En la primera parte de esta serie, les presenté la idea general de cómo nos llegó nuestro Nuevo Testamento. No fue seleccionado, sino que los libros que lo forman fueron gradualmente reconocidos y honrados por los primeros cristianos como textos inspirados por Dios. Fue un proceso de desarrollo que ocurrió durante los primeros siglos de vida de la Iglesia.
En esta segunda parte de la serie, y en las que vendrán, quiero mostrarles más de cerca cómo sucedió todo. Quizás la información histórica que tenemos no nos permite hacer un trazado con lujo de detalles, pero sabemos lo suficiente para captar algunas "fotografías" de las distintas etapas del camino del Nuevo Testamento, desde los primeros textos hasta que el canon está completo.
Antes de iniciar el viaje, un punto importante: debemos recordar que estamos hablando de la antigüedad hace 2000 años atrás. Hoy en día, gracias a Internet, somos capaces de conocer en segundos lo que sucede al otro lado del planeta; sin embargo, en el primer siglo, las distancias geográficas y la tecnología disponible hacían que muchas comunicaciones tomaran años, si no décadas. Por lo tanto, la cantidad de años que tomó este proceso no debe causarnos sospecha, sino por el contrario, asombro. Lo que vamos a ver, bajo estándares históricos, es realmente rápido.
Como referencia, finalmente, recordemos que Jesús muere (y resucita) aproximadamente en el año 33 d.C. Los apóstoles comienzan a predicar el Evangelio y a transmitir su testimonio de manera oral, para más tarde (luego de algunos años) registrarlo de manera escrita.
Pablo (cerca del 60 d.C)
Una de las primeras referencias que tenemos sobre el canon está en la carta del apóstol Pablo a Timoteo, uno de los líderes de la Iglesia primitiva. En esta carta, encontramos el siguiente pasaje:
"Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario." (1 Timoteo 5:18, RV60)
Lo que resulta interesante aquí son los textos que Pablo considera Escritura, es decir, la palabra inspirada de Dios. La primera referencia ("No pondrás bozal al buey que trilla") es una cita del libro de Deuteronomio (Deuteronomio 25:4), que como parte de la ley de Moisés, era considerado sagrado. Pero la segunda referencia ("Digno es el obrero de su salario") no se encuentra entre los libros del Antiguo Testamento. Es una referencia al Evangelio de Lucas, que registra las siguientes palabras de Jesús:
"Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario." (Lucas 10:7, RV60, énfasis mío)
Esto nos entrega datos muy valiosos sobre el Evangelio de Lucas: Primero, nos indica que para el año 60 d.C este Evangelio ya había sido escrito. Segundo, nos lleva a la conclusión de que este libro ya era ampliamente conocido, pues Pablo no se siente obligado a dar más detalles a sus lectores, sino que asume la autoridad de Lucas como un tema conocido por todos. Finalmente, nos da testimonio de que el Evangelio, para esta fecha, ya había sido recibido como palabra inspirada por Dios, al mismo nivel que el libro de Deuteronomio.
Pedro (cerca del 65 d.C)
Otra pista sobre el desarrollo del canon la encontramos en la segunda epístola (carta) universal de Pedro, en el siguiente pasaje:
"Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición." (2 Pedro 3:15-16, RV60)
En este caso, lo que llama la atención es la referencia a una colección de varias cartas de Pablo que estaban circulando entre las iglesias. Como en el caso anterior, Pedro asume que su público está en conocimiento de esta colección, pero va más allá: las ubica en la categoría de Escritura al utilizar la frase "las otras Escrituras" para referirse, probablemente, al Antiguo Testamento.
Esto queda más claro en la forma en que otras traducciones de la Biblia presentan el pasaje. Por ejemplo, la Nueva Versión Internacional traduce la última parte del verso diciendo "como lo hacen también con las demás Escrituras". La Biblia de las Américas traduce "como también tuercen el resto de las Escrituras". La Nueva Traducción Viviente registra "como lo hacen con otras partes de la Escritura". Así, nos damos cuenta de que en esta fecha no sólo el Evangelio de Lucas, sino varias de las cartas de Pablo ya estaban circulando y eran reconocidas como inspiradas por las iglesias.
Clemente de Roma (cerca del 95 d.C)
Ya casi al final del primer siglo, encontramos una tercera pista del desarrollo del canon en una carta escrita por Clemente de Roma. Clemente fue uno de los primeros líderes reconocidos de la Iglesia primitiva; tuvo contacto personal y fue discipulado por Pedro y otros apóstoles [1], y llegó a ser obispo de Roma. Algunos historiadores antiguos incluso piensan que él es el Clemente de quien Pablo habla en su carta a los Filipenses (Filipenses 4:3).
En su carta a la iglesia de Corinto, Clemente escribe:
"Tomen la epístola del bendito apóstol Pablo. ¿Qué fue lo que él les escribió primero, cuando el Evangelio comenzó a ser predicado? Ciertamente, él les escribió en el Espíritu con respecto a sí mismo, y con respecto a Cefas [Pedro] y Apolos, porque incluso entonces ya habían divisiones entre ustedes" [2]
Al reflexionar en este pasaje, podemos darnos cuenta de que Clemente está hablando precisamente de la primera carta de Pablo a los Corintios (comparar con 1 Corintios 1:10-13). Lo que es sorprendente es la forma en que se refiere a ella: él indica que Pablo "les escribió en el Espíritu" a los corintios, es decir, les escribió inspirado por el Espíritu Santo. En este sentido, Clemente está afirmando claramente que la primera carta a los Corintios es Escritura.
Sin embargo, eso no es todo. Si bien no hace declaraciones tan claras como la que vimos recién, Clemente cita frecuentemente en su carta otros textos que son conocidos para nosotros: las cartas de Pablo a los Romanos, a los Gálatas, a los Filipenses, a los Efesios y la carta universal a los Hebreos, sin mencionar varios pasajes que son compartidos por los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas. Como en los dos casos anteriores, Clemente habla libremente de estos escritos, sabiendo que sus lectores reconocerían las fuentes que estaba citando.
Detengámonos aquí por esta vez. A modo de resumen, entonces, tenemos tres fuentes dentro del primer siglo que nos indican cómo se ha desarrollado el canon. De estos testimonios, podemos ver que el Evangelio de Lucas y varias cartas de Pablo (especialmente 1 Corintios) ya han sido recibidas como Escritura inspirada por las iglesias cristianas. Clemente también nos sugiere que textos como la carta a los Hebreos por lo menos son ampliamente conocidos y tenidos en altísima estima, y que probablemente también han sido recibidos como Escritura. ¡Y todo esto, dentro de sólo 65 años de la muerte de Jesús!
En el próximo post seguiremos revisando la formación del canon durante en el segundo siglo, y seguiremos completando la imagen de cómo nos llegó el Nuevo Testamento, así que no se muevan de sus lugares.
Referencias
[1] Ireneo de Lyon, Contra Herejías, 3:3
[2] Clemente de Roma, 1 Clemente, 47:1-3
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