23 de enero de 2018

Permisos, Conveniencia, Libertad, Propósito


[A continuación, les comparto el mensaje que prediqué en mi iglesia local el domingo recién pasado. El texto base se encuentra en 1 Corintios 6:12-20]

Cuando llegamos a leer directamente este pasaje en 1 Corintios, como nos indica el leccionario del día de hoy, nos estamos abriendo a la posibilidad de malinterpretarlo, y sacar una lección que en realidad no está ahí. ¿Significa la frase “todo me es permitido” que los cristianos tenemos la opción de hacer literalmente cualquier cosa? ¿Será que nuestra “libertad en Cristo” no tiene límites? Podríamos llevarnos esa impresión, si nos olvidamos de la importancia de leer cada pasaje de la Biblia en su propio contexto. Aquí calza perfectamente aquel viejo refrán que dice que un texto sin un contexto es un pretexto.


Permisos


Cuando le damos una mirada a todo el capítulo, y a los capítulos anteriores, sin duda nos daremos cuenta de que Pablo no está diciendo de que todo es una opción válida para los cristianos; hay cosas que son objetivamente malas -como las distintas formas de inmoralidad sexual, la idolatría, el robo, la avaricia, la borrachera e incluso el ser ofensivos al hablar (1 Corintios 6:9-10)- que los cristianos no tienen permiso para hacer. Estas cosas no caben dentro de ese "todo" que me es permitido, y es precisamente lo que el apóstol está intentando demostrar en el pasaje que hemos leído: Pablo pone aquí el ejemplo de la comida, una libertad que él defiende en esta y en otras cartas (1 Corintios 8:8; Romanos 14:14, 17; comparar con Marcos 7:18-19; Colosenses 2:20-23) y lo compara con la inmoralidad sexual para mostrar que están en categorías distintas, porque tienen consecuencias distintas para el ser humano.

Si aplicamos este principio a nuestro tiempo, podemos ver que el patrón no es complicado de entender: Comer un asado nos está permitido. Emborracharnos no. Tener el pasatiempo de coleccionar cosas nos está permitido. Ser codiciosos no. Ver televisión nos está permitido. Cometer adulterio no. Todo aquello que no es pecado en sí mismo cae dentro de esta categoría de lo que me es permitido.

¿Qué podemos aprender entonces de este pasaje, más allá de darnos cuenta de que existen estas dos clases de cosas, permitidas y no permitidas? La respuesta es que reflexionar en este principio que nos da Pablo acerca de lo permitido puede ayudarnos a responder esa antigua, profunda y complicada pregunta que a veces nos hacemos como cristianos ¿Cómo decidir si hago esto o no? ¿Cómo saber si esto le agrada a Dios o no?

Pensemos un poco en lo que Pablo nos dice.


Conveniencia: Todo me está permitido, pero no todo me conviene


La palabra griega que se traduce como “conviene”, sumfero, conlleva la idea de aportar o contribuir, es decir, algo que conviene es algo ventajoso, provechoso o beneficioso.

De esta manera, una primera guía para nuestras decisiones sería preguntarnos: lo que estoy evaluando hacer ¿me conviene? ¿Me entrega algún beneficio? ¿Me hace crecer, me ayuda en mi vida diaria? O por lo menos, reflexionar: Los beneficios de esta acción que estoy evaluando ¿superan con creces sus riesgos? ¿Vale la pena hacer esto?

Este es un filtro importante, porque algunas de estas cosas que Dios nos permite hacer, sin ser pecado, tienen el potencial de perjudicarnos, y eventualmente, de conducirnos a algún pecado. En el jardín del Edén, acercarse al árbol del conocimiento del bien y el mal no estaba prohibido. Era algo permitido para Adán y Eva. Pero, ¿les convenía? ¡Claro que no! Cada paso dentro de esta libertad los acercó a aquello que no les estaba permitido, y los terminó exponiendo al pecado de comer el fruto.


Libertad: Todo me está permitido, pero no permitiré que nada me domine.


Debería ser claro para nosotros que Dios no es un "aguafiestas celestial", que ha creado un mundo triste y gris, y que nos obliga a llevar una vida de sufrimiento y limitaciones. El testimonio de la Biblia es que todo lo que Él creó fue bueno, verdaderamente bueno, y es algo que podemos experimentar todos los días en lo que Él nos permite disfrutar de Su creación. No obstante, algunas de estas buenas cosas que son permitidas para nosotros tienen el poder de controlarnos cuando las tomamos fuera de su justa medida, o fuera de los márgenes que Dios ha establecido (los ejemplos más sencillos son la glotonería y la borrachera). Y si hay algo que nos controla, eso significa que en nuestra vida la prioridad no es amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y fuerzas (Marcos 12:29-30), sino satisfacernos a nosotros mismos por medio de ese algo. Cuando hay algo que nos domina, estamos pecando al romper el mandamiento más importante, y por eso, esta segunda guía es tan necesaria como la primera.

Como humanos -y esto es algo que experimento bastante en lo personal- tendemos a entusiasmarnos y obsesionarnos con aquello que nos gusta. Pero debemos a cada momento preguntarnos: Esto que estoy evaluando hacer ¿me puede llegar a dominar? Si es algo bueno que Dios ha creado, si es algo que me conviene ¿qué puedo hacer para que no me domine en algún momento?


Propósito


Finalmente, es importante observar que las palabras del apóstol que nos han hecho reflexionar no son motivadas simplemente por el hecho de tener una buena vida. Pablo no sólo nos está llamando a saber escoger dentro de todo lo que Dios nos permite con el único propósito de que estemos bien. Lo que él nos está diciendo está enmarcado en una exhortación a que los creyentes aprendamos a reconocer que le debemos nuestra vida a Dios, y por eso nuestras acciones deben honrarlo: "Porque ustedes han sido comprados; el precio de ustedes ya ha sido pagado. Por lo tanto, den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios" (v. 20)

Debemos evitar el pecado, y -como hemos visto hoy- dentro de lo que no es pecado, debemos elegir lo mejor porque sí, es bueno para nosotros, pero por sobre todo, porque Dios es digno de que tomemos decisiones que lo honren. En esa cruz, con Su sangre, Jesús pagó lo que costaba salvar nuestras vidas y sacarlas de la oscuridad en que estaban. Por eso, porque somos Suyos, nuestras decisiones deben mostrar cuánto le honramos y le agradecemos por eso.





¡Comparte este post!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario