27 de enero de 2023

El Testimonio de la Fe de Barac


[Este post es parte de la serie El Testimonio de los Héroes de la Fe, que puedes encontrar completa aquí]


¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.” (Hebreos 11:32-34)

Siguiendo con nuestro estudio de los héroes de la fe en Hebreos 11, la clase pasada descubrimos que, al llegar al v. 32, el autor de este libro ya no está presentando ejemplos de fe en forma individual, sino que está recordando en forma masiva una serie de nombres y hazañas que eran conocidas para su audiencia. La clase pasada estudiamos acerca de la fe de Gedeón, y hoy nos enfocaremos en el siguiente nombre en la lista, Barac.

La historia de Barac, como la de Gedeón, también se encuentra situada en el tiempo de los jueces, por lo que volveremos a este libro para conocer la razón por la cual fue incluido como un héroe de la fe en Hebreos.


Otra historia de liberación


Barac hace su aparición en el capítulo 4 de Jueces (lo que nos indica que él fue un antecesor de Gedeón) y la situación en la que es llamado corresponde al ciclo clásico de este libro: los israelitas se desviaron del pacto con Dios, y volvieron a hacer lo malo delante de Él, por lo que perdieron Su protección y fueron víctimas de una de las naciones vecinas que resistían la conquista de la Tierra Prometida, en este caso, Canaán, liderado por su rey Jabín (Jueces 4:1-2).

Jabín oprimió cruelmente a Israel por un espacio de veinte años. El capítulo 5, que es un recuento poético de los hechos del capítulo 4, nos dice que por causa del temor producido por este rey, la gente se encontraba escondida en sus casas, y transitaba por senderos intrincados para evitar los caminos principales; esto naturalmente tuvo consecuencias en el comercio y en el bienestar de la población (Jueces 5:6-7). Militarmente hablando, en contraste con los soldados de Israel que carecían de equipamiento (Jueces 5:8), Jabín tenía un gran contingente, entre el cual destacaba la presencia de 900 carros herrados. Estos vehículos eran verdaderas potencias militares de su tiempo: servían como plataformas móviles desde donde arqueros podían derribar a múltiples combatientes enemigos sin ser alcanzados, estableciendo una ventaja estratégica sobre las tropas de infantería y los arqueros tradicionales [1]. Además, en este caso los carros cananeos tenían un refuerzo metálico en su estructura o en sus ruedas que los hacía aún más resistentes y durables [2]. Esta clase de armas no era una novedad para los israelitas, quienes ya las habían enfrentado anteriormente sin buenos resultados (Jueces 1:19). En general, los carros -al igual que la caballería- son consistentemente mencionados a lo largo de la Biblia para representar poder militar (Deuteronomio 20:1; Josué 17:16, 18; Salmos 20:7; 68:17; Isaías 2:7, etc.)

Otro llamado de fe


Es en ese contexto que surge Débora, una jueza que cumplía un papel tanto administrativo como profético. Ella es quien manda a llamar a nuestro protagonista, Barac, y le encarga de parte de Dios la misión de liberar a Israel.

Aunque en primera instancia no lo parezca, esto es un llamado de fe, en el mismo sentido en que lo fue para Gedeón. Si bien Barac no tuvo que restringir su ejército a un número tan bajo como 300, un contingente de 10.000 hombres no era un ejército precisamente grande. Por otro lado, mientras Gedeón se enfrentó a cantidad, Barac tendría que enfrentarse al poder de los temibles carros herrados de Jabín.

La respuesta de Barac al llamado del Señor fue pedirle a Débora que lo acompañara (Jueces 4:8). Esto podría ser interpretado como cobardía si lo leemos de una forma apresurada, pero en el peor de los casos, podemos decir que fue un momento de poca fe de parte del nuevo juez, tal como lo fueron para Gedeón las ocasiones donde solicitó confirmaciones milagrosas para afirmar su fe. Como profetisa, Débora representaba la voz y la dirección de Dios, y por lo tanto, su compañía representaba en forma visible el favor de Dios sobre Barac como libertador, y sobre esta misión en particular [3].

Otra victoria de fe


Luego de que Débora accediera, Barac juntó a los 10.000 hombres que Dios había solicitado, y se estableció en el monte de Tabor, lo que podría considerarse una posición estratégica por ser un terreno más elevado. Este movimiento de tropas alertó a Sísara, el capitán de Jabín, quién reunió a todos sus carros y a todo su ejército, cruzó el arroyo de Cisón y fue camino a Tabor (Jueces 4:12-13). El recuento del capítulo 5 además nos sugiere que el ejército de Sísara recibió refuerzos de otros reyes cananeos (Jueces 5:19), lo que hacía aún más grande la amenaza para Barac. No es casualidad que este mismo capítulo se refiera a estos enemigos como “fuertes” y “poderosos” (Jueces 5:13, 23).

El momento crucial llegó cuando Débora dió la señal de la batalla: Barac debía descender de la posición ventajosa que le daba el monte y descender al valle, donde lo esperaba el ejército y los carros enemigos. Sin embargo, no iba solo: Dios ya había descendido delante de él, y combatiría de su lado (Jueces 4:14). Este es el paso de fe de Barac: él descendió del monte y se atrevió a enfrentar a un ejército mejor equipado y más numeroso, porque Dios le había prometido la victoria. Y así fue: Dios combatió a favor de Israel ese día, utilizando incluso lluvias e inundaciones para desbaratar las fuerzas cananeas (Jueces 5:4-5, 20-21). Barac logró una victoria aplastante sobre sus enemigos. Al igual que Gedeón, por la fe, él “puso en fuga ejércitos enemigos” (Hebreos 11:34).

Lecciones prácticas


A través de esta historia, el autor de Hebreos subraya la lección que hemos visto repetirse varias clases: mediante la fe, Dios puede darnos victorias que serían impensables de otro modo. No importa si es un mar, una ciudad amurallada o un ejército numeroso: la presencia de Dios puede hacer la diferencia, y fortalecer al débil para que este supere grandes obstáculos. Por más repetitiva que suene esta enseñanza, es una que precisamente necesitamos escuchar varias veces, porque nuestra mentalidad natural dicta que hay problemas que no tienen solución y situaciones que no tienen salida. Dios, no obstante, no conoce de estas dificultades, y cuando es Su voluntad abrir un camino para nosotros, podremos ver que lo improbable sucede, si confiamos en Él.




Notas

[1] Matthew James Hamilton, «Chariot» en The Lexham Bible Dictionary, eds. John D. Barry et. al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2016); Frank S. Frick, «Chariots» en The HarperCollins Bible Dictionary (Revised and Updated), ed. Mark Allan Powell (New York: HarperCollins, 2011).

[2] Lai Ling Elizabeth Ngan, «Chariots» en Holman Illustrated Bible Dictionary, eds. Chad Brand et. al. (Nashville, TN: Holman Bible Publishers, 2003); Héctor Pina, «Carro, Carroza» en Diccionario Ilustrado de la Biblia, ed. Wilton Nelson (Miami: Editorial Caribe, 1977).

[3] En la antiguedad, no era extraño buscar la certeza del apoyo divino de parte de un profeta o un sacerdote antes de entrar a la batalla (Gregory Mobley, «Barak» en Eerdmans Dictionary of the Bible, eds. David Noel Freedman, Allen C. Myers, y Astrid B. Beck [Grand Rapids, MI: W.B. Eerdmans, 2000]).


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60), y todas las citas desde fuentes en inglés han sido traducidas por el autor del blog
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