12 de enero de 2021

¿Quién es Tu Influencia?

[Comparto con ustedes el sermón dominical predicado en mi iglesia local hace algunas semanas]

Texto Base: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:1-2, RV60)


Introducción


En este tiempo en que estamos más cerca de los movimientos en las redes sociales, puede que hayamos escuchado, o nos hayamos encontrado con el término influencer. ¿Quiénes son estas personas? Un influencer es una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia y "poder" en redes sociales es capaz de influir en las decisiones o comportamientos de sus seguidores. ¿Qué tiene que ver esto con nuestro texto? Como veremos a continuación, en este pasaje el apóstol Pablo nos está enseñando que en la vida espiritual también hay influencers, por decirlo de alguna manera, fuerzas que ejercen influencia sobre nosotros y de las cuales tenemos que estar conscientes.

"No se conformen a este siglo"


¿Qué significa esta expresión? Conformarse, en primer lugar, significa simplemente tomar la forma, la estructura o la apariencia de algo, por lo tanto, el concepto que definirá el sentido del texto es "este siglo". En el griego, esta palabra (aion) expresa la idea de una era, una edad, un período de tiempo cuyo énfasis no está en su duración, sino en el hecho de estar marcado por ciertas características espirituales o morales [VINE]. Por lo tanto, "conformarse a este siglo" nos comunica la idea de asimilar o amoldarnos al pensamiento del tiempo presente, actuar como actúan los demás e imitar sus costumbres, lo cual es algo que claramente debemos evitar, si tomamos en serio todo lo que el NT nos dice sobre el estado del mundo actual. Por esto, "este siglo" tiene un sentido negativo, muy parecido al concepto de mundo usado por Pablo, como el sistema de valores y prioridades que tienen las personas que no conocen a Dios y viven guiados por su naturaleza caída, oponiéndose a Dios. "¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Todo aquel que quiera ser amigo del mundo, se declara enemigo de Dios." nos señala el apóstol Santiago (Santiago 4:4).

"Transfórmense por la renovación de su entendimiento"


Puede que en el español no se distinga bien la fuerza de la palabra para "transformación", pero el término que utiliza el original nos puede resultar familiar, y darnos una idea más clara del sentido: metamorphousthe, de la misma raíz de metamorfosis (esas transformaciones dramáticas que vemos en el reino animal cuando algunos individuos jóvenes se convierten en adultos). Los creyentes también, según este texto, debemos pasar por un proceso similar de cambio radical, profundo y permanente. El grado de este cambio también lo podemos notar en otro uso de la palabra. Metamorfosis, por ejemplo, fue lo que experimentó Jesús cuando se transfiguró (Marcos 9:2).

Este proceso que nos convierte en personas nuevas y diferentes en lo exterior, comienza por un cambio interior: la renovación de nuestra forma de pensar y de creer. Pero renovar ¿en qué sentido? Debemos recordar que antes de conocer a Dios, nosotros pensábamos igual que "este siglo", que las personas que no conocen a Dios. Por lo tanto, debemos dejar esa mentalidad, y tomar una nueva. ¿Cuál? El material o la materia prima de esta renovación no es otra cosa que la verdad de Dios. En un pasaje muy parecido, Pablo nos enseña:

"No vivan ya como la gente sin Dios, que vive de acuerdo a su mente vacía [vana, RV60]. Esa gente tiene el entendimiento entenebrecido; por causa de la ignorancia que hay en ellos, y por la dureza de su corazón, viven ajenos de la vida que proviene de Dios [...] Pero eso no lo aprendieron ustedes de Cristo,si es que en verdad oyeron su mensaje y fueron enseñados por Él, de acuerdo con la verdad que está en Jesús. En cuanto a su pasada manera de vivir, despójense de su vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; renuévense en el espíritu de su mente, y revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Efesios 4:17-18, 20-24)

Existe una influencia inevitable de parte del mundo


Un detalle del griego nos da un matiz de este texto que cuesta ver en el español: el verbo para "conformarse" está en una voz pasiva [HENDRIKSEN, NEWELL, CONSTABLE, UTLEY], es decir, nosotros no somos los que ejercemos la acción de conformarnos, sino que la recibimos. El sentido, por tanto, vendría a ser algo como "no sean conformados a este siglo", lo que nos indica a su vez que "este siglo" es el que trata de conformarnos, de influenciarnos para que nos parezcamos a él. Ejerce una atracción sobre nosotros, está interesado en que sigamos la corriente, que seamos uno más del grupo. "A los que no creen, ahora les parece extraño que ustedes ya no se unan a ellos en su vida perdida y desenfrenada" (1 Pedro 4:4, PDT).

