26 de octubre de 2022

El Testimonio de la Fe de Israel


[Este post es parte de la serie El Testimonio de los Héroes de la Fe, que puedes encontrar completa aquí]


"Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días". (Hebreos 11:29-30)

Mientras el escritor de Hebreos está hablando de la fe de Moisés al celebrar la Pascua y rociar la sangre como había sido ordenado por el Señor, implícitamente introduce a quiénes serán los próximos ejemplos para sus lectores: el pueblo de Israel en general.


Por la Fe pasaron el Mar Rojo (v. 29)


Cuando el v. 29 comienza señalando que “pasaron el Mar Rojo”, sin identificar a quiénes se refiere este hecho, debemos volver en el texto para ver si esta información está en algún lugar. Obviamente, como esperamos, se está refiriendo a la primera generación del Éxodo: estos israelitas son quienes hicieron los preparativos junto a Moisés y cumplieron el mandato acerca de la sangre para que la plaga “no los tocase a ellos” (Hebreos 11:28).

Este pasaje nos indica que este es un nuevo ejemplo de fe para los lectores del libro, lo cual nos lleva a preguntarnos ¿Dónde se ve reflejada la fe de Israel en este caso?

Para responder, tenemos que considerar todo el trasfondo de esta declaración. Recordemos que el pueblo de Israel se encontraba en su camino fuera de Egipto, cuando se vieron arrinconados por el ejército de Faraón por un lado, y por este cuerpo de agua, en el otro. Es en este contexto de pánico (Éxodo 14:10-12) en que ellos reciben la orden -que parece desafiar todo sentido común- de marchar hacia adelante (Éxodo 14:15) hacia el mar, pero no sin antes escuchar de Moisés el anuncio de lo que Dios iba a hacer (Éxodo 14:13-14)

Vale la pena considerar un momento la magnitud del obstáculo en este caso. Aunque la gran mayoría de las traducciones modernas identifica el cuerpo de agua como el Mar Rojo, el término original en el hebreo no se refiere exactamente a este lugar, que hoy en día resulta difícil localizar [1] Sin embargo, tanto el relato en Éxodo como la referencia de Hebreos nos dice que este mar (o lago) (a) tenía suficiente agua como para aplastar al ejército egipcio, y (b) era lo suficientemente extenso como para que el recorrido a pie durara varias horas (el movimiento duró “toda aquella noche”, Éxodo 14:20, para finalizar “a la vigilia de la mañana”, Éxodo 14:24). Era un obstáculo formidable, pero el pueblo se atrevió a creer.

La grandeza de la dificultad hizo de este un grandioso milagro. Efectivamente, el paso del Mar Rojo es recordado a lo largo de la Biblia como una impresionante muestra del poder de Dios (Deuteronomio 11:2–4; Josué 2:9–11; Josué 4:23–24). Estas características nos dan luz de la magnitud de lo que Dios hizo respondiendo a la fe del pueblo: secó completamente lo que parecía una inamovible masa de agua, para que ellos pasaran “como por tierra seca”. La fe se refleja aquí en que ellos se atrevieron a creer en el poder de Dios, a pesar del temor y la dificultad.


Por la Fe cayeron los muros (v. 30)


Lamentablemente, el paso del Mar Rojo es el único acto de fe que se puede destacar de la primera generación del Éxodo, que terminó siendo infiel en el desierto y que el autor de Hebreos ya tomó como ejemplo de incredulidad (Hebreos 3:16-19). Esto explica, en cierta forma, que el próximo ejemplo de fe venga de la segunda generación que nació en el desierto, y que llevó a cabo la conquista de Canaán.

