero que a la vez requiere disposición y constancia. Los hábitos son funciones muy especiales con las que Dios ha dotado a nuestros cerebros: nos permiten seguir un "guión" de comportamiento, una serie de acciones que podemos realizar casi de forma automática y sin esfuerzo mental. Esta capacidad permite que nuestro cerebro ahorre energía (pues no tenemos que concentrarnos o planificar algo que hacemos habitualmente) y se enfoque en otras cosas. Un buen hábito es algo extremadamente positivo en la vida cristiana, porque nos hará embarcarnos en actividades espirituales provechosas continuamente; por el contrario, un mal hábito nos hará perder el tiempo, malgastará nuestra energía en actividades sin provecho (o perjudiciales) y hasta nos puede esclavizar, es decir, convertirse en un vicio.

Hasta donde alcanza mi conocimiento, la Biblia no nos habla de hábitos, pero sí encontramos en ella algunas referencias a la disciplina -la ejecución constante de una tarea- que sería el primer paso para crear un hábito. Por ejemplo, en 1 Timoteo 4:7-15, Pablo le encomienda a su discípulo Timoteo que se prepare para llevar una vida de piedad (v. 7) -esto es, de carácter cristiano- utilizando la palabra "ejercítate" (griego gumnazó), la cual comparte la misma raíz que nuestra palabra en español gimnasio; esto nos da una idea de la disciplina y constancia que tiene un deportista entrenado. Más aún, le encarga que se ocupe "en la lectura, la exhortación y la enseñanza" (v. 13) y que permanezca en estas cosas (v. 15). Timoteo debía convertir estas actividades en disciplinas, o en otras palabras, en hábitos.

Al igual que sucede con los demás principios que hemos visto, existe una buena cantidad de literatura y sitios de información con respecto a los hábitos, cómo cultivarlos y utilizarlos para mejorar nuestra forma de hacer las cosas; la invitación es a que cada uno de ustedes explore el tema a gusto. Por el momento, si queremos crear un buen hábito en la vida cristiana, el primer paso es empezar a repetir constantemente la actividad que deseamos introducir a nuestra rutina, idealmente en el mismo tiempo y lugar cada vez (esto le ayuda a nuestro cerebro a prepararse para iniciar el "guión" del hábito) y teniendo a mano todo lo necesario para realizarlo (si queremos hacernos el hábito de leer la Biblia antes de dormir, es más fácil lograrlo si la tenemos a mano; si tenemos que ir a buscarla a otro lugar, comenzar la lectura se vuelve menos automático y más difícil de repetir).


En el siguiente, y último post de la serie, intentaré mostrarles con un ejemplo algunas formas posibles de llevar los 5 principios que hemos estudiado a la práctica.





A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)



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