¿Por qué es tan necesaria esta exhortación a no conformarnos? La respuesta está no sólo en la intensidad de esta influencia (de la que podríamos hablar bastante), sino también porque es hasta cierto punto, inevitable. Todos los días y a cada instante, estamos expuestos por contacto al pensamiento natural, a la filosofía de vida y a los valores de un mundo que no conoce a Dios, por medio de nuestras relaciones personales, nuestra familia, amistades, compañeros de trabajo, etc. Más aún, a diferencia de los creyentes del tiempo de Pablo, nosotros ni siquiera tenemos una mínima posibilidad de aislarnos, ya que la Internet y los medios de comunicación masiva nos traen directamente a nuestros hogares y dispositivos la invitación a seguir la forma de vida de este mundo. Es más fácil conformarse a este siglo, porque estamos constantemente en contacto con él, por roce o por "osmosis" (la influencia entre dos individuos o elementos que están en contacto), podríamos decir. Por otro lado, no tenemos opción: este contacto es inevitable también desde la perspectiva del Señor, porque Él nos ha mandado a que seamos la luz del mundo y la sal de la tierra (Mateo 5:13-14), y si nos apartamos o intentamos evitar toda clase de contacto, no podremos cumplir esta misión. Necesitamos aprender el lenguaje del mundo y conocer su cultura para poder comunicarles claramente el Evangelio, y necesitamos estar cerca de ellos para mostrarles amor con gestos visibles y tangibles, como lo hizo Jesús. "No te ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal" fue la oración del Señor en Juan 17:15. Por eso, dado que es inevitable estar en contacto con el mundo, el llamado a cuidarnos de su influencia es un recordatorio muy relevante.

Dios también quiere influir en nosotros


Por otro lado, así como sucede con el verbo "conformarse", también sucede con el verbo "transformarse": también es pasivo, tomando un sentido similar a la frase "sean transformados". Como sabemos, no somos nosotros los que tenemos el poder de hacer la metamorfosis, la transformación radical en nosotros mismos: sólo Dios, mediante el Espíritu Santo, puede influir en nosotros produciendo tanto "el querer como el hacer" (Filipenses 2:13). Él produce este cambio poderoso y progresivo -de gloria en gloria- a la imagen del Señor (2 Corintios 3:18).

La decisión de quién dejamos influir es nuestra


Aun cuando el texto nos muestra que el mundo y Dios son las dos influencias poderosas que están en juego, la exhortación del apóstol sigue siendo dirigida hacia nosotros. Pablo nos está haciendo un llamado a la acción práctica: nos está diciendo que la decisión de ser afectados por una u otra influencia es nuestra. O somos conformados a la imagen y semejanza del mundo, o somos transformados por Dios. La pregunta es, por lo tanto, ¿de dónde vamos a obtener nuestro modelo de vida? ¿Qué patrones de pensamiento, qué ejemplos y qué prioridades son las que vamos a tomar para nosotros? ¿Qué influencia vamos a seguir?

La respuesta a estas preguntas, nos dice Dios a través de Pablo, la damos al tomar la decisión de renovar nuestro entendimiento con Su verdad. Pero ¿cómo hacemos esto de renovar el entendimiento? La respuesta la podríamos ver en dos pasos: primero, el requisito básico para renovarnos en la verdad es conocer la verdad, por lo que debemos asimilarla y nutrirnos de ella. Debemos cambiar nuestras ideas sobre el pecado, las relaciones personales, el trabajo, el dinero, la diversión, el uso del tiempo y el propósito de la vida, por las ideas que Dios tiene de estas cosas, y que nos muestra en Su Palabra. Renovar nuestra mente, en este sentido, es ver la vida tal como Dios la ve.

La segunda parte de este proceso, y la más importante, es no quedarnos con haber aprendido nueva información, sino abrazarla por la fe, creerla con nuestro corazón y tomar la decisión de vivir de acuerdo a ella. Conocer por conocer, simplemente por el atractivo de saber más, sin tener la intención de responder de alguna manera a lo que hemos aprendido, nos colocará justo bajo la crítica del apóstol Santiago para aquellos que oyen la Palabra sin tener intención de ponerla en práctica (Santiago 1:21-25). Por el contrario, la actitud correcta es la del salmista, que declaró "Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón. He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos por siempre, y hasta el fin." (Salmo 119:111-112, LBLA). Una vez que nuestro entendimiento se ha renovado con la verdad de Dios, y hemos tomado en nuestro corazón la decisión de hacerla vida, el cambio comienza a fluir desde adentro hacia afuera por la obra sobrenatural del Espíritu.

¿Quién será tu influencia?


En este tiempo que estamos viviendo, tan acelerado y que nos demanda atención en tantas cosas a la vez, existe la tentación de relajarnos y descansar en este aspecto, de no estar tan a la defensiva frente a la influencia del mundo. Pero si no somos cuidadosos, esta "osmosis" -esta transferencia de valores de la que hemos hablado- puede ocurrir en una multitud de formas: al participar de un grupo de amigos con valores diferentes, al dejar que un noticiario nos absorba o al navegar en redes sociales para distraernos un rato. Antes de que nos demos cuenta, estamos imitando el ejemplo de otras personas sin pensarlo dos veces, o hemos admitido ideas y prioridades sin examinarlas. Este llamado de Dios por medio del apóstol, sin embargo, nos recuerda que debemos ser constantemente conscientes de la influencia que le estamos permitiendo al mundo que nos rodea. Pongamos atención a los ejemplos que recibimos de nuestros familiares, a las prioridades que nos quieren inculcar los medios masivos, a las letras de la música que escuchamos, a las ideas que circulan en nuestro círculo de amistades, incluso a las enseñanzas que recibimos de pastores y líderes cristianos. Por sobre todo, vigilemos nuestra propia reacción a estas cosas, para cuidar que no nos estemos desviando de la nueva mentalidad que debemos tener. "Ten cuidado de ti mismo", aconsejó Pablo a Timoteo (1 Timoteo 4:16), y es una recomendación que no está de más para nosotros hoy.

Por otra parte, la transformación que Dios quiere para nosotros pasa por renovar nuestro entendimiento, y no podemos renovarlo sin exponernos a la verdad de Dios. Por lo tanto, este también es un llamado a reforzar nuestra decisión de apartar tiempo y atención alrededor de la Palabra de Dios y el resto de los llamados "medios de gracia". Como hemos visto, es necesario que estemos inmersos en el mundo para dar a conocer a Jesús, pero eso frecuentemente implicará que nos encontremos ocupados en varios tipos de responsabilidades (trabajo, estudios, tareas del hogar, reuniones sociales, etc.) y esto pone en desventaja el tiempo que podemos dedicar a renovarnos espiritualmente, versus el tiempo que estamos expuestos a la influencia del mundo. Dado que esto debe ser así, con mayor razón aún, el tiempo que dediquemos para ser influenciados por Dios debe ser apartado y llevado con toda la devoción que podamos, pues de esto depende el grado en que podamos renovar nuestra mente para ser transformados. Sé celoso con tu tiempo a solas con Dios. Sé intencional en la lectura de la Palabra. Entrégate a la oración, en el tiempo que hayas apartado para ella. Si vas a cantar alabanzas, no lo hagas a medias: pon todo tu afecto y tu atención en ello. En todo lo que hagamos, busquemos hacerlo de manera de ser el terreno más fértil posible para la obra del Espíritu.

¿Quién será nuestra influencia? La respuesta la damos cada día, en la forma en que usemos nuestro tiempo, nuestra atencion, y nuestras prioridades para renovar nuestro entendimiento, y ser transformados.





Referencias

VINE: "Age" en W. E. Vine, Merrill F. Unger, y William White Jr., Vine’s Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words (Nashville: T. Nelson, 1996).

HENDRIKSEN: William Hendriksen, New Testament Commentary: Romans (Grand Rapids, MI: Baker, 1981)

UTLEY: Bob Utley, You Can Understand the Bible: Study Guide Commentary Series (2014). Módulo e-Sword

CONSTABLE: Thomas Constable, The Expository Notes of Dr. Constable (2012). Módulo e-Sword

NEWELL: William R. Newell, Romans and Revelation: Verse by Verse - A Classical Evangelical Commentary (1935). Módulo e-Sword


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera Contemporánea (RVC)
Foto por Amateur Hub en Pexels


¡Comparte este post!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario