En un post varias semanas atrás, estuvimos analizando la teoría que sugiere que nuestro Nuevo Testamento habría sido elegido "a mano". Según esta idea, el emperador romano Constantino (o algún grupo influyente dentro de la Iglesia) habría elegido entre muchos escritos aquellos que serían considerados sagrados para los cristianos (es decir, aquellos que formarían el canon del Nuevo Testamento). En esa ocasión, llegamos a la conclusión de que esta teoría no tiene mucho fundamento y que no debe ser tomada seriamente; incluso, mencioné que probablemente el Nuevo Testamento ya existía, de alguna manera, en el tiempo de Constantino.
El "problema" es que todo ese análisis nos sigue dejando con la pregunta abierta: Si no fue Constantino, ni fueron los líderes de la Iglesia de ese tiempo, entonces... ¿Quién escogió los libros del Nuevo Testamento? ¿Quién reunió los Evangelios, las cartas, las historias en una sola colección? ¿Cómo llegaron a nuestra Biblia?
Puede parecer extraño, pero la respuesta es "nadie". Nadie escogió los libros.
Quizás la mejor forma de expresarlo sería decir que el canon no fue seleccionado, sino que fue reconocido o aceptado. La realidad es que nuestro Nuevo Testamento no es el resultado de una reunión, que en un momento determinado tomó todos los textos disponibles, los examinó y escogió 27 para ser sagrados. Más bien, el canon es el resultado de un proceso de reconocimiento a lo largo del tiempo, del cual participaron todas las iglesias cristianas. J.I. Packer lo expresa así:
"La Iglesia no nos dio el canon del Nuevo Testamento más de lo que Sir Isaac Newton nos dio la fuerza de gravedad" [1]
Charles Ryrie concuerda:
"Ningún libro de la Biblia se volvió canónico por acción de algún concilio de la Iglesia" [2]
Incluso podemos encontrar a Bart Ehrman, estudioso agnóstico, afirmando:
"El canon del Nuevo Testamento fue ratificado por un consenso general, más que por una proclamación oficial" [3]
Elegidos por nadie, recibidos por todos
¿Cómo se desarrolló este proceso de aceptación? Sin entrar en muchos detalles, podemos empezar a entender la formación del canon enfocándonos en el origen de los libros: los autores bíblicos. Ellos escribieron sus obras en distintos lugares geográficos y en distintos momentos de la historia, por lo que los textos ya tienen distintos "puntos de partida", por ponerlo de alguna manera. Vale también decir que la mayoría de estos textos son cartas, es decir, no están destinados a ser libros de estantería, sino que tienen un propósito y uno o más destinatarios específicos. En el caso de los autores bíblicos, el propósito suele ser la enseñanza, y los destinatarios, una iglesia en particular. Es por esta razón que los textos comienzan a moverse hacia otros lugares geográficos.
Lo interesante de esta parte es que estos escritos no se quedaron en sus lugares de destino, sino que comenzaron a circular entre las distintas iglesias de la época. A los ojos de las distintas congregaciones, estos libros tenían un valor tan grande que los compartieron a otras comunidades vecinas. De esta forma, y sorprendentemente, incluso iglesias que estaban muy alejadas geográficamente (tenemos en ese tiempo algunas en Europa, otras en el norte de África y otras en Asia Menor) llegaron a tener un conjunto similar de libros. Con el pasar del tiempo, eventualmente las distintas regiones y congregaciones terminaron recibiendo y reconociendo los 27 libros que conocemos.
Es cierto que en los primeros siglos existía una buena cantidad de literatura cristiana (y aparentemente cristiana) circulando. Sin embargo, la historia nos muestra cómo los libros que forman nuestro Nuevo Testamento fueron considerados especiales desde un principio. Al contrario de lo que podríamos pensar, la Iglesia no esperó hasta que todas las congregaciones estuvieron de acuerdo en que los libros eran sagrados para poder utilizarlos. Sucedió al revés: los cristianos reconocieron en estos textos la inspiración y la autoridad de Dios, y por medio de su uso llegaron a ser aceptados como canon. Charles Ryrie dice:
"Es esencial recordar que la Biblia da testimonio de sí misma, pues sus libros fueron inspirados por Dios (2 Timoteo 3:16). En otras palabras, los libros fueron canónicos desde el momento en que fueron escritos. No fue necesario esperar hasta que varios concilios examinaran los libros para determinar si eran aceptables o no. Su canonicidad era inherente a ellos, porque vinieron de Dios. Las personas y los concilios sólo reconocieron y aceptaron lo que es verdad debido a la inspiración intrínseca de los libros, así como fueron escritos" [4]
Para un no cristiano, esto de la inspiración puede parecer un criterio bastante extraño (y bastante sospechoso); sin embargo, esta fue una de las razones que movió a los primeros creyentes a reconocer los textos del Nuevo Testamento. No fue la única, pero más adelante entraremos en detalles sobre otras características.
Por ahora, quedémonos con esta idea: nuestro Nuevo Testamento no es el resultado de una votación, sino de un proceso general de reconocimiento que tomó tiempo. No fue un camino tan "directo" como quisiéramos, pero fue lo suficientemente honesto y abierto para tener confianza en que su testimonio nos ha llegado fielmente desde los primeros cristianos.
Referencias
[1] J.I. Packer, God Has Spoken: Revelation and the Bible, 3ra ed. p 109
[2][4] Charles Ryrie, Basic Theology: A Popular Systematic Guide to Understanding Biblical Truth, ed. Kindle, ubicación 1948-1952
[3] Bart Ehrman, Lost Christianities, p. 231
Lecturas Recomendadas
Ten Basic Facts about the NT Canon that Every Christian Should Memorize: “The NT Canon Was Not Decided at Nicea—Nor Any Other Church Council - Michael Kruger
Ten Basic Facts about the NT Canon that Every Christian Should Memorize: "Early Christians Believed that Canonical Books were Self-Authenticating” - Michael Kruger
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