13 de marzo de 2018

Leyendo a los Testigos - Cap. 6 - Parte 3: El Delicado Tema del Infierno

(Este post es parte de la serie Leyendo a los Testigos, que puedes encontrar completa aquí)

Una vez más, es hora de poner las enseñanzas de los Testigos de Jehová bajo la lupa. Nos encontramos leyendo su publicación ¿Qué Enseña Realmente la Biblia? con el fin de conocer lo que ellos piensan y comprobar sus fundamentos bíblicos, y hemos llegado al capítulo que trata con el destino de las personas que fallecen. En esta entrada, plantearé dos dificultades de esta parte de la doctrina de los Testigos, y dejaré las más cruciales para después.

(Pueden seguir la lectura en línea o descargar la edición 2018 del libro en esta dirección).

Cuestionable: La Biblia no enseña que el infierno es sufrimiento eterno


Cerca del final del capítulo, los Testigos comentan:

"Como ya vimos, algunas religiones enseñan que los malos sufrirán eternamente en las llamas del infierno. Esta creencia insulta a Jehová, pues él es un Dios de amor y nunca atormentaría a nadie de esa manera (1 Juan 4:8). ¿Qué pensaría usted de un hombre que castigara a su hijo metiéndole las manos en el fuego por haberle desobedecido? ¿Sentiría respeto por él? ¿Desearía conocerlo siquiera? Desde luego que no. Seguro que lo consideraría un individuo muy cruel." [1]

Si observamos con mucha atención, aquí hay dos objeciones en una. La más evidente es la afirmación de que un Dios de amor no crearía el infierno como un lugar/estado de sufrimiento, una objeción que responderemos en el próximo punto. No obstante, al hacer esta afirmación los Testigos además están asumiendo de forma implícita -sin decirlo abiertamente- que la Biblia no enseña la visión cristiana tradicional del infierno. De lo contrario, si las Escrituras efectivamente dan testimonio de la existencia de un castigo eterno, entonces obviamente esa creencia no puede ofender a su Autor, ¿correcto?

En toda justicia, he querido dejar este problema en la categoría de "cuestionable" en lugar de "errado", por una razón muy particular. Como algunos autores cristianos han observado, hay una creciente tendencia en la Iglesia a adoptar un pensamiento similar al de los Testigos [2][3]. Estos cristianos argumentan que existen ciertos pasajes bíblicos que parecen poner en duda la idea tradicional del infierno. Sin embargo, hay buenas razones bíblicas para mantener esta postura clásica. Tomemos, por ejemplo, la fuerte enseñanza del mismo Jesús sobre el destino de las personas que no se arrepienten:


"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, se sentará en su trono de gloria, y todas las naciones serán reunidas ante él. Entonces él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda, y entonces el Rey dirá a los de su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo' [...] Entonces dirá también a los de la izquierda: '¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles!' [...] Entonces éstos irán al castigo eterno, y los justos irán a la vida eterna" (Mateo 25:31-34, 41, 46, RVC)

Tim Barnett y Greg Koukl comentan acertadamente respecto a este pasaje:


"¿Qué vamos a hacer con este pronunciamiento crucial? A primera vista, el significado parece inequívoco. Las ovejas experimentan bendición para siempre y las cabras experimentan castigo para siempre. El paralelismo es claro. La duración de la experiencia consciente para el primer grupo -gozo eterno- es la misma de la experiencia consciente para el segundo -tormento eterno. Ese es el sentido simple del pasaje, el significado ordinario de las palabras y la lectura natural del texto." [4]

Más aún, el "fuego eterno" que Jesús menciona como el destino del diablo y el resto de Sus enemigos es descrito claramente en Apocalipsis como un lugar de sufrimiento constante (20:10, 14-15, ver también 14:9-11). Es una terrible escena, sin duda, y no se puede hablar livianamente de ella. Pero según lo que muestra el pasaje, si los enemigos espirituales de Dios reciben un castigo constante en forma consciente, no tenemos razón para pensar que los seres humanos que los acompañan serán tratados de una manera diferente.

Por esto, es problemático para los Testigos afirmar que esta enseñanza ofende a Dios, comenzando por el hecho de que la Biblia parece apuntar claramente en la dirección de la idea tradicional del infierno.


Errado: Un Dios de amor no crearía el infierno


Con respecto a la segunda objeción de los Testigos, creo que podemos ser más categóricos y decir que ellos están simplemente equivocados en este punto. El problema central de esta posición es que, al presentar a Dios, se pasan por alto o se minimizan aquellos aspectos de Su personalidad que chocan con nuestra maldad humana. Por ejemplo, tan cierto como que Dios es amor perfecto y sin medida, es que Él también posee santidad y justicia perfectas. La Biblia, y especialmente el Antiguo Testamento, nos recuerda que a) Dios está totalmente alejado y totalmente opuesto al pecado (Habacuc 1:13; Salmos 24:3-4; Isaías 6:1-5) y b) Su justicia divina demanda que cada vez que alguien hace lo malo, él reciba un justo castigo (Colosenses 3:25, Proverbios 21:15, Isaías 3:11; Romanos 2:5-11). Si sacamos cuentas, podremos notar que estos atributos del carácter de Dios son perfectamente compatibles con la idea de que Él haya creado el infierno, un lugar donde su santo enojo contra el pecado y su justo castigo para quienes hicieron lo malo finalmente se manifiesta.

Vale la pena mencionar también que la imagen que nos muestran los Testigos del padre quemando al hijo desobediente no es una buena analogía para lo que sucederá en el juicio final [5]. Una imagen más apropiada sería la de un delincuente que se enfrenta a la justicia despúes de haber cometido un terrible crimen. Lo curioso es que los autores cuestionan el infierno como un castigo desproporcionado, pero no tienen problemas en estar de acuerdo con la sentencia que Dios le dio a Adán (la muerte) por una sola desobediencia.

Finalmente, en este punto es casi obligatorio para mi citar a C.S. Lewis, a quien ya hemos leído otras veces. Desde su libro The Great Divorce ("El Gran Divorcio"), Lewis parece responder esta objeción, cuando comenta "Al final, sólo existen dos tipos de personas: aquellos que dicen a Dios 'Hágase Tu voluntad', y aquellos a quienes Dios dice, 'Hágase tu voluntad'. Todos los que están en el infierno, lo escogieron". Lo que este autor está diciendo, en otras palabras, es que una eternidad sin Dios es la consecuencia lógica de una vida sin Dios. Aquellos que han determinado no creer en Dios ni recibir Su perdón por medio de Jesús no serán forzados a ir al cielo con Él, sino que serán enviados al lugar más alejado de Su presencia (donde no hay nada de la bondad, la luz, ni la paz de Dios), tal como lo han deseado.

Como vemos, la doctrina tradicional del infierno no es incompatible con el amor de Dios; de hecho, llega a ser necesaria cuando se toman en cuenta otros aspectos de Su personalidad y Su relación con nosotros. Lo que se mantiene inamovible es la oferta de salvación que el amor de Dios ofrece a cada persona por medio de Jesús, para que "todo aquel que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16).




Referencias

[1] ¿Qué Enseña Realmente la Biblia? p. 64

[2] En su artículo "Hell Interrupted - Part 1", los apologistas Tim Barnett y Greg Koukl comentan: "Los Testigos de Jehová durante mucho tiempo han negado el infierno, o al menos la parte del castigo eterno que está en el centro de la visión clásica, junto con los Adventistas del Séptimo Día; ambos enseñando que, en el juicio final, los malvados no arrepentidos serán borrados de la existencia - aniquilados. Actualmente, sin embargo no son sólo aquellos en los márgenes teológicos quienes rechazan la idea del infierno como un tormento consciente eterno, sino también respetados evangélicos como el teólogo John Stackhouse y el fallecido anglicano John Stott, venerable rector emérito de la iglesia All Souls Church en Londres

[3] La Evangelical Alliance, que representa el mayor y más antiguo grupo de creyentes evangélicos en el Reino Unido, reconoce que existe una creciente minoría de protestantes que mantiene esta postura sobre el infierno, y que aquellos que se han manifestado a favor de ella "tienen fuertes credenciales evangélicas y en particular han demostrado una genuina consideración por la autoridad de las Escrituras" ("The Nature of Hell", disponible aquí)

[4] "Hell Interrupted - Part 1"

[5] Hay demasiadas diferencias entre las figuras involucradas, pero sólo por nombrar algunas, podemos decir que Dios es un ser infinitamente más alto y más puro que un padre humano, por lo que desobedecerle es infinitamente más grave que desobedecer a un padre humano. La autoridad del padre sobre el hijo, por otro lado, es limitada, mientras que la autoridad de Dios sobre una persona es absoluta, pues Él es Su creador, dueño y sustentador. Además, nosotros tenemos una madurez mayor que la de un niño, y la mayor parte del tiempo nuestras desobediencias son conscientes. En última instancia, un padre disciplina a su hijo mientras es joven para corregirlo y mejorar su vida futura; la sentencia de Dios, por otra parte, ocurre al final de la vida humana (cuando ya se han dado todas las advertencias y correcciones) y tiene el propósito de hacer justicia, dándole a cada persona lo que merece.




¡Comparte este post!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario