Una de las bendiciones de Dios que más me alegra es el hecho de tener un propósito significativo en la vida: una misión para cumplir. Pero esto no es algo que sólo algunos podamos decir. En una mirada rápida del NT, observaremos una enseñanza importante con respecto al trabajo de la Iglesia: todos tenemos algo que hacer o aportar en ella. En 1 Corintios, que concentra buena parte de la enseñanza sobre este tema, Pablo es enfático al decirnos que cada uno de nosotros ha sido dotado por Dios con algo que podemos traer a la comunidad para hacerla crecer, para edificarla:
"¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación." (1 Corintios 14:26)
"Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho" (1 Corintios 12:7)
Cada uno, sin excepción, puede hacer algo. En el contexto de Corinto la discusión está centrada en aquellas personas con capacidades más espectaculares, mientras que en otras iglesias como Roma los dones eran menos vistosos (ver Romanos 12:4-8). Sin embargo, más allá de la clase de don con que Dios nos haya equipado, la idea del apóstol se mantiene: la Iglesia es como un cuerpo, del cual todos somos miembros u órganos que trabajan para su bienestar y crecimiento (ver Efesios 4; 1 Corintios 12); por tanto, se entiende claramente que todos tenemos una función que va en apoyo de esta misión general.
Volviendo a nuestro tiempo, nuestra situación actual de pandemia y cuarentena ha cambiado mucha de nuestra dinámica de vida, incluso en la iglesia. Es posible que algunos de nosotros hayamos tenido que intercambiar funciones, mientras que otros hayamos encontrado nuevas formas de servir que antes no teníamos; finalmente, puede que un tercer grupo de entre nosotros hayamos quedado imposibilitados de apoyar a la Iglesia, porque nuestro lugar en la obra tenía que ver con nuestras reuniones presenciales ¿Significa eso que estos últimos hermanos han quedado de brazos cruzados, que ya no podrán ser de utilidad para el cuerpo de Cristo hasta que toda esta situación se revierta?
La respuesta es, claramente, no. Incluso cuando no podemos desarrollar nuestro ministerio por alguna u otra razón, existe en la Escritura un llamado adicional que Pablo hace a cada cristiano, que puede ser realizado en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier situación: el llamado de la oración. Observemos lo que el apóstol solicita a los hermanos de distintas iglesias en sus cartas:
"Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios" (Romanos 15:30)
"Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra" (Colosenses 4:2-3)
"Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí" (Efesios 6:17-19)
Esto es algo importante. Si incluso alguien con capacidades tan especiales como Pablo necesitaba creyentes tras de sí, orando e intercediendo, entonces cada ministro y líder, por más consagrado que sea, los necesita tambien. El trabajo de los grandes lideres, de hombres y mujeres cuyos nombres son visibles, no es un trabajo de ellos solos, sino de cada parte de la Iglesia que les ayuda en oración.
¿Qué hacer si no puedes desarrollar tu ministerio en esta situación? Siempre está la opción de orar. Y este es un ministerio que todos podemos desempeñar, y al cual todos deberiamos estar mínimamente habituados, pues es una de las disciplinas básicas de todo cristiano. Si no podemos trabajar por el Reino de Dios de la manera en que lo estábamos haciendo, tomemos ahora la herramienta de la oración, para apoyar a quienes continuan en sus labores habituales. Así, seguiremos aportando nuestra parte en la edificación del cuerpo del que formamos parte.
A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960
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