En la serie que iniciamos hace algunas semanas, comenzamos a utilizar el concepto de inspiración para referirnos a los libros del Antiguo y Nuevo Testamento que conforman nuestras Biblias. De hecho, es muy difícil hablar del canon, o de la formación de la Biblia, sin tener que hablar de inspiración: son conceptos fuertemente relacionados. Sin embargo, no he definido bien para ustedes este término, y pienso que es un buen momento de hacerlo antes de continuar con nuestro seguimiento histórico del Nuevo Testamento.
La palabra inspiración está asociada principalmente al siguiente pasaje de la segunda carta de Pablo a Timoteo:
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16)
La Real Academia Española define "inspiración" en varias maneras, como "acción y efecto de inspirar" (con respecto al movimiento respiratorio) o "efecto de sentir el escritor, el orador o el artista el singular y eficaz estímulo que le hace producir espontáneamente y como sin esfuerzo". Sin embargo, hay una definición de la RAE que es la que más se acerca al uso de esta palabra en nuestro contexto cristiano, y es "ilustración o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura".
La expresión "inspirada por Dios" en el pasaje es traducida de una única palabra griega, theopneustos, que está compuesta por los términos theos ("Dios") y pneuma ("espíritu" o "aire", como en las palabras "neumático" o "neumonía"). Literalmente, theopneustos significa "respirado o exhalado por Dios", y -en este pasaje de Timoteo- tiene la intención de comunicarnos que la Escritura proviene directamente de Dios y fue producida por Su voluntad y Su poder, en el mismo sentido en que nosotros transmitimos palabras a través del aire que exhalamos. Eso es inspiración.
Aunque esta definición no menciona a los autores humanos de los libros de la Biblia, eso no significa que ellos no importen. En cada libro, Dios inspiró al escritor de una forma específica para poder obtener el texto que Él deseaba. En el caso de los profetas del Antiguo Testamento, por ejemplo, las palabras de Dios se presentan directamente (casi como si hubieran sido dictadas), pues esta era la forma en que Él les entregaba el mensaje que debían comunicar al pueblo. Podemos verlo en el modo en que ellos comenzaban sus anuncios, utilizando frecuentemente la frase "Así dice el Señor", o expresiones similares.
Por otro lado, Dios inspiró de una manera diferente a otros autores bíblicos, como los evangelistas, y aprovechó sus perspectivas, sus estilos y sus personalidades para dar origen al texto. El Espíritu Santo supervisó la creación de cada libro, de manera de que no tuviera errores y expresara precisamente lo que Él deseaba comunicar; todo esto, sin eliminar la humanidad o la sinceridad de la persona que estaba escribiendo.
Finalmente, es importante decir que este concepto de inspiración se refiere específicamente a los textos originales de cada autor, no a cada copia o cada traducción que se haya hecho de ese libro. Esto no quiere decir que debemos desconfiar de nuestras Biblias, de ninguna manera. Más bien, esto significa simplemente que debemos estar abiertos a la posibilidad de que se hayan originado detalles o sutilezas que debamos estudiar más a fondo para poder comprenderlas (como por ejemplo, lo que hemos hecho con la palabra inspiración en este post).
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