6 de abril de 2016

¿Cómo Reconocer a un Cristiano? - Parte 3: Acciones

(Este post es el tercero y último de la serie '¿Cómo Reconocer a un Cristiano?'. Puedes encontrar la primera parte aquí, y la segunda parte aquí) 

Desde hace algunas semanas estamos respondiendo a la pregunta "¿Cómo reconocer a un cristiano?". La definición típica de cristiano ("alguien que cree en Jesús") es demasiado general, pero si reflexionamos en que el hecho de creer involucra varios aspectos de la vida de una persona, tendremos una idea más exacta. Hasta ahora, ya sabemos que podemos reconocer a un cristiano porque tiene ideas específicas (y bíblicas) sobre Jesús, y también porque ha tomado una decisión de vida en relación con Él.

Junto a estas marcas distintivas, la tercera característica de una creencia verdadera en Jesús (y por lo tanto, la tercera característica que deberíamos poder encontrar en un cristiano) es la forma en que esta creencia impacta y define nuestras acciones. Cuando hemos llegado a la conclusión de que algo es real, esa creencia no sólo tendrá efectos en el plano de la voluntad y las emociones -como vimos en la parte 2- sino que también afectará la manera en que actuamos. Cuando cruzamos la calle, por ejemplo, y creemos que el cruce puede ser riesgoso, nuestra respuesta será un estado interior de atención y alerta, pero además tomaremos todas las medidas de precaución posibles, como observar a ambos lados cuidadosamente. El comportamiento de una persona refleja mucho de lo que esa persona cree. De hecho, me atrevería a decir que nuestra forma de actuar, especialmente en medio de una situación problemática o de riesgo, puede mostrar claramente la diferencia entre lo que decimos creer (para quedar bien con otros, por ejemplo), y lo que en realidad creemos.

Por eso, podemos decir que...

3. Un cristiano se comporta de una forma especial


Un verdadero creyente en Cristo es un seguidor de Cristo, pues además de creer lo que Jesús enseñó, y creer personalmente en Jesús como Salvador, también vive siguiendo Su ejemplo y Sus pasos. Un cristiano, por definición, debe ser una persona consecuente, es decir, alguien que "practica lo que predica".

Ahora, es importante aclarar aquí que esto no significa que un cristiano verdadero es una persona perfecta. Aunque pueden producirse cambios dramáticos en el comportamiento de los nuevos creyentes (y sucede con bastante frecuencia, por lo menos en mi experiencia personal), la Biblia nos indica que lo usual es que esta transformación ocurra gradualmente, paso a paso. Ella compara este proceso con actividades que requieren de tiempo y esfuerzo, como una carrera de atletas o un combate:


"Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe [...] Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores, así no se cansarán ni se darán por vencidos. Después de todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado." (Hebreos 12:1-3, NTV)

Habiendo dicho esto, no obstante, podemos ver que la Biblia claramente describe al cristiano como alguien que está pasando por ese proceso de mejora, y eso debe ser visible para todos. Mientras más maduro es un seguidor de Cristo, más parecido será a Cristo en su forma de actuar, dejando atrás lo malo y haciendo el bien. El apóstol Santiago es famoso por haber puesto bien en claro este punto entre algunos hermanos que daban mucha importancia a la creencia interior, pero no la reflejaban a través de sus acciones:


"Como pueden ver, la fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil." (Santiago 2:17, NTV)

Pero Santiago no está solo en esta llamada de atención. Otros apóstoles como Pablo, Pedro y Juan, también animaron a los primeros cristianos a reflejar su fe en su manera de vivir. De hecho, este llamado es constante a lo largo de todo el Nuevo Testamento:


"Ya que han oído sobre Jesús y han conocido la verdad que procede de Él, desháganse de su vieja naturaleza pecaminosa y de su antigua manera de vivir, que está corrompida por la sensualidad y el engaño. En cambio, dejen que el Espíritu [Santo] les renueve los pensamientos y las actitudes. Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo." (Efesios 4:21-24, NTV)

"Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación." (1 Pedro 2:11-12, NVI)

"¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios? Si obedecemos Sus mandamientos. El que afirma: 'Lo conozco', pero no obedece Sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad. En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece Su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a Él: el que afirma que permanece en Él, debe vivir como Él vivió." (1 Juan 2:3-6, NVI)

Finalmente, Jesús mismo enseñó que podremos reconocer a quienes creen en Él por lo que ellos hacen:


"Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo" (Juan 5:14, DHH)

"¿Acaso puedes recoger uvas de los espinos o higos de los cardos? Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Así es, de la misma manera que puedes identificar un árbol por su fruto, puedes identificar a la gente por sus acciones." (Mateo 6:16-18, 20, NTV)

"Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos." (Juan 14:15, DHH)

Como lo ven, no hay mucho lugar a dudas en este punto. Un verdadero cristiano cree con la mente y con la voluntad, y esa creencia se expresa finalmente a través de la forma en que vive. Quizás no se comportará perfectamente, pero sí podremos ver en él actitudes distintas que reflejarán al Jesús a quien sigue. Creer en Cristo no sólo tiene efectos en lo intelectual y lo personal: también tiene una dimensión práctica que indica cuán real es esa creencia.

Así que ya lo saben: la próxima vez que tengan dudas con una persona que se presenta como cristiano, recuerden que debería poseer estas tres características: acepta lo que la Biblia enseña sobre Jesús; cree en ese Jesús como un Salvador personal y vivo, y vive siguiendo Su ejemplo y dirección. Y aquellos de nosotros que somos seguidores de Jesús, esforcémonos para que el mundo nos conozca de esta manera, amando al Señor con todo nuestro corazón, mente y fuerzas; en lo personal, lo intelectual, y lo práctico.




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