8 de marzo de 2024

Estudios en Juan 3 - Jesús y Nicodemo (Parte 3)


[Este post es parte de la serie Estudios en Juan, que puedes encontrar completa aquí]


Jesús finaliza Su enseñanza sobre el nuevo nacimiento

"De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio." (Juan 3:11)

Luego de este llamado de atención a Nicodemo, Jesús pasa a responder su pregunta. La respuesta sobre el nuevo nacimiento tiene relación con el testimonio de Jesús, un concepto que se repite frecuentemente en este Evangelio, y que tiene dos sentidos principales: cuando viene de algo o alguien distinto a Jesús, se refiere a una declaración a favor del Señor como el Hijo de Dios, ya sea Juan el Bautista (Juan 1:32, 34; 5:33), los milagros del Señor (Juan 5:36), el Padre (Juan 5:37), las Escrituras (Juan 5:39) o el apóstol Juan (Juan 21:24). Cuando viene de Jesús, no obstante, se refiere a Su predicación y Su mensaje, es decir, el Evangelio (Juan 3:31-32). En este versículo, el énfasis parece estar en este segundo significado: frente a la pregunta de Nicodemo, “¿cómo alguien puede nacer de nuevo?” el Señor parece responder “primero, tú deberías saber acerca de esto; segundo, tienes un problema: ustedes no escuchan -no reciben- lo que yo tengo que decir acerca de estos temas espirituales, a pesar de que mi conocimiento es de primera mano: hablo de lo que sé, y doy testimonio de lo que he visto”. Por alguna razón Jesús ocupa el plural en este versículo (“hablamos… testificamos”), quizás refiriéndose también a Sus discípulos, que replicaban Su enseñanza y habían sido testigos de Sus señales (Juan 2:11-12; 23). Sin embargo, el foco de la conversación es Él mismo y Su testimonio único acerca de las verdades de Dios, como indica el siguiente versículo, donde regresa a hablar en primera persona.


"Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?" (Juan 3:12)

Nicodemo y los judíos tienen menos esperanza aún de entender el nuevo nacimiento por culpa de su poca receptividad e incredulidad (por lo que se ve, Nicodemo era uno de los mejores entre ellos). Al usar el plural (“os he dicho”), Jesús parece referirse a alguna ocasión de enseñanza anterior que los judíos escucharon de Él, posiblemente ocurrida entre los hechos del cap. 2 y 3 (recordemos que Juan no es exhaustivo en su registro, por lo que este "salto" temporal es posible). En esta(s) ocasion(es), el Señor o los discípulos deben haber presentado Su mensaje, el cual no fue creído (“no recibís nuestro testimonio”, v. 11).

Por el testimonio de todos los Evangelios, sabemos que el Señor utilizaba comparaciones, parábolas e imágenes para dar a conocer Su mensaje, de manera que podemos imaginarnos una situación donde ni siquiera estas explicaciones fueron entendidas. El punto es que la recepción de estas verdades “terrenales” es la norma que decide si Jesús puede continuar enseñando verdades más elevadas o “celestiales”. El nuevo nacimiento, por lo que Él da a entender aquí, entra dentro de esta última clase. En este punto, no es claro si la fuente del problema está en lo intelectual -no creen porque no prestan atención o no se preocupan por intentar comprender- o en un aspecto más bien moral o espiritual -no creen porque la enseñanza de Jesús les provoca rechazo- lo que a juzgar por el enfoque del Evangelio parece ser lo más probable (Juan 3:19-20; 8:43-47; 10:24-27). Nicodemo y los demás fariseos favorables, de esta forma, estarían marcando la diferencia con el resto del público del Señor al intentar acercarse a Él reconociendo Su autoridad divina y estar dispuestos a escuchar Su testimonio (Juan 3:2). De cualquier forma, el punto esencial es que si una persona no cree escuchando ilustraciones cotidianas ni principios básicos, difícilmente podrá comprender algo más profundo el nacimiento del Espíritu.


"Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo." (Juan 3:13)

Este pasaje es muy importante, porque aquí el Señor empieza a juntar todos los hilos de la conversación, y la dirige al punto que quiere tocar: Él mismo. En los vv. 11-12, la idea es que el mensaje de Jesús es relevante para la pregunta sobre el nuevo nacimiento, pero aquí el foco cambia hacia la importancia del mensajero. Esto coincide con el énfasis que Juan pone en registrar que el centro del mensaje del Señor siempre fue Su persona.

¿Cómo recibir el nuevo nacimiento? Jesús dice que para poder tener la respuesta sobre esta verdad celestial, es necesario prestarle atención a la única persona calificada para hablar cosas celestiales, quien es -como lo ha insinuado hasta ahora- sólo Él. Él puede hablar con plena autoridad y certeza, con este “conocimiento de primera mano” como dijimos (v. 11), no porque Él haya recibido una revelación desde la tierra, sino porque conoce las verdades celestiales en forma presencial, como el único hombre que ha estado en el Cielo.

Con estas palabras, Jesús también demuestra que Él es el profeta y mediador por excelencia del Nuevo Pacto relacionado con el nuevo nacimiento (ver comentarios v. 10). Moisés subió al monte Sinaí y trajo la revelación de la ley de Dios en el Antiguo Pacto, pero es imposible que alguien pudiera subir al cielo para traer una revelación mejor y establecer un pacto más grande de parte de Dios. Sólo Jesús podía descender desde el cielo (por haber existido ahí desde siempre) para traer la revelación perfecta de Dios que es parte del Nuevo Pacto. Este concepto de Jesús como el único capaz de entregar la revelación completa del Padre y darlo a conocer plenamente es uno de los más importantes en Juan (por ej. Juan 1:17-18; 3:34; 4:25-26; 14:9) y también está presente en otros Evangelios (por ej. Mateo 11:27).

Jesús intensifica aún más esta declaración al usar Su título favorito, “Hijo del Hombre”, que aunque en principio refleja Su humanidad, en su sentido más profundo es una declaración de Su identidad como Mesías. Este título está tomado de la profecía de Daniel, acerca de la figura que recibe de parte de Dios el reino eterno de todas las cosas (Daniel 7:13-14). Al principio de Su ministerio, ésta sólo parece ser una forma especial de referirse a Sí mismo, pero el Señor va dejando cada vez más claro que este es el sentido que deseaba expresar, al punto de utilizarlo junto al mismo lenguaje de la profecía (Mateo 24:30; 26:64; Marcos 13:26; Lucas 22:69). Esta parte de la conversación parece ser un ejemplo más de este uso del título, en el sentido de que la referencia al “Hijo del Hombre que está en el cielo” quizás tenía la intención de traer a la memoria de Nicodemo la profecía de Daniel. Aquí, la idea de Jesús parece ser precisamente revelarse a Sí mismo en plenitud, corrigiendo y superando las expectativas de este fariseo: “¿Quieres saber cómo nacer de nuevo? Entonces presta atención a mi testimonio, y por sobre todo, mírame a mi, porque estás hablando con más que un simple maestro venido de Dios: soy el que ustedes están esperando, el profeta mediador del Nuevo Pacto, el Mesías que descendió de Dios, el Único que puede revelarte al Padre”.




A menos de que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera 1960 (RVR60), y todas las citas desde fuentes en inglés han sido traducidas por el autor del blog
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