(Este post es el primero de la serie 'Una guía para discutir con otros cristianos'. Puedes encontrar la segunda parte aquí)
Aunque no tengas idea de lo que significa, si eres cristiano, entonces tienes una posición teológica. ¿Suena extraño?
No te preocupes, es perfectamente normal. Todo cristiano las tiene. Una posición teológica es simplemente una forma particular de entender lo que la Biblia dice con respecto a algún tema. Incluso, en el mismo post anterior, estuvimos discutimos dos de ellas: "Jesús es Dios hecho hombre" es una posición teológica, mientras que "Jesús es el Hijo de Dios, pero no Dios encarnado" es otra. Cada una es una manera distinta de entender lo que la Biblia dice acerca de la identidad de Jesús. (El punto del post es que la primera es bíblicamente más justificable que la segunda, por lo que es considerada la posición cristiana válida).
Las razones por las que tenemos distintas posturas teológicas pueden ser muy variadas. Nuestra propia experiencia de vida, nivel de educación, o la influencia de la tradición/denominación a la que pertenecemos (solo por nombrar algunas) pueden guiarnos a leer la Biblia de una u otra de manera. Sumémosle a eso la gran importancia de los temas que se tratan en sus páginas y tendremos la receta para un buen conflicto cristiano. La divinidad de Jesús, la situación del ser humano frente a Dios, la forma y el alcance de la salvación, la cronología del fin de los tiempos, la edad del universo, la existencia histórica de Adán, la continuidad de los dones espirituales, el rol del hombre y la mujer... podríamos seguir por un largo rato, pero creo que resulta evidente que, en muchos sentidos, hay más de una forma de leer la Biblia, y eso naturalmente deriva en discusiones entre cristianos.
No creo que eso sea negativo en sí mismo; por el contrario, discutir puede traer grandes beneficios. El hecho de que existan posturas diferentes no implica que todas sean válidas o justificables (como en el caso de la divinidad de Jesús). Una persona puede leer la Biblia correcta o incorrectamente, y basta una mirada rápida a las cartas de los apóstoles para darnos cuenta de que las interpretaciones erróneas no son -para nada- una novedad. Del Nuevo Testamento también aprendemos que las posiciones teológicas correctas deben ser enseñadas, mientras que las incorrectas deben ser rechazadas (Judas 1:3; 2 Tesalonicenses 2:15). Y para eso, es necesario discutir.
Los puntos que quiero compartirles a continuación son en primer lugar, como lo he dicho en otras ocasiones, una especie de recordatorio para mí, como alguien que necesita tenerlos constantemente presentes para no convertir cada discusión teológica en una batalla. Por otra parte, los comparto esperando que les sirvan también a ustedes cuando llegue el momento de discutir sus convicciones con otros cristianos.
Aprende a elegir tus batallas
Creo que todos estaremos de acuerdo en que no es sabio, ni provechoso (ni posible en la práctica) responder a cada declaración bíblica cuestionable que aparezca publicada en nuestra red social. Por esa razón, antes de involucrarte en una discusión con otro cristiano, realiza una breve evaluación, en primer lugar, del tema a discutir, y segundo, de la persona con quien discutirás.
Históricamente, los cristianos hemos llegado a diferenciar los temas relacionados con la fe en base a la importancia que tienen. A modo general, podríamos decir que existen dos clases: los "esenciales" y "no esenciales". Usualmente, los asuntos esenciales incluyen temas como la naturaleza de Dios y el contenido del Evangelio, es decir, las enseñanzas que definen qué es el cristianismo y qué significa ser cristiano. Por otro lado, los no esenciales incluyen aspectos prácticos y temas que no definen la salvación de una persona, como el "rapto" o la práctica del diezmo.
Por esta razón, creo que resulta útil preguntarse en primer lugar qué tipo de postura teológica está sobre la mesa. ¿Es un tema que define el cristianismo o es un asunto de práctica? Dependiendo del provecho que finalmente pueda tener la discusión, y especialmente si el asunto es uno no esencial, puedes tomar la decisión de dejar pasar el debate o pensarlo un poco más antes de involucrarte.
El segundo aspecto a evaluar es la persona que está presentando la postura teológica que consideras cuestionable. ¿Es alguien conocido por ser muy obstinado o cerrado a puntos de vista diferentes? Si es así, quizás sea preciso (nuevamente) evaluar la relación costo/beneficio de la discusión, especialmente en el caso de un tema no esencial.
En resumen: invierte tu tiempo y energías en discusiones que den fruto (más adelante volveremos a este mismo punto).
Mantén la altura cristiana (en la forma)
Conversamos este tema en un post el año pasado, pero nunca está de más la recomendación: busca que la forma en que te expresas sea digna de la fe cristiana. Estás representando a Cristo, ni más ni menos. Estás modelando una vida transformada. Y algo que mucha gente ignora, tienes la herencia de muchos creyentes en la antigüedad que han puesto al cristianismo en alto como una fe inteligente. Todo eso debe reflejarse en nuestra forma de actuar, incluso en nuestra vida online.
¿Mis recomendaciones? Mantén un buen lenguaje y un buen tono. Sé un ejemplo para otros creyentes en tu manera de expresarte (1 Timoteo 4:12). Ofrece tus argumentos con claridad y calma, e intenta leer con atención los de la otra parte. No te burles de los errores de la otra persona, sino indícalos y corrígelos con respeto. Evita los ataques personales y las descalificaciones. Busca demostrar en todas estas cosas la tranquilidad, el dominio propio y la bondad que deberían caracterizar a un cristiano (Gálatas 5:22-23).
Quién sabe... Incluso en medio de un debate, la conducta correcta de tu parte podría estar emparejando el camino para el Evangelio en el corazón de algún oyente (o lector).
En el próximo post seguiremos tocando el tema de las discusiones cristianas. Personalmente, creo que estos dos puntos, el dejar pasar debates sin provecho y el mostrar un carácter cristiano en aquellos en que participemos, ya son un un buen desafío por sí solos. Van a requerir preocupación y esfuerzo de nuestra parte, pero darán mejores resultados; no sólo para nosotros, sino para otros también.
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