30 de noviembre de 2013

Un examen a la persona del otro lado de la pantalla (Parte 2)

[Estimados lectores ateos y quienes profesan una fe distinta al cristianismo: Este post contiene varios puntos que –lo más probable- no serán de agrado para ustedes. No lo tomen como algo personal, pero en ciertas ocasiones un cristiano debe dejar de lado la postura ”políticamente correcta” para ser fiel a la verdad.]

En el post anterior mencioné algunas razones por las cuales una persona, específicamente un escéptico, puede tener dificultades para entablar una conversación sobre asuntos de fe. Propuse una primera categoría, la condición de una persona en los planos natural y emocional. En esta ocasión quiero presentar una segunda categoría:


Condiciones espirituales

Esto de la dificultad en las conversaciones no es un tema nuevo. En la Biblia podemos encontrar también algunos ejemplos, como el de esta agitada conversación de Jesús con algunos judíos en Juan 8. Después de un intercambio de palabras, Él concluye:

¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra […] El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.” (Juan 8:43,47)

Estas palabras son una buena síntesis de la tercera y más grande barrera para la comunicación entre cristianos y escépticos. Es la enseñanza bíblica que, en términos formales, lleva el (poco agraciado) nombre de “Depravación”, la mala noticia que hace necesaria las buenas noticias, del Evangelio.

Lo que la Biblia nos dice en este sentido es que, lamentablemente, nacemos en este mundo con una tendencia a hacer lo malo. Dios ha creado muchas cosas para llamar nuestra atención y que nos volvamos a acercar a Él, pero nuestra condición caída y nuestras malas elecciones nos llevan a ofrecer resistencia a ese llamado.
Hemos sido espiritualmente incapacitados por nuestros propios deseos para responderlo:

Ellos [los seres humanos] conocen la verdad acerca de Dios, porque Él se la ha hecho evidente. Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios. Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias.” (Romanos 1:19-21, NTV)

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.” (Juan 3:19-20)

Eso los incluye a ustedes, que antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, estaban separados de Él por sus malos pensamientos y acciones.” (Colosenses 1:21, NTV)

[Nota: Se han escrito libros completos sobre este tema, creo que sería algo pretencioso intentar hacer un resumen completo en este post jeje… pueden dejar sus dudas en los comentarios]

Por ello, cuando conversamos de temas de fe con un escéptico, no sólo podemos esperar una resistencia natural de parte del cerebro y una resistencia emocional debido a experiencias pasadas desagradables, sino que además podremos encontrar un mayor o menor grado de esta “resistencia espiritual”, el tipo de resistencia que dice “estoy satisfecho con la vida que llevo, no estoy disponible para considerar ni aceptar la existencia de Dios.” Como un ejemplo, permítanme citar a Stephen Hawking:

Todos somos libres de creer lo que queramos, creo yo que la explicación más sencilla es que no hay dios. Nadie creó el universo, y nadie dirige nuestro destino” (serie “Curiosity”, temp.1, cap.1, énfasis mío)

¿No notan un poco de esa “negativa” espiritual y de rechazo al concepto de Dios?

Quiero dejarles con esta perspectiva, para que la consideren en su próxima conversación. Existen varias razones por las cuales ese debate con “la persona detrás de la pantalla” se puede volver infructuoso y hasta desagradable, por ello es importante comprenderlas para así poder lograr que se nos escuche. Buenas palabras, intenciones correctas y un carácter cristiano maduro, junto a la ayuda del Espíritu Santo, son cosas que nos pueden ayudar a cumplir esta misión de presentar a Jesús a los demás.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario