27 de agosto de 2015

Así Nos Llegó el Nuevo Testamento - Parte 5: Recibido Rápidamente (Siglos III y IV)

(Este post es el quinto y último de la serie 'Así Nos Llegó el Nuevo Testamento'. Puedes encontrar la primera parte aquí, la segunda parte aquí, la tercera parte aquí y la cuarta parte aquí)

Finalmente, con este post cerramos nuestra serie sobre el desarrollo del Nuevo Testamento y nuestro seguimiento de cómo los 27 libros que lo componen llegaron a unirse. Varias preguntas quedarán sin responder, especialmente en relación con los libros apócrifos, pero las dejaré para cuando retomemos este tema en el futuro. Por esta ocasión, sólo nos enfocaremos en llegar al punto en que podemos ver el Nuevo Testamento reunido en su totalidad.

Hasta el último post de la serie (año 200 d.C.), el registro de la Iglesia primitiva nos indicaba que la autoridad de los cuatro Evangelios tradicionales, las cartas de Pablo y las principales cartas universales como 1 Juan o 1 Pedro era ampliamente aceptada. También notamos que en este punto, el resto de los libros que no tenían un apoyo tan masivo como 2 Juan, Santiago o Judas también habían comenzado a ser mejor recibidos. Veamos a continuación, entonces, qué tiene que decir la Iglesia con respecto al Nuevo Testamento en los siglos III y IV.

Orígenes de Alejandría (cerca del 250 d.C.)


Orígenes fue uno de los escritores cristianos más importantes de la antigüedad. Nacido de padres cristianos en Egipto, vivió la mayor parte de su vida en Alejandría, pero también visitó lugares como Antioquía, Atenas, Éfeso, Roma y Cesárea. Se desempeñó principalmente como teólogo, estudioso y profesor de las Escrituras.

Como otros líderes cristianos que hemos visto, Orígenes también se refirió en sus escritos al tema de los libros del Nuevo Testamento. En su estilo particular, usando bastante simbología, él nos describe cuál es la composición de las Escrituras cristianas de su época:


"Así también nuestro Señor Jesucristo... envió Sus apóstoles como sacerdotes trayendo trompetas forjadas. Primero Mateo tocó la trompeta sacerdotal en su Evangelio, también Marcos, y Lucas y Juan, cada uno dio un soplo a su trompeta sacerdotal. Pedro más aun resonó con las dos trompetas de sus epístolas; Santiago y Judas también. Aún el número está incompleto, y Juan toca la trompeta a través de sus epístolas [y Apocalipsis]; y Lucas, al describir los hechos de los apóstoles. Al final de todos, más aún, viene aquel que dijo "Pienso que Dios nos ha presentado a nosotros los apóstoles en último lugar", y con el estruendo de las catorce trompetas de sus epístolas derribó, hasta sus mismos fundamentos, la muralla de Jericó, es decir, todos los instrumentos de idolatría y los dogmas de los filósofos." [1]

Este pasaje, interpretado de una forma razonable, nos muestra que es muy probable que buena parte de la Iglesia en el tiempo de Orígenes ya reconociera los 27 libros de nuestro Nuevo Testamento como Escritura (El libro de Hebreos clasifica como una carta de Pablo, según este autor). Incluso en el caso de que Orígenes se refiera a dos cartas de Juan y no a tres, y no se tome en cuenta la referencia a Apocalipsis (que no aparece en todos los manuscritos de su obra), aún así el canon estaría casi completo, teniendo 25 de los 27 libros.


Eusebio de Cesarea (cerca del 320 d.C)


Eusebio fue un creyente de padres griegos nacido en Roma, de quién no se conoce mucho de sus primeros años. Sin embargo, siendo adulto, llegó a ser obispo de la ciudad de Cesarea y un reconocido intérprete y estudioso de las Escrituras. También tuvo una participación importante en el Concilio de Nicea y es considerado el "Padre de la Historia de la Iglesia" por su gran labor como historiador.

En su obra más famosa, la "Historia Eclesiástica", podemos leer el siguiente pasaje acerca del canon del Nuevo Testamento en su tiempo:


"Ya que estamos tratando con este tema, es apropiado hacer un recuento de los escritos del Nuevo Testamento que ya han sido mencionados. Primero, por tanto, debe ser puesta la santa cuaterna de los Evangelios, a la que siguen los Hechos de los Apóstoles. Después de esto, deben ser contadas las epístolas de Pablo; siguiendo a continuación la antigua epístola existente de Juan, y en el mismo sentido la epístola de Pedro, deben ser mantenidas. Después de ellas debe ser colocado, si realmente se considera apropiado, el Apocalipsis de Juan, respecto de cual daremos las diferentes opiniones en el momento apropiado. Estas pertenecen a los escritos aceptados. Entre los escritos debatidos, los cuales a pesar de todo son aceptados por muchos, han quedado la llamada epístola de Santiago y la de Judas, también la segunda epístola de Pedro, y aquellas que son llamadas la segunda y tercera de Juan, ya sea que pertenezcan al evangelista o a alguna persona del mismo nombre." [2]

Aquí vemos que la tensión de la que hablamos al principio se mantiene: Mientras que la gran mayoría de los libros del Nuevo Testamento ya se consideraban inspirados por la Iglesia, aún existían ciertas dudas con respecto a los llamados "escritos debatidos": Santiago, Judas, 2 Pedro, 2 y 3 Juan. Sin embargo, el mismo Eusebio nos asegura que estos libros "son aceptados por muchos", como lo hemos visto hasta ahora en la serie, en una tendencia que irá en aumento con los años.

Vale mencionar que, cuando Eusebio habla de los cuatro Evangelios, se refiere a los cuatro tradicionales (Mateo, Marcos, Lucas y Juan [3]) y al mencionar las cartas de Pablo, él identifica catorce (las trece presentes en el Nuevo Testamento más Hebreos [4]).


Atanasio de Alejandría (367 d.C)


Atanasio fue un creyente nacido en Alejandría, y llegó a ser conocido por ser un destacado teólogo, probablemente el más grande del cuarto siglo. Sirvió como obispo de su ciudad natal por más de 40 años, de los cuales 17 los pasó exiliado por cuatro emperadores distintos. Desde su participación en el Concilio de Nicea a los 27 años, tomó el papel de defensor de la fe en tantas áreas que se ganó el apodo "Athanasius Contra Mundum" (latín para "Atanasio Contra el Mundo").

Desde Nicea, la Iglesia tomó el acuerdo de que cada año el obispo de Alejandría escribiría una "Carta Pascual", indicando a los creyentes qué día se celebraría la fiesta de la Pascua, aunque esta ocasión también se aprovechaba para tocar otros temas. En una de sus cartas, Atanasio escribe:


"Nuevamente, no es tedioso el hablar de los libros del Nuevo Testamento. Estos son: los cuatro Evangelios, de acuerdo a Mateo, Marcos, Lucas, y Juan. Después de éstos, los Hechos de los Apóstoles, y las siete epístolas llamadas Católicas: la de Santiago, una; de Pedro, dos, de Juan, tres; luego de éstas, una de Judas. Adicionalmente, hay catorce epístolas de Pablo el apóstol, escritas en este orden: la primera, a los Romanos; luego, dos a los Corintios; luego de éstas, a los Gálatas; luego, a los Efesios; luego, a los Filipenses; luego, a los Colosenses; luego de éstas, dos de los Tesalonicenses y aquélla a los Hebreos; y nuevamente, dos a Timoteo; una a Tito; y finalmente, aquélla a Filemón. Y además, la Revelación de Juan. Estas son las fuentes de la salvación, para que aquél que tiene sed pueda ser satisfecho con las palabras vivas que contienen. Sólo en estas la enseñanza de piedad es proclamada. Que nadie les añada; que nada sea quitado de ellas. Porque concerniente a estas el Señor avergonzó a los Saduceos, y dijo: 'Erráis, ignorando las Escrituras'. Y reprendió a los Judíos, diciendo 'Escudriñad las Escrituras, porque ellas son las que dan testimonio de mi'" [5]

Con la posible excepción de la lista de Orígenes, esta es la primera ocasión en que los 27 libros del Nuevo Testamento son mencionados como los únicos escritos cristianos inspirados por Dios. En los años siguientes, otros líderes de la Iglesia confirmarían esta lista, por lo que la Carta Pascual de Atanasio se considera el evento que marca el "cierre" del canon.


Así terminamos nuestro estudio del desarrollo del Nuevo Testamento. Es cierto que, como acabamos de ver, el canon no se definió completamente hasta varios siglos después de la muerte de Jesús y los apóstoles. Sin embargo, tenemos evidencia de que el mensaje cristiano fue registrado desde muy temprano, y fue reconocido con mucha rapidez (en términos históricos) una vez que fue terminado de escribirse. No fue seleccionado ni sometido a votación, sino que fue recibido en forma general y masiva en base a sus propias cualidades. El testimonio que la misma Iglesia nos entrega a través de los siglos es que, en su experiencia, estos libros son los que contienen la Palabra inspirada de Dios.




Referencias

[1] Orígenes de Alejandría, Homilías sobre Josué 7.1, citado también en el libro de Bruce Metzger, The New Testament Canon, p. 139

[2] Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, 3.25.1-3

[3] Historia Eclesiástica, 3.24

[4] Historia Eclesiástica, 3.3.5

[5
] Atanasio de Alejandría, 39° Carta Pascual



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