26 de septiembre de 2016

Leyendo a los Testigos - Parte 7: Jesús, el Hijo de Dios

(Este post es el séptimo de la serie Leyendo a los Testigos. Puedes encontrar la serie completa aquí)

Seguimos estudiando la publicación de los Testigos de Jehová llamada ¿Qué enseña realmente la Biblia? con el objetivo de conocer más acerca de lo que ellos creen sobre Dios y el mundo que ha creado. En esta ocasión, nos dedicaremos a revisar el contenido del capítulo 4, que lleva por título ¿Quién es Jesucristo? Además, destacaremos aquellos puntos donde la enseñanza del libro se ajusta mejor a lo que la Biblia enseña.

(Recuerden que pueden seguir la lectura en línea o descargar el libro en esta dirección).

Capítulo 4: ¿Quién es Jesucristo? (pp. 37-46)


Los autores introducen este capítulo mencionando el hecho de que saber el nombre o haber escuchado noticias sobre alguien famoso no es lo mismo que conocerlo realmente. Esto es lo que ocurre con Jesús, pues todo el mundo habla de Él y parece conocerlo, pero en la práctica existe mucha confusión sobre quién es realmente. Hoy en día, Jesús es visto por algunos como un hombre bueno, por otros como un profeta, y es considerado por algunos más como Dios. En este capítulo, los Testigos se proponen resolver esa confusión.

Antes de entrar en el tema, los autores destacan la gran importancia de tener una imagen correcta de Jesús, pues Él mismo nos señala que conocerlo es la esencia de la vida eterna (Juan 17:3). En Él los creyentes también encontramos el mejor ejemplo de vida y amor al prójimo, siendo Jesús nuestro modelo a seguir en todas estas cosas (p.37).

El capítulo luego nos invita a considerar el Antiguo Testamento. Esta parte de la Biblia registra un conjunto de promesas muy especiales de parte de Dios, donde Él promete al pueblo de Israel un Ungido, es decir, una persona directamente nombrada por Él para ocupar una posición especial. El testimonio del Nuevo Testamento es que Jesús es ese enviado de Dios, y por eso los conocidos términos Mesías o Cristo (que son simplemente otras traducciones de "Ungido") están tan relacionados con Él. Los autores nos sugieren seguir leyendo más adelante en el libro para entender el papel del Mesías en el cumplimiento de las promesas de Dios (p. 38)

Los primeros discípulos estaban seguros de que Jesús era el Mesías que estaban esperando. Los Testigos señalan que está seguridad venía en parte de las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías que se cumplieron en Jesús. Así como es útil conocer ciertos datos característicos para poder identificar y recoger a un invitado desconocido en el aeropuerto, ellos comentan, también las profecías ayudaron a que los creyentes primitivos reconocieran a Jesús. Los autores ponen como ejemplo dos de estas profecías o signos distintivos: primero, el anuncio de Miqueas de que el Mesías nacería en Belén (Miqueas 5:2), y la predicción de Daniel de que Su venida sucedería en un momento histórico específico (Daniel 9:25) (p. 39). Además, ellos nos llaman la atención a un tercer ejemplo: las señales en el bautismo de Jesús, donde el Espíritu Santo descendió en forma de paloma y el Padre dio testimonio con una voz audible, fueron pruebas claras para Juan el Bautista de que Jesús era el Ungido, la persona que ellos habían estado esperando (p. 40).

El capítulo nos lleva posteriormente a reflexionar sobre la persona de Jesús. Basados en pasajes como Juan 3:13, los autores señalan que antes de venir a la Tierra como enviado de Dios, Jesús vivió en el cielo. Él era una criatura espiritual que gozaba de una relación especial con Jehová, tan íntima y cercana que era considerado Su hijo más querido. Una de las razones que se nos da para pensar esto es que la Biblia lo llama "el primogénito de toda la creación" (Colosenses 1:15), lo cual sugeriría que fue lo primero que Dios creó entre todas las cosas. Los autores señalan también que el título de Jesús "Hijo Unigénito" indica que Él fue la única criatura que Dios creó directamente, y haciendo referencia a Colosenses 1:16, añaden que Él fue "el único que colaboró con Jehová en la creación de todas las demás cosas" (p. 41). El hecho de que Él sea llamado "la Palabra"
en Juan 1:1 (generalmente "el Verbo" en la mayoría de las versiones en español) podría ser la indicación de que Él probablemente era el encargado de comunicar mensajes e instrucciones a los seres humanos en nombre del Padre.

A través de todo esto, los Testigos hacen una distinción muy clara entre Jesús y el Padre, negando que Jesús sea igual a Dios. Afirman que como Hijo primogénito, Cristo tuvo un principio al haber sido creado, mientras que Dios no lo tiene (Salmos 90:2), y que a Jesús nunca se le ocurrió igualarse con Su Padre. Para fundamentar este último punto, ellos nos dirigen a los pasajes en Juan 14:28 y 1 Corintios 11:3, argumentando que la enseñanza de la Biblia es que el Padre es mayor que el Hijo. En una nota al pie de página, además, ellos comentan en base en Isaías 64:8 que a Dios se llama Padre por el hecho de ser Creador, y es por esta razón que a Jesús se le llama Hijo de Dios, pues como Adán y otros seres espirituales, Él fue creado por Dios (p. 41). Una nota al pie de la siguiente página (p. 42) nos dirige a uno de los apéndices donde se argumenta en más detalle que Jesús no es igual a Dios.

El capítulo continúa enfatizando la relación estrecha entre Dios y Jesús, indicando que ellos disfrutaron de una relación de amor perfecto mucho antes de la creación, y que esta relación de unidad puede verse en el hecho de que Jesús sea la viva imagen del Dios invisible en cuanto a Sus cualidades y personalidad (Colosenses 1:15, Juan 14:9), así como muchos hijos tienen un gran parecido con sus padres en su apariencia y forma de ser. Dejando Su vida celestial, no obstante, el Hijo se hizo hombre para venir a la tierra, a través del milagro de la Encarnación (p. 42).

Las palabras y obras de Cristo durante Su vida terrenal no sólo nos ayudan a conocerlo mejor, sino que además -al ser Él la imagen del Padre- todo lo que aprendemos de Él nos permite conocer a Dios. Una de las primeras cosas que destacan en los Evangelios es que a Jesús se le llamaba "Maestro". Esto se debe a que enseñaba y predicaba las "buenas noticias" del Reino de Dios, un gobierno que dirigirá la Tierra desde el cielo y bendecirá a las personas fieles a Dios (los autores nos dirigen al capítulo 8 para más detalles sobre el tema del Reino). Jesús enseñó en todo lugar, buscando a las personas donde sea que ellas estuvieran en lugar de esperar a que ellas vinieran a Él. Se esforzó mucho en este sentido porque esta era la voluntad del Padre, y también por la gran compasión que tenía por la gente, que había sido dejada de lado por los líderes religiosos (p. 43).

Los Testigos nos presentan el retrato de Jesús: un hombre tierno, cariñoso, humilde y sencillo, de tal manera que hasta los niños se sentían cómodos con Él. El Señor también se preocupó por las mujeres y fue compasivo con los que sufrían. En la misma línea, Él también detestó la corrupción y la injusticia (p. 44). Cristo se destacó por ser obediente y leal al Padre a pesar de la oposición y el sufrimiento durante toda Su vida (p. 45). Nunca respondió con violencia a sus enemigos, y al final de Sus días terrenales, soportó un juicio injusto y una muerte cruel. Pero Su historia no terminó allí, y Su Padre lo resucitó al tercer día.

Los autores terminan este capítulo señalando que la obediencia de Jesús hasta el final y Su muerte hicieron posible que los seres humanos pudieran vivir en un paraíso terrestre como Dios lo deseaba. Para averiguar cómo este sacrificio logró su propósito, nos animan a pasar a la siguiente sección del libro (p. 46).


Lo Bueno


Desde el post anterior de esta serie ya anticipábamos que este probablemente sería el capítulo más controversial del libro, algo que podremos comprobar en la próxima parte de esta serie. Sin embargo, es necesario reconocer que esta sección también incluye varios puntos que son apropiados y que están de acuerdo al Cristianismo bíblico. Por ejemplo, el énfasis que los Testigos ponen al decirnos que es importante conocer la verdad sobre Jesús (p. 37) sin duda es correcto. De hecho, no hay nada más importante en la vida que saber quién es Él, y conocerlo verdaderamente en forma personal. El segundo comentario en la misma página es igualmente cierto: Cristo sin duda es el mejor ejemplo de vida en todos los sentidos, tanto en obediencia a Dios como en amor al prójimo. El retrato que los autores construyen al final del capítulo (pp. 43-45) nos presenta esta idea claramente, y en pocas líneas resume las características principales de Su perfecta vida terrenal.

Los Testigos también están en lo cierto al indicarnos que el Antiguo Testamento nos da pista tras pista para llevarnos a reconocer a Jesús como el Mesías (p. 39). El Señor, de hecho, llegó al punto de decir que Él era el tema central y la razón de ser de las Escrituras, pues los salmos, la ley y los profetas anticipan Su venida y dan testimonio de Él (Juan 5:39, 46; Lucas 24:15-27, 44) y así también lo entendieron Sus discípulos (Juan 1:45).

Finalmente, las enseñanzas acerca de la existencia de Jesús en el cielo antes de venir a la Tierra (p. 41), Su relación incomparable con el Padre antes de la fundación del mundo y Su venida como ser humano (p. 42) en general están correctamente fundamentadas en la Biblia, y concuerdan con la enseñanza cristiana tradicional. Existen varios puntos de desacuerdo en los detalles que nos entregan los autores sobre estas cosas, pero eso es material del próximo post.


A grandes rasgos, este es el panorama de las creencias de los Testigos sobre Jesús, y en cierta medida, sobre el Espíritu Santo. Por la importancia central de estos temas en el Cristianismo, posiblemente nos tomemos una mayor cantidad de espacio durante la próxima entrega de la serie para discutir las enseñanzas que este capítulo nos presenta, pero sin duda nos ayudará a comprender mejor -además de nuestras diferencias con los Testigos- las características que definen nuestra propia fe.





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