Aquí, el pueblo nuevamente enfrentó un obstáculo -la ciudad amurallada llamada Jericó- y nuevamente recibió un desafío de fe de parte de Dios: la ciudad no caería por los medios tradicionales de conquista (que en ese tiempo eran sitiar la ciudad acampando alrededor de ella y utilizar maquinaria de asedio para destruir sus defensas), sino a través de un inusual ritual que consistía en dar vueltas a la ciudad, tocando instrumentos. No sólo se necesitaría fe para proceder de esta manera tan distinta a lo usual, sino que esa fe tendría que extenderse durante siete días, y eventualmente exponerse a las burlas y al ridículo de los observadores de la ciudad que estaban sobre los muros y dentro de ellos (como la casa de Rahab, Josué 2:15).

Pero, a pesar de todo esto, “por la fe cayeron los muros de Jericó”. Como reflexiona Juan Crisóstomo, un obispo cristiano del cuarto siglo, “el sonido de las trompetas, aunque fuera a resonar por diez mil años, no puede derrumbar murallas, pero la fe puede hacer todas las cosas” [2] Precisamente, lo que en la “manera tradicional” hubiera demorado años de asedio, por la fe se logró en sólo siete días.


Lecciones Prácticas


Una fe que se atreve a creer

El ejemplo de Israel en el Mar Rojo refuerza aún más el principio que ya habíamos visto con Noé, Abraham y Sara: debemos atrevernos a creer en Dios en circunstancias complejas, o como lo hemos visto en este caso específico, incluso en causas perdidas. Este es un desafío importante, porque nuestra reacción a menudo es la misma que Israel tuvo al principio: perder la esperanza y echarnos a morir. Debemos atrevernos a confiar y a descansar en el Dios que profesamos creer, uno que no tiene límites para Su poder y Sus acciones.

Una fe que debe permanecer

Una segunda lección que obtenemos del ejemplo del Éxodo es que debemos vivir en un constante estado de fe. No es suficiente haber confiado y haber obtenido la victoria y la ayuda de Dios en un momento: puede que más tarde nuestra fe sea puesta a prueba otra vez y fallemos dramáticamente, si no nos preocupamos de mantener esta confianza firme en nuestro Dios. Como vimos en forma implícita en el relato, la experiencia de una liberación -incluso de una tremenda, como esta- no garantizó la permanencia de Israel en la fe. Es necesario que seamos intencionales, constantes, perseverantes y permanentes cuando se trata de nuestra confianza en Dios.

Una fe que puede lograr grandes victorias

Finalmente, estos versículos nos muestran una especie de contrapeso o contraste con lo que hemos visto hasta ahora. Si bien el autor de Hebreos nos ha mostrado que existe la posibilidad de experimentar dificultades y carencias por causa de la fe (como la renuncia de Abraham y de Moisés a una herencia material, por preferir una herencia espiritual), en base a estos ejemplos ahora también nos recuerda la posibilidad de vencer obstáculos y de lograr grandes victorias por la misma fe.

Por la fe Abraham y Moisés “perdieron” cosas que podrían ser valiosas en el aspecto terrenal, pero por la misma fe el primero venció la imposibilidad de tener un hijo, y el segundo venció la imposibilidad de cruzar un mar y derrotar al ejército más poderoso del mundo conocido.

Esto, por tanto, debe haber sido un incentivo para la fe de los destinatarios de la carta, y lo debe ser para nosotros también: aunque a veces en la voluntad de Dios está la posibilidad de que enfrentemos dificultades por causa de nuestra fe, es esa misma fe la que nos habilitará para superar increíbles dificultades y alcanzar triunfos que parecerían imposibles, cuando confiamos en el Dios que todo lo puede.

 



Notas

[1] Bryan Babcock, "Red Sea” en The Lexham Bible Dictionary, ed. John D. Barry et. al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2016).

[2] Juan Crisóstomo, como se cita en Robert Jamieson, A.R. Fausset y David Brown, Commentary Critical and Explanatory on the Whole Bible, vol. 2 (Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1997), p. 474.


A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60)
Foto: "The Seven Trumpets of Jericho" por James Tissot